Un relato terrorífico.
El Centro de Estudios San Sisenando, era un centro concertado de enseñanza de primaria y secundaria modelo. Llevaba sólo tres años funcionando, pero ya era un referente para todos los colegios de Uycomostán. Todo era nuevo y los sistemas pedagógicos, los más avanzados de Europa. Pertenecía a la Orden Sisenandense, pero los profesores eran seglares por falta de vocaciones.
Aquel día la seño de Lengua y Literatura, Susana, pidió a sus alumnos que redactaran un relato de terror y ellos, con más o menos ganas los fueron redactando. Cuando acabaron, la seño pidió a Lucía, una de las más destacadas en esa asignatura, que leyera su redacción. Y Lucía empezó:
“Estaba Tomás durmiendo en su cama, pero tenía un sueño agitado, no hacía más que mover los párpados, tenía un sudor frío, daba botes en la cama y gemía lastimeramente. Tomás soñaba con que Mariano Rasputin, se le acercaba con una risa siniestra mientras le decía, -Te subiré los impueeeestos, haré una nueva legislación laboral mucho más duuuura, volveré a hacer una nueva ley de educacióooon, convocaré nuevas eleccioneeees, te comeré los higadilloooos… Mariano, se acercaba a Tomás con las manos por delante con la palmaria intención de estrangularlo”. La redacción seguía en unos términos tan siniestros, que mientras Lucía iba leyendo con evidente satisfacción, a Susana se le iba cambiando la cara, cada vez estaba más seria, algunas niñas de la clase empezaron a llorar. Susana, pidió a Lucía que se callara, pero Lucía seguía y seguía, y a estas alturas Tomás estaba huyendo de Mariano que le perseguía con un hacha en la mano y detrás, le seguían sus ministros de Hacienda, el de Empleo y el de Educación, cada uno con una motosierra en la mano y Cristina La Fontaine, montada en una escoba, los sobrevolaba rodeada de espantosos murciélagos que revoloteaban a su alrededor, y emitían horrísonos chillidos.
Ya había niños que gritaban socorro, las niñas se abrazaban entre sí temblando, aunque la mayoría, sólo decía ¡mamáaaaa!. En segunda fila, en la misma mesa, estaban los dos únicos extranjeros de la clase, el marroquí Mamadou Alioli, y el rumano Daviti Catzivashe, los dos estaban debajo de la mesa y Mamadou decía
-Hay que irse de Uycomostán.
Y Daviti añadía
-Ese Mariano está loco. Yo me vuelvo Rumanía. Se lo tengo que decir a mi padre. Todos los uycomstañoles están locos.
En esos momentos toda la clase era un perfecto manicomio, unos gritaban, otros llamaban a su mamá, otros lloraban, muchos estaban debajo de sus mesas, todos temblaban. Pero hubo dos que reaccionaron de forma distinta, Pedro, cogió una silla y alzándola sobre su cabeza decía,
-¡Muerte a Mariano!. Y Alfonso Carlos, subido en una mesa y con una regla en la mano como si fuese una espada gritaba
-¡Zu-ma-la-ca-rre-guiiii, cuenta conmigo!.
Sin embargo, su hermano gemelo Jaime, estaba debajo de la mesa y se dedicaba a rezar muy bajito a su Ángel de la Guarda y eso que tenían los mismos padres y hasta iban a los mismos campamentos. Pero es que cada uno es cada uno.
Hasta Susana terminó poniéndose histérica y acabó por coger del cuello a Lucía mientras le gritaba,
-¡Calla maldita, calla!
Justo en este momento, y debido al gran escándalo que el tumulto estaba provocando en todo el colegio, se asomaron a la clase los profesores de las clases adyacentes, Julio y Marisa, y cuando contemplaron el espectáculo, Marisa actuó con rapidez y activó la alarma. Se disparó la sirena, y los aspersores de todo el colegio empezaron a regar a todo bicho viviente. Entre los gritos y la sirena, el ruido era insoportable, aquello parecía el infierno. Todos los niños, seguidos de sus profesores fueron saliendo del centro como alma que lleva el diablo. Todos menos Alfonso Carlos, que seguía invocando a Zumalacárregui y Pedro que le secundaba aunque no sabía por qué. Las peor paradas fueron las profesoras, porque el maquillaje se les corrió con el agua y el pelo se les puso como recién salido de la ducha. ¡Vaya, todo un desastre!
Cuando al final todo se calmó, vinieron las consecuencias. A Lucía se la expulsó del colegio con recomendación de que fuera reconocida por un psiquiatra. A Susana y al director del colegio se les expedientó por todo lo sucedido, mientras el centro perdió el concierto y con él toda su fama.
Políticamente también tuvo sus consecuencias. El gobierno fue duramente atacado por todos los demás partidos que pidieron un cambio en las leyes de educación. Los más beligerantes fueron los de Forcemos que pidieron la desaparición de la figura del profesor, abogando por que los niños fueran autodidactas y por que ellos mismos se autocalificaran, en verdad eran unas propuestas muy avanzadas. Únicamente hacían una excepción. Sí, reivindicaban la necesidad de un profesor en cada curso para explicar las excelencias de la ideología de género. Pero todo esto, no tuvo mucho éxito porque por aquel entonces los de Forcemos estaban muy divididos. Hubo una primera escisión entre perros-flauta dulce y perros-flauta travesera. Pero después dentro de sus bases, hartos del despotismo de Pablo Basílica, fueron surgiendo distintos grupos con diferentes sensibilidades: los perros-gaita, los perros-zambomba, los perros-corno inglés… los más bullangueros eran los perros-panderetas. Éstos reclamaban la creación del Ministerio de las tres jotas, como gustaban llamarlo, a saber, el Ministerio de la Juerga, el Jolgorio y la Jarana. Lo extraño de todo esto, es que no había perros-contrabajo. En fin, que dada su división interna y como aquello de que la unión hace la fuerza, sigue siendo una verdad como un castillo, pues no tuvieron mucha influencia.
El Ministerio de Educación, para dar por zanjadas las cosas, prohibió por decreto que en las clases de lengua y literatura se hicieran redacciones de terror. Se justificaba esta medida en consideración de la sensibilidad de la infancia y para evitar traumas infantiles como el que sufrió Narciso Pedrosa, uno de los niños de la clase de la seño Susana, que desde entonces se echaba a llorar cada vez que veía una imagen de Mariano Rasputín y prometió solemnemente que jamás lo votaría. Cosa que a Mariano le molestó muchísimo. La prensa nacional recibió la consigna de no volver a hablar del trágico suceso y con esto, se dio por cancelada esta historia de Uycomostán que fue, durante un corto tiempo tema de debate para todo el mundo. Y en el que se concluía con la expresión, “Uycomostán, is diferent”.