Una sesión en el Congreso.
En Ateostán, sus habitantes cada vez estaban más tristes y abatidos. Les iba mal la economía, no se soportaban entre ellos, estaban continuamente pleiteando y tenían colapsado el sistema judicial y como consecuencia de todo esto, cada vez había menos matrimonios y más divorcios, más gente solitaria y malhumorada. Lo cierto es que habían perdido la fe y eso es algo muy triste, y así estaban. Eso sí, cada día tenían más mascotas.
Pero no todos se resignaban a este estado de pesadumbre generalizada y en una ciudad del país, Serva la Barí, un grupo de mujeres, crearon lo que dieron en llamar la Cofradía de la Guasa, su idea principal era tomarse las cosas de la vida con humor, a base de chascarrillos y de sacarle punta a todo. ¡Vamos! Con mucha guasa.
Las más activas de la cofradía eran Mari Fe, Coral y Candela, la primera que tenía un genio alegre y no se dejaba ganar por la tristeza, Coral por su parte, tenía mucho ingenio y de cualquier situación sacaba un chiste, mientras que Candela se tomaba a chanza a todo bicho viviente.
Una noche de verano, cuando hace la calor, ésta no permitía a los servalabaritenses permanecer en sus casas, así que Fe, Coral y Candela, se fueron a un cine de verano. Ponían una de romanos que eran las películas que más les gustaba y dio la casualidad que allá coincidieron con Esperanza*, mujer entrada en años, de pocas luces y muy pastueña, pero con una risa muy, pero que muy especial. Era una risa agudísima y larguísima, imposible evitar contagiarse de la risa de Esperanza. Y como hemos dicho, tenía pocas luces y no entendía bien la película así que en una escena bastante dramática, cuando el argumento estaba llegando al clímax, Esperanza, que estaba sentada en última fila, entendió mal y le hizo gracia lo que era dramático y empezó a reírse:
-Jiuuuuu, jiuuuu, jiuuuuu, y no paraba. Su risa era tan aguda que no se podía oír la película. El responsable del proyector, alarmado, creyó que la máquina estaba fallando, intentó averiguar qué era y no lo encontró, le entró miedo de que se estropeara el aparato y decidió suspender la proyección. La gente no sabía qué sucedía y se tuvo que ir desilusionada a comer pescado frito para pasar la noche. Sólo Candela se dio cuenta de lo que pasaba y pensó rápidamente que aquella mujer sería un fichaje magnífico para su cofradía, así que ni corto ni perezoso, la abordó, le reveló la existencia de la cofradía y Esperanza, se dejó convencer pastueñamente.
Al día siguiente, Esperanza, Candela y Fe, se dirigían al cementerio, a alegrar un poco el día a los que por allí deambulaban con cara fúnebre. Iban en autobús, tenían que atravesar las calles estrechas y retorcidas del casco antiguo y de pronto, Esperanza recibió un guasa de Coral, -ya se entiende que así es como les gustaba a ellas llamar y escribir a aquel método para comunicarse-:
-“Un pajarito, al nacer, salió del cascarón y en vez de decir pi, pi, pi, dijo: 3,1416; 3,1416; 3,1416”.
Esperanza, empezó a reir:
-Jiuuuuu, jiuuuu, jiuuuu….., los pasajeros empezaron a contagiarse, y algunos terminaron en el suelo revolcándose de risa. Lo malo fue que el conductor, también se contagió, empezó a reírse y ya era todo el autobús una jaula de locos retorciéndose de la risa. El autobús tuvo que parar, y como la calle era estrecha, no había forma humana de que los demás coches pasaran. Se formó un atasco nunca visto, tuvo que llegar la Policía Local y cuando se acercaron y oyeron el Jiuuu, Jiuuu, allí terminaron ellos también tirados por la calzada muertos de risa. Hasta que Esperanza no se calmó, no hubo forma de deshacer el atasco.,
La vida seguía su curso y los ateostañoles cada vez más tristes, menos las de la Cofradía de la Guasa que a su manera se lo pasaban de chiste en broma y de broma en chiste.
Pero un buen día, hubo una crisis de gobierno y el presidente decidió convocar nuevas elecciones generales, porque como bien es sabido, a los pueblos que abandonan su fe, Dios los castiga “El Sufragio Universal”.
Para el día siguiente estaba previsto un discurso suyo en el Congreso para anunciar la disolución del gobierno y la convocatoria de otras elecciones.
