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30 de noviembre de 2017 0

La lotería de Navidad

 

 

Era la primera vez que los niños de San Atilano, Felipe Fernández Ruiz y María José López Albinoni, iban a cantar los números de la lotería de Navidad que como cada año venían celebrándose en Lotostán desde principios del siglo XIX. Felipe, a pesar de su corta edad, ya tenía experiencia de lo que es tener mala suerte en la vida. Le había pasado de todo. No el balde le llamaban “El gafe”. Ningún niño quería formar pareja con él para cantar los números de la lotería, así que a la fuerza pusieron a María José, Mari Pepa, como la llamaban en el Colegio. El pobre Felipe, acomplejado por su mala suerte, y aislado del resto de sus compañeros, pensó que el poder cantar el premio gordo de la lotería de Navidad, sería una reivindicación frente a los supersticiosos que la tenían tomada con él. ¡No sabía el pobre lo que le esperaba!.

 Empezó puntualmente el acto, como era costumbre y los niños fueron cantando a dúo los números y los premios de la lotería, y fueron desgranando poco a poco, con rítmica monotonía los números y los premios, como si de una letanía se tratara: 23.455, miiil eurooos, 21.125, miiil eurooos, 45.447, miiil eurooos,….. Se acabó la primera tabla sin que hubiera salido ningún premio importante.

 La segunda tabla la tenían que cantar a dúo Mari Pepa y Felipe, ella cantaría el número y él, el premio correspondiente. Empezaron a cantar y nada más empezar ella, fue a cantar el número y Felipe, todo ilusionado, puso la mano sobre los alambres para no introducir las bolitas, porque ¡había salido el gordo!. Mari Pepa cantó: Ciento cicueeenta y cincooo y Felipe, con una inefable cara de felicidad contestó: cuatro milloneees deee eurooos. El preceptor que se encontraba detrás de Felipe, pegó un respingo, le dio un fuerte manotazo en la cabeza diciendo: “Niño, eso no se dice”. Felipe, fue a parar de boca al suelo y la bola salió rodando hacia el público que ya se había puesto en pie. El revuelo que se había formado era indescirptible. Todos gritaban: “el 155”, “el 155”. Nadie sabe de donde empezaron a salir banderas de Lotostán y el publico empezó a saltar mientras gritaba: “Yooo soy lotostañol, lotostañol, lotostañol.” Otros más exaltados gritaban: “¡Viva Lotostán!” y algunos pepinos, que siempre los hay, gritaron: “¡Viva la Constitución”!

La televisión oficial retransmitía con circunspección lo que estaba ocurriendo, no así las digitales que retransmitían con inefable emoción el primer premio de la lotería de Navidad, y en seguida se corrió por todo Lotostán que Felipe y Mari Pepa, “El duo de la Revoltosa”, habían cantado el gordo en el número 155.

El problema surgió cuando hubo que comprobar el premio. Como a Felipe se le había caído de la mano y había ido rodando hasta el público, con el revuelo que se había formado, la bolita no aparecía y el notario no podía dar fe de que el premio efectivamente era el que había cantado Felipe. Se intentó sacar al público del teatro abriendo las puertas, pero lo único que se consiguió fue que entraran más personas, algunas exhibiendo el décimo con el número 155. El griterío era impresionante. Felipe sentado en el suelo, con dos lagrimones en los ojos decía “he cantado el gordo y aún me pegan”.
Al final tuvo que suspenderse el sorteo, se tardó toda la mañana en despejar el teatro, que quedó hecho una pena y abrir un expediente gubernativo de todo lo ocurrido. Pero en la calle siguió el tumulto, pues a Felipe y Mari Pepa, los sacaron en hombros y los pasearon por las calles aclamandolos y ondeando banderas de Lotostán con toro incluido. Todo fue terminando por agotamiento al caer la tarde y Felipe y Mari Pepa volvieron al Colegio bastante tarde y maltrechos.

 En el Colegio se abrió otro expediente para investigar por qué Felipe y Mari Pepa habían cantado el gordo en el número 155. Se pensaba que había tongo. De hecho se interpuso una denuncia por parte de los separatistas y otras por los separadores. Unos protestaban de que el gordo fuera el 155 y los otros protestaban de que se hubiera anulado el sorteo por haber salido el premio gordo en ese número.

 A los dos día, una de las limpiadoras, encontraron la bolita con el premio gordo en un rincón de fondo del teatro. Pero para entonces, aquello carecía de toda validez, porque diez lotostañoles más se habían personado presentando bolitas semejantes.

Por otro lado se empezaron a dejar de ver banderas de Lotostán, con el famoso toro y empezaron a verse cada vez más con el número 155 y un avispado bodeguero sacó un nuevo cava con la marca 155. Ese año arrasó en el mercado y más de una bodega de cava tradicional tuvo que reconvertirse en fácbrica de gaseosas. Y aunque, no todo le fue bien, porque le pusieron una demanda por competancia desleal, al final se salió con la suya. Ganó el pleito y se hizo con casi todo el mercado nacional del cava y aún en la Unión Europea consiguió desbancar a no pocas marcas de champán.

 Mientras tanto, Mari Pepa, había dejado de hablar a Felipe que cada día se sentía más acomplejado y más solo. Al final, el expediente se resolvió expulsando a ambos del colegio de San Atilano, más que nada para salvaguardar la buena imagen del colegio. Y lo que parecía una desgracia para Felipe, se convirtió en un cambio radical en su vida: un avispado periodista separatista, habló con él y le convenció de que escribiera sus memorias con todos los episodios de mala suerte que había tenido en sus corta vida y encauzó el relato como una serie ininterrumpida de aparentes injusticias que Felipe sufría por culpa de su karma negativo, ya que en su anterior vida había sido un general lotostañol, centralista, del tiempo de Felipe V, que había machacado literalmente las tropas de voluntarios que valientemente se le enfrentaron en defensa de sus libertades. Ahora no hacía otra cosa que pagar por todo aquello, pues su karma no sólo era muy negativo, sino que además un espíritu de un matemático separatista, se había vengado sacándole la raíz cuadrada, así que ahora tenía un karma imaginario y por lo tanto, imposible de regenerar. A Felipe todo eso le vino muy bien porque por un lado, su historia se vendió muy bien entre el público separatista y por otro le dio una tremenda popularidad en todo Lotostán por la lástima que daba su karma imaginario.

 Para el que no entienda lo que es tener un karma imaginario, habrá que explicar que es como declarar la independencia de una región y decir que se hace simbólicamente para poder evitar ir a la cárcel y que el juez lo mande a la cárcel, pero advirtiendo que solo lo encarcela simbólicamente, y allí se queda como símbolo de la demencia política y jurídica de un estado.

Por fin la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado, S.A. resolvió el expediente dando por bueno el premio gordo en el número 155, pero decidió eliminar ese número de todos los demás sorteos que en adelante se celebrasen para evitar más problemas.

 

 

 

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