Los políticos no se entienden
(Por Carlos Ibáñez) –
El televisivo cocinero Karlos Argiñano nos ha dicho que su padre, aunque era pobre, era de derechas. En una corta intervención nos ha hecho ver que él no sigue las ideas políticas de su padre. Y también que no está de acuerdo con los políticos actuales porque no se entienden entre ellos.
El padre de Argiñano fue carlista. Posiblemente se debiera a ello el nombre que puso a su hijo… Y aunque éste se manifiesta como ajeno al pensamiento político de su padre, algo le queda de su Carlismo.
Efectivamente: Ha manifestado que no está de acuerdo con los políticos actuales porque no se entienden. Y ese no entenderse los políticos, en un sistema democrático como el actual, es uno de los motivos que hace que los carlistas permanezcamos leales a nuestros principios. La democracia es la guerra civil incruenta, dijo Charles Maurras. La democracia debería ser llamada demogresca, ha dicho el Padre Castellani.
Y esto tenemos que tener muy en cuenta los carlistas. Luchamos sí. Pero porque haya paz entre los españoles. Por eso nuestro modo de hacer política tiene que ser distinto al de los grupos nacidos de los principios de la Revolución. Ellos buscan “su” victoria. Nosotros buscamos la victoria de Cristo Rey. No nuestra victoria.
En los años en que a nuestra cabeza teníamos al Rey Legítimo, éramos conscientes que ese Rey lo era de todos los españoles. Y que su venida a la Corte de Madrid era en beneficio de todos los españoles.
El cansancio que entre los españoles está produciendo el sistema democrático, augura una mayor participación del Tradicionalismo en la política española. Desde ahora tenemos que afirmarnos en la convicción de que nuestra victoria no puede ser de un partido, en beneficio de nuestro partido. Nuestra victoria tiene que ser para todos los españoles.
Por eso nuestra manera de actuar tiene que distinguirse de la que siguen los partidos actuales. Nos insultarán, y nos veremos tentados de contestar con el insulto. No caigamos en ese error. Al insulto podemos contestar con razones, porque las tenemos. Son nuestros enemigos, hijos de la Revolución, los que, careciendo de ellas tienen que recurrir a la calumnia y al insulto.
El “poner la otra mejilla” es una actitud muy práctica. Aparte de ser un mandato del Señor. Mostrará nuestra negativa a participar en la demogresca y convertirnos en unos factores de la ruina de España.
Somos humanos. Y no siempre hemos actuado como nos lo exigían nuestros principios. Pero la experiencia vivida en los años posteriores a la Cruzada, me permite proclamar que los carlistas estuvimos en los primeros puestos en la reconciliación (reconciliación muy anterior a la Constitución) que se dio entre los españoles. Tomemos ejemplo de aquellos antecesores nuestros y hagamos en propósito de seguir en la misma línea.