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11 de julio de 2024 3 / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / /

Por qué no soy marxista

(Por Javier Garisoain) –

Circula por ahí una entrevista que hizo el difunto Sánchez-Dragó al difunto Gustavo Bueno en la que este se declara marxista porque dice que “el marxismo es un episodio en la historia de la cultura y del pensamiento” y que como “ha influido decisivamente en el curso de la humanidad no se puede prescindir de él”. Pues que me perdone el bueno de Bueno pero eso no es ser marxista. Porque por esa regla de tres también habría que ser nazi en tanto que el nazismo es un episodio del que tampoco podemos prescindir. Supongo que en aquel momento a don Gustavo le dio un poco de pereza renegar de su marxismo juvenil. Ya se ve que el marxismo es algo bastante pegajoso.

Pero ser marxista es algo más. Para ser marxista hay que tener la superstición de que Marx fue un genio clarividente cuando la realidad es que fue un pseudoerudito desgraciado, amargado, colérico… y sucio.

El marxismo es una pseudorreligión que gracias a los 70 años de propaganda soviética ha endiosado a un pobre hombre. Es normal que sus adeptos piensen que estoy blasfemando contra su profeta cuando lo único que hago es poner las cosas en su sitio. Lean cualquier biografía un poco seria de Carlos Marx y verán que las intuiciones brillantes que tuvo -porque alguna tuvo-no justifican la veneración ciega que le tributan los comunistas.

Carlos Marx fue una mala persona, desagradecido y rencoroso, no ayudó nunca a ningún obrero, despreció a los que tuvo cerca, vivió como un parásito bohemio a costa del burgués empresario y rentista Engels. Sólo cuatro de sus ocho hijos llegaron a la edad adulta. Dos de ellas se suicidaron, el hijo oculto que tuvo con Helene, la sirvienta sin sueldo de la familia, Freddy, nunca fue reconocido por Marx. Hijo de judío converso se avergonzaba de su propia sangre. Fue un mediano poeta y periodista que se las daba de profeta, pero en ningún caso un autor serio ni científico. Toda el aura gloriosa de Marx es simple propaganda comunista. En realidad fue el colmo de la incoherencia. Y sí, además era un tipo bastante desaseado. Y ahora díganme si he exagerado en algo. Lean cualquier biografía medio neutral del personaje y búsquense algún otro profeta de vida un poco más edificante. Y de escritos un poco menos soporíferos.

Dicen los forofos del último profeta ateo que el comunismo marxista trajo cambios políticos importantes. Por supuesto. Esos “cambios” en busca del sistema político perfecto están recogidos en “El Libro Negro del Comunismo” que contabiliza así los más de 80 millones de muertos causados por la puesta en práctica de las profecías enloquecidas de Marx:

60 millones en la República Popular China
20 millones en la Unión Soviética
2 millones en Corea del Norte
2 millones en Camboya
100 mil en los regímenes comunistas de Europa oriental
100 mil en Hispanoamérica
30 mil en África
100 mil en la represión en la zona republicana durante la guerra civil española

En China el llamado “Gran Salto Adelante” del periodo 1958-1961, causó la Gran hambruna china y la destrucción del Tíbet. La Revolución Cultural del periodo 1966-1976 no fue mejor.

En la Unión Soviética la lista es terrible: campos de concentración del Gulag en el periodo 1918-1930; fusilamiento de rehenes o personas confinadas en prisión sin juicio y asesinato de obreros y campesinos rebeldes entre 1918 y 1922; liquidación y deportación de los cosacos del Don en 1920; la Hambruna de 1921-1922; la deportación de los kuláks de 1930 a 1932; la muerte de seis millones de ucranianos durante el Holodomor de 1932-1933; la Gran Purga de 1937-1938; la deportación de personas provenientes de Polonia, Ucrania, los países bálticos, Moldavia y Besarabia en los periodos 1939-1941 y 1944-1945; la deportación de los alemanes del Volga en 1941; la deportación y abandono de los tártaros de Crimea en 1943, de los chechenos en 1944 y de los ingusetios en 1944.

En Camboya el comunismo trajo cambios formidables como, por ejemplo, la deportación y exterminio de la población urbana.

Y todo esto sin contar los infinitos males espirituales causados por una pseudorreligión atea que normalizó la inmoralidad, la manipulación propagandística y la mentira como atributos del gobernante.

En fin, que cuidado con blanquear al marxismo como si fuera una inocua escuela de pensamiento. Hay por ahí marxistas declarados que a veces nos causan simpatía porque defienden un catolicismo ateo o un hispanismo racional. ¿Pudieran ser aliados en algún momento del pensamiento tradicional? Pudiera ser. Pero ojo, su pensamiento carece de consistencia porque mientras no renieguen de su ideólogo de cabecera no tendrán ninguna credibilidad.

 


(Nota: había puesto el vídeo de la entrevista por aquí pero por alguna razón ahora de pronto aparece como “no disponible” y “privado”.

A partir del minuto 36:

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3 comentarios en “Por qué no soy marxista

  1. identicon

    Xabier Arriada

    Estupendo resumen de Marx y el marxismo. Una de las ideologías más nocivas y letales cuando no la que más. Su popularidad radica en que da gusto al resentido que, con tal de ver a su vecino arruinado, no le importa empeorar sus condiciones de vida. Siempre Caín y Abel.

    Responder
  2. José mari

    El capital es un libro infumable un tocho un ladrillo
    Imposible de leer
    no lo han leído ni los comunistas

    Responder
  3. UN LECTOR

    Buenas tardes:

    Hay un principio elemental en la formación política y social que parece no le otorgamos la importancia que tiene: leer al amigo, al enemigo, al equidistante y a todo. Si sólo leemos aquello que nos complace, y lo digo desde una visión carlista, no lograremos “convencer” como comentaba ayer aportando al artículo que publicó don Javier. Es inexcusable leer lo que no nos gusta; en nuestro caso aquellos que critican el carlismo por ejemplo; cuanto más conozcamos al enemigo, más fácil resulta desmontar sus mentiras. Por lo tanto, leer a Marx, Hitler o a Adam Smith por ejemplo, es tan necesario como leer a San Agustín por poner un ejemplo.

    Pero me desvío… Cuando don Javier comenta las delicias higiénicas de Marx, me acuerdo de la turbulenta vida del pintor Caravaggio, lo cual no resta valor a su obra; como no resta valor a lo interesante que hay en la obra de Marx.

    Sin hacer publicidad, el interesado sabrá encontrar el libro, diré que leo, estos días, una obra escrita por un joven y controvertido filósofo italiano sobre Marx y la libertad. Es muy ilustrativo, para cualquier lector entiendo, cómo se describe el proceso por el cual, nuestro enemigo el liberalismo convierte al hombre “libre” en “esclavo”, el esclavo asalariado, la forma ladina en la que nos hacen creer lo que no somos para convertirnos en lo que tampoco creemos que somos: esclavos de la plutocracia liberal.

    En fin, que creo que de todo libro, de cualquiera se puede sacar algo positivo para nuestra existencia.

    Atentamente,

    Responder

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