Las balanzas fiscales tienen pies
Quizá el gallego de la Moncloa al final consiga algo de su tancredismo popular. Nuestro reloj parado que da la hora exacta dos veces al día. Puede ser su mayor éxito. Se sabe de un gran banco, que ahora tiene su domicilio fiscal en la Comunidad autónoma de Cataluña, que está pensándose cambiarla. Otras grandes empresas y bancos cavilan en la misma dirección. Apuntan a Madrid, también a Alicante o Palma (por no ofender a parte de sus clientes y continuar en els països, ya se sabe).
Ocurre que el mapa de mayor implantación de los nacionalismos coincide con las áreas de mayor renta. En todos los países. Se dice siempre que para ser nacionalista hace falta ser rico. No mucho, sino más que el vecino. Tampoco es cierto que haya que ser más rico, basta con creérselo. La riqueza -como todo hoy- es un sentimiento. No hay que ser más alto para mirar desde arriba.
Lo curioso de la magia de los números es que un simple cambio en la escritura registral provoca que los beneficios de una sociedad se computen en otra autonomía. Así, aunque la situación económica permanezca sin alteración, el beneficio contable fluirá hacia otros territorios. La redistribución posterior queda igual, pues el gasto se aprueba en los presupuestos. Cataluña recibirá lo mismos servicios públicos pero a efectos de esas curiosas balanzas fiscales que reparten ingresos y gastos por territorios, la Generalitat cambiará de acreedor a deudor destrozando el argumentario nacionalista, porque si las empresas catalanas sacan sus domicilios fiscales se acaba el desfase ése de las balanzas. Ya no serán acomodados burgueses y eficaces trabajadores expoliados por la metrópoli sino menesterosos subvencionados. Y todo ello con el mismo esfuerzo de la misma gente.
Me contó el peluquero personal de Puigdemont que su cliente se deja los pelos largos para poder tirarse de ellos cuando se publiquen las balanzas fiscales. Vaya, que él está preparado por si algún lustro de estos a alguien se le ocurre calcularlas y publicarlas. Mientras tanto el mocho crece y crece. Si esto del cambio de domicilio fiscal se repite mucho, ya puede ir pidiendo hora que -me temo- nadie en su partida volverá a sacar el tema… por lo menos allí.