¿Qué pasa en Ucrania?
(Por Carlos Ibáñez) –
Rusia nació en Ucrania. Allí se dio la conversión de los eslavos al cristianismo. San Vladimiro, Príncipe de Kiev, se convirtió siendo bautizado, con su pueblo, en el río Dniéper. La principal calle de Kiev es la Kreschatik. Conserva el nombre en recuerdo de que por ella desfiló san Vladimiro con sus súbditos cuando se dirigieron al Dniéper para ser bautizados.
Desde Kiev se fue extendiendo el poder de sus príncipes hacia el norte y este, lo que hoy es Rusia. Los eslavos cristianizados, tuvieron que hacer frente a los mongoles. Grandes extensiones de lo que hoy es Rusia fueron conquistados por las hordas orientales. Las tradiciones rusas hablan de una batalla en la que los mongoles fueron derrotados por la milagrosa intervención del icono de N ª. Sª. de Vladimir. Algo que recuerda a nuestras tradiciones que hablan de la milagrosa intervención de Santiago frente a los musulmanes.
Los eslavos que posteriormente formaron el Imperio ruso y luego la URSS, siguieron divididos formando principados independientes. Surgió en Moscú la familia Romanov que se fue imponiendo. En el siglo XVIII los cosacos de Ucrania se sometieron al zar de Moscú. En una plaza de Kiev se halla la estatua ecuestre del “atamán” cosaco que reconoció a la emperatriz Catalina la Grande. Con el brazo extendido indica la dirección de Moscú.
Los territorios ucranianos orientales habían sido ocupados por los mongoles. Éstos fueron expulsados por los zares de Moscú y las tierras liberadas se repoblaron con rusos. Por eso el ucraniano se habla solamente en la parte occidental de Ucrania. Mientras que el ruso se habla en la oriental. En Kiev la rotulación es bilingüe. Pero el intérprete que me acompañaba, que dominaba ambos idiomas, en Kiev nunca usó el ucraniano; siempre el ruso.
Visitamos Ucrania, por motivos profesionales, en 1993. Pudimos comprobar los perjuicios que a la vida ucraniana había ocasionado la separación de la URSS. Los trenes llegaban con gran retraso, debido a los papeleos que había que resolver en el paso de las nuevas fronteras. Las empresas siderúrgicas carecían de gas natural. Y otros problemas menores. Mi acompañante intérprete, que era un niño de la guerra que había pasado toda su vida en la URSS, echaba pestes contra la reciente independencia.
Ucrania posee las mayores reservas de Europa de mineral de hierro. A su vez, la cuenca del “Donbass” es rica en carbón de hulla. Los soviéticos habían erigido importantes empresas siderúrgicas en las respectivas regiones de las reservas de mineral y las de carbón. Los trenes que llevaban el carbón de su zona a la del mineral, volvían cargados con mineral a la zona del carbón. No sabemos qué consecuencias ha tenido para la producción siderúrgica, el que el “Donbass”, la zona del carbón, se haya declarado independiente.
Referente a Crimea, los medios de comunicación no nos dan una información completa. Crimea no ha sido parte de Ucrania hasta mediados del siglo pasado, en que la incorporó Kruschef. Hasta el siglo XIX había sido un kanato tártaro. El imperio ruso se apoderó de Crimea. Fundó ciudades, la más famosa de ellas es Sebastopol, que pobló con rusos. Los tártaros seguían ocupando sus antiguos asentamientos, conservando sus leyes y costumbres. Cuando la guerra de 1941, los tártaros se integraron en las fuerzas alemanas y lucharon contra los rusos. Por ello, al fin de la guerra, Stalin los deportó a Siberia. Posteriormente fueron regresando en grupos reducidos. Pero en Crimea nunca ha habido ucranianos. Por eso Putin la invadió e incorporó a la Federación Rusa.
Por eso, es natural que Putin no admita un alejamiento de Ucrania de la Rusia actual. A los perjuicios de la separación de 1990, se añadirían otros parecidos. Perjuicios tanto para Rusia como para Ucrania.
Nuestros separatistas vascos y catalanes deberían reflexionar sobre estas realidades pues semejantes perjuicios se producirían con la independencia que sueñan. Cuando la convivencia de siglos ha establecido unas relaciones, romperlas, por seguir los sueños de unos ideólogos, tiene que originar grandes males para todos.
De todas formas, cometerá Putin un error garrafal si inicia algún movimiento bélico. Los males que originara el alejamiento de Ucrania de Rusia, serán “peccata minuta” comparados con los derivados de la guerra.
Y si cometiera ese error, errarían igualmente los occidentales si replican militarmente a la invasión. Seguimos pensando que los males que origina una guerra son infinitamente mayores que los derivados de la invasión.
La experiencia de las dos guerras mundiales del pasado siglo, nos mueve al rechazo frontal de otra nueva.