Poco de qué alegrarnos
(Por Carlos Ibáñez) –
Nos referimos a los resultados de las pasadas elecciones. El triunfo ha sido del PP. Por tanto, ha sido un triunfo de la tibieza. Aún así los resultados del PSOE no son de desdeñar. Eso demuestra el mal que corroe a España. Si el pueblo español estuviera sano la derrota del PSOE tenía que haber sido mayor, dados los resultados del gobierno de Sánchez.
Además, el triunfo ha sido propiciado por la abultada abstención. Esta muestra un aspecto negativo: la falta de interés de los españoles por el bien común. Aunque también tiene su cara positiva: la democracia pierde adeptos en España.
El PP ha obtenido en otras ocasiones mayorías absolutas. Y no hizo nada por rectificar las políticas que había impuesto el PSOE. Mantuvo todas las leyes antinaturales que había promulgado. Eso nos indica lo que podemos esperar de su triunfo.
Lo único que nos da cierta alegría es el aumento experimentado por VOX. Y nuestra alegría no es completa porque el triunfo, aunque augura un futuro mejor, no permite a VOX influir en la vida política en el grado que sería de desear.
A la vista de los resultados, a una gran mayoría se nos ocurre que acuerdos entre Vox y el PP permitirían una política que corrigiera los excesos de las pasadas administraciones de la izquierda. Pero no vemos en el PP esos deseos de llegar a tales acuerdos. Al contrario, muchas voces autorizadas del PP los rechazan abiertamente.
Pero supongamos que se hacen realidad. ¿No perdería VOX gran parte de su atractivo al verse obligado a ceder en muchas de sus aspiraciones? Es una ley física que cuando entran en contacto dos cuerpos, uno tibio y otro caliente, el caliente va perdiendo su temperatura. Ese es el peligro que acecha a VOX.
A nosotros, los carlistas, nos corresponde seguir manteniendo bien alta la bandera de la Tradición. Para que los españoles vean en ella los únicos principios que pueden salvar a España. Y los apliquen, aunque no militen en nuestras filas. Y es que la Verdad es atractiva por su belleza. Y nuestra causa es la Verdad.
Mientras tanto no dejemos ni un instante de pedir a Dios y a su Santísima Madre por España. Cuando recemos el Padrenuestro detengámonos en la petición de “Venga a nosotros tu Reino”.