Milei, Sánchez y Franco: de insultos y respuestas
(por Javier Urcelay)
El presidente argentino Javier Milei no es santo de mi devoción. No comparto su liberalismo radical, ni su incontinencia y extravagancia. Otras cosas si.
En su visita a España, Milei ha ofendido a Sánchez, llamándole “calaña”, y ha acusado a su esposa Begoña Gómez de “corrupta”. Ambas cosas se las debía haber ahorrado. Es de elemental diplomacia no meterse en los asuntos internos de un país al que se visita como mandatario de otro (lo del viaje privado no cuela). Ni sentenciar sin respetar la presunción de inocencia.
Claro que previamente el ministro Puente había calumniado/insultado a Milei, acusándole de drogarse o estar drogado. Y no pidió disculpas, a pesar del revuelo que tal ofensa produjo en Argentina. Tampoco Sánchez lamentó lo dicho por su defensa-central-cañero o se disculpó en nombre del Gobierno.
Milei ha preferido devolver la bofetada y perdido la oportunidad de demostrar que todavía hay diferencias.
Los insultos del mandatario argentino le han escocido al presidente del Gobierno de España, como le gusta denominarse, al punto de ordenar a su ministro de Exteriores que llame a consultas a los respectivos embajadores. Ha llegado incluso a amenazar con romper relaciones diplomáticas con el país hermano.
Felipe Utrera ha escrito en las redes un mensaje narrando un episodio que quizás oyó contar a su padre:
En un cierto momento, el ministro de Asuntos Exteriores de entonces, Don Gregorio López Bravo, informó a Franco de los insultos que le había dedicado el presidente mejicano Echeverría.
Franco preguntó: – ¿Me han insultado a mí o a España?
-Han sido insultos personales, Excelencia.
-En tal caso, no está justificada ninguna acción que implique sacrificio de los intereses nacionales.
Hasta aquí lo que sabemos. Echeverría pasó, y Franco permaneció.
Felicito a Felipe Utrera la oportunidad para traer a colación este episodio. Hay veces en que una anécdota cobra valor de categoría.
Esta es la diferencia entre un estadista que mira por el bien común y un inmoral que solo piensa en agitar el patio para beneficio propio. Entre la talla de un gobernante y un saltimbanqui de la política.
Hay 15.000 millones de inversiones españolas en Argentina. Intereses nacionales, que diría Franco. Pero el señor Sánchez considera que todo eso, no vale lo que darse el gusto de sacar pecho y enseñar la navaja. O aprovechar para arañar unos votos ante el peligro de la ultraderecha y la derecha, como repiten los megáfonos de la granja orweliana.
Aunque no hace ni un mes que un miembro de su gobierno hubiera llamado drogata, sin venir a cuento, al presidente de una nación hermana. Y a Sánchez no se le pasara por la imaginación ni reconvenir a su ministro-defensa-central-cañero, ni pedir disculpas en nombre de su Gobierno.
La comparación entre los personajes de esta pequeña historia, queda a criterio del lector para que saque sus propias consecuencias.
2 comentarios en “Milei, Sánchez y Franco: de insultos y respuestas”
Enrique Goicoechea
Franco, siempre Franco, marcando la diferencia con estos chisgarabís de la política actual española que apenas darían la talla como delegados de curso.
Juana de Beira
Con todos los respetos al autor y al artículo. El radicalismo liberal en economía del presidente argentino, del todo vale y sálvese quien pueda, trae como consecuencia de sus injusticias sociales el marxismo político. Javier y Pedro son dos caras de la misma moneda del sistema, una sostiene a la otra. La Ley de Sucesión, aprobada por el Jefe de Estado que el artículo pone de ejemplo, es la responsable de que esta moneda circule en nuestro país. El hijo del ministro, mínistro que fue candidato al senado por la derecha liberal en la transición, siendo exministro, que también se menciona en el artículo ha pedido el voto para la derecha liberal que invito al argentino; por lo cual también padre e hijo son responsables de que la moneda, con dos caras del sistema este en circulación.