Mari Fe pensó que sería una buena idea una excursión a la capital para ir a conocer el Congreso y escuchar aquel discurso. Le costó bastante trabajo convencer a sus compañeras, pero al final allá que te fueron, Esperanza, Mari Fe, Candela y Coral. Cuando llegaron, se dieron un paseo matutino, entraron en un museo y se perdieron, por un lado quedaron Esperanza y Coral y por otro Fe y Candela. Se tuvieron que comunicar por guasa, quedaron en irse por separado al Congreso y allí se encontrarían.
Esperanza y Coral, llegaron y eligieron dos buenos sitios para presenciar el espectáculo, pero Candela y Fe no llegaban, y ya estaba hablando el presidente, por lo que Esperanza les preguntó por guasa, que porqué no llegaban. En ese justo momento, el presidente decía:
-“Y yo os prometo que ni bajaré las pensiones, ni subiré un solo impuesto”.
Y Candela contestó:
-“He perdido la Fe”.
Cuando Esperanza lo leyó, se lo pasó a Coral y esta dijo, bueno, por lo menos, me queda la Esperanza y ésta que lo oyó, empezó con su peculiar risa:
-“Jiuuuu, jiuuuu, jiuuuu,
Empezaron a reírse los que estaban más cerca de Esperanza, luego los diputados de la oposición y después los del propio partido del presidente, que intentaba mantener la presencia, pero empezaba a ponerse nervioso así que decidió recurrir al presidente de la asamblea pero cuando lo buscó con la vista no lo encontró. Estaba debajo de su mesa retorciéndose de risa. Así que intentó seguir él solito, tragó saliva y continuó diciendo:
-Los ateostañoles son muy ateostañoles y mucho ateostañoles, ji, ji. La cerámica de Tanlarera no es cosa menor, dicho de otro modo, es cosa mayor, ju, ju. Tenemos que fabricar máquinas que nos permitan seguir fabricando máquinas, porque lo que no va a hacer nunca una máquina es seguir fabricando máquinas. Je, je, je,
Los diputados, al empezar a ver como el presidente comenzaba a desvariar aumentaron sus risas y ya no había bicho viviente que se tuviera de pie, todos estaban revolcándose por el suelo, el mismo presidente, empezó a reir aunque intercalando alguna que otra palabra.
-Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde. Ja, ja, ja, ja.
Terminó sentado en el estrado, muerto de risa, como los demás, pero seguía hablando.
-Porque después del año 14, viene el año 15. Ja, ja, ja, ja. Pero ¡qué gracia tengo! Ja, ja, ja, ja.
Ya no pudo seguir hablando, aunque se le ocurrían otras muchas cosas.
La sala del Congreso era una verdadera vergüenza, no había nadie que mantuviera la compostura, -bueno como siempre-. Sólo un sargento de la Guardia Civil, con presencia de ánimo, se asomo al hemiciclo pistola en mano y gritó:
-¡Quieto todo el mundo!
Fue mano de santo. El silencio más absoluto se apoderó de toda la sala, Solo el presidente lo rompía con un hipo que le había dado de pronto. Porque las lágrimas que tenía él y otros muchos no eran de llanto sino de risa. Inmediatamente, el guardia civil, aclaró que aquello no era ningún golpe de estado sino un intento de ayudar a los presentes a mantener la compostura. El presidente de la Cámara se lo agradeció públicamente. Mientras, Esperanza y Coral se escabullían, como podían del Congreso sin que nadie supiera nunca quien fue la iniciadora de aquel divertido incidente.
Cuando las cuatro volvieron a Serva la Barí, disolvieron inmediatamente la Cofradía de la Guasa, para no dejar rastro ninguno de aquel asunto, porque le cogieron miedo, sobre todo a aquel sargento de la Guardia Civil. Y así la vida de los ateostañoles, volvió a ser tediosa y aburrida, sin nadie que pusiera un poco de alegría en sus vidas, sin saber que la alegría verdadera, no podría venir de un chascarrillo sino de una fe que habían perdido. Y que esperaban sin saberlo que alguien se la devolviera.
Los ateostañoles seguían desperdiciando sus vidas mientras esperaban, como cantó el poeta: …¡cuántas veces el genio
Así duerme en el fondo del alma,
Y una voz como Lázaro espera
Que le diga “Levántate y anda”.
*Inspirado en un personaje real de la Puerta Real de Sevilla.