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16 de enero de 2020 0

La Iglesia no tiene que pedir perdón

La Iglesia no tiene que pedir perdón

por Carlos Ibáñez Quintana

Periódicamente aparecen en la prensa escritos que se refieren a la posición de la Iglesia durante los años de actuación de ETA. Con distintos matices, se llega a hablar de una complicidad con la banda terrorista y de la obligación que tiene la Iglesia de hoy de pedir perdón por ello.

Hablemos con propiedad, ateniéndonos a la realidad. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la Iglesia no puede pecar. Pecamos nosotros, los hijos de la Iglesia. Pecamos de muchas maneras; no sólo por nuestra acción política. Y esto que decimos no es nada nuevo. Ya dijo el Señor que él había venido para salvar a los pecadores.

Que somos pecadores lo recuerda la Iglesia constantemente. Todos los actos litúrgicos comienzan con una petición de perdón. Los que dicen que la Iglesia debe pedir perdón por algo, no se dan cuenta que los fieles lo hacemos todos los días. Seguramente porque no participan de la liturgia de la Iglesia. O, si participan, porque lo hacen rutinariamente.

Por eso, afirmamos que la Iglesia no tuvo ninguna complacencia con ETA. Hubo una complacencia, pero fue obra de una parte de sus miembros. Y éstos son los que tienen que pedir perdón por ello.

Y creemos oportuno detenernos en la actuación de esos miembros y valorarla debidamente. Se ha llegado a decir que ETA se fundó en un seminario. Y eso es mentira. Nunca se ha precisado en qué seminario o centro religioso se fundó.

La Iglesia, como continuación de la presencia de Jesucristo en la tierra, es objeto preferente de los ataques de Satanás. Y de ahí tantas campañas contra ella. La acusación de su complicidad con ETA es una más. Los que somos los primeros enemigos de ETA, que fuimos los primeros objetivos de sus ataques, cometeríamos un error grandísimo si nos uniéramos a esa campaña.

Reflexionando sobre este problema llegamos a la parábola de la cizaña. El Padre de familias sembró buen trigo. El enemigo sembró cizaña. Y el Padre de familias ordenó que no se arrancase la cizaña hasta que llegase el tiempo de la siega. Con esta parábola Nuestro Señor anunciaba algo que ha sido realidad en la historia de la Iglesia: en su seno no ha dejado de haber cizaña.

En la Iglesia universal podemos ver muchas cosas que no nos gustan. Son la cizaña que anunció el Salvador. Quisiéramos verlas desaparecer. Pero arrancar la cizaña no es deseo del Padre celestial.

En el País vasconavarro, entre otras formas de cizaña, tenemos una que, personalmente, denominamos “euskolatría”. Muchos nacionalistas vascos mezclan su adoración a Dios, con otra adoración a “lo nuestro”. No nos entretendremos en dar detalles, pero podíamos hacerlo.

En una de las Jornadas “católicos y Vida Pública” que se celebran cada año en Bilbao, los Obispos de Vitoria y San Sebastián manifestaron claramente que una de las causas del retroceso de la Fe en nuestra tierra, ha sido el nacionalismo. Al terminar la sesión, nos acercamos al Obispo de Vitoria, le felicitamos por la claridad con que habían hablado y le propusimos que iniciaran gestiones, cerca de las autoridades del PNV, para que dejasen de celebrar el “Aberri Eguna” (Día de la Patria) coincidiendo con el Domingo de Resurrección. Nos contestó con una negativa que denotaba impotencia. No se atreve a arrancar la cizaña.

Esa cizaña tiene la forma de un clero nacionalista, no numeroso, pero bien organizado, Importante en los inmediatos años posteriores a la Cruzada. Y es la que dio lugar al apoyo que ciertos clérigos prestaron a ETA. Al silencio de los demás ante sus crímenes.

El Obispo don Juan María Uriarte, auxiliar de Bilbao, primero y titular de San Sebastián después, ha sido uno de los objetivos de esa acusación, de silencio ante ETA. El Obispo Uriarte hubo de celebrar el funeral por un primo suyo asesinado por ETA. No creemos que el silencio del que se le acusa respondiera a simpatías por la organización. Hay algo, que a nosotros se nos escapa, que le impidió actuar como nos habría gustado. Algo relacionado con el no arrancar la cizaña que ya preconizaba Nuestro Señor.

Resumiendo: si las cosas han ocurrido así, es que no ha habido posibilidad de que ocurrieran de otra forma. Quienes acusan a la Iglesia vasca de complicidad con ETA, lo hacen de mala fe. Son instrumentos de Satanás. En 1971, en la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes hubo una propuesta de que la Iglesia pidiera perdón por su actuación durante la Cruzada. La misma inspiración satánica, que impulsa a los de ahora, impulsaba a los de entonces: el asunto era, y es, atacar a la Iglesia.

Para terminar; recordaremos que la Iglesia no la forman sólo el Clero y l Jerarquía. Los seglares somos también Iglesia. Y si la Iglesia tiene que pedir perdón, también los seglares tenemos que participar en esa petición de perdón. Y entre los seglares, están las víctimas de ETA. Llegaríamos al absurdo, si es que la Iglesia tuviera que pedir perdón, que las víctimas de ETA tendrían que pedir perdón por complicidad con sus verdugos.

Además, el perdón debe pedirlo quien ha cometido la falta. Lo Obispos actuales no tienen ninguna responsabilidad sobre lo que hicieron otros en tiempos pasados.

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