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19 de abril de 2019 0 / / /

LA DESOLACIÓN ESPIRITUAL CATÓLICA. OBSERVACIONES A LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE ESPAÑA

El saber, en general los saberes, stricto sensu, requieren certeza, es decir, conocer la necesidad de lo sabido. Esto es: que eso es así, sólo puede ser así y es imposible que sea de otra manera. En eso consiste demostrar, en establecer la necesidad de una conclusión. ¿Qué se gana con la necesidad de una conclusión? La certeza.

El problema estriba en que conseguir el saber, conseguir la certeza, (que necesitamos, porque es el fin del entendimiento —y por tanto una parte importante de la vida que se desarrolla mediante la inteligencia y la voluntad—), no es materia fácil, porque vivimos en un mundo contingente, donde las cosas pueden ser de un modo, o de otro, según potencia y acto.

Decía Aristóteles que la materia más difícil en aleccionar a los discípulos más jóvenes era la Ética, porque al no tener experiencia de la vida, no llegaban a alcanzar las consecuencias verdaderas de las acciones. ¿Qué es lo bueno? Lo que mejora nuestra vida y eso no se conoce, ni se explica, mediante la ciencia moderna: las matemáticas, la física, la biología o la antropología —aunque esta última tiene más de fabulación que de ciencia—, que restringen el objeto a cantidad y posición.

La simplificación es un procedimiento de abstracción, que considera ciertos elementos, no considerando otros elementos, simplificando el objeto. En la medida en que un saber es más abstracto, sus soluciones son intrínsecamente más probables, acercándose a la certeza a través de una simplificación del problema, reduciéndolo, en la medida de lo posible, a cantidad y posición. En la abstracción, la selección de los elementos a tener en cuenta son fruto de una elección, es un artificio de la voluntad que crea una metodología que debe ser adecuada al objeto. Cuando se piensa que sólo tiene existencia aquello que es lo que se tiene en cuenta, que sólo existe lo que tiene cantidad y posición, se está acomodando y deformando la realidad para que se adapte a la premisa.

En la resolución de un problema técnico, crear o fabricar un ingenio, utilizar la física, la matemática, está muy bien, pero si se quiere resolver otro tipo de cuestiones, la física, la matemática o la química, no pueden dar respuesta. Si se utiliza una red de cazar conejos, para intentar atrapar mosquitos, aunque el experimento se realice miles de veces, será imposible atrapar ninguno, llegando a la conclusión, por tanto, de que no existen, a pesar de que la realidad confirme lo molestos que son. Se tiene que emplear otra metodología, otro saber.

Respecto al “bien”, la “belleza”, los trascendentales, etc., si se usa una metodología abstracta, que sólo tiene en cuenta cantidad y posición según criterios mensurables matemáticos, la “belleza” quedaría reducida a una reacción química cerebral subjetiva. Esto es lo que en filosofía se determina como el “lecho de Procusto[1], símbolo de conformismo y uniformización. El “lecho de Procusto” es, por tanto, una norma arbitraria para la que se fuerza una conformidad exacta. Es un reduccionismo aplicado, también, en aquellas falacias en las que se trata de deformar los datos de la realidad para que se adapten a las hipótesis previas.

¿Cuál es, entonces, la raíz común de todos los saberes? Pues es también la raíz de toda certeza: en cualquier tipo de conocimiento, todo racionamiento descansa en una premisa lógica: «sólo “es” lo que “es”, siendo imposible que, además de lo que “es”, se dé también lo que “no es». Lo que se denomina principio de no contradicción.

¿Por qué de unas premisas se obtiene una conclusión? Porque si no, se caería en contradicción y la contradicción en el “ser”, en cuanto “ser”, no puede darse, es un imposible absoluto. Y ¿Por qué no puede darse? Porque hay realidad, hay una única realidad y lo que “no es”, no es alternativa del “ser” que “es”.

Si además del “ser”, al mismo tiempo, pudiera darse la “nada[2], algo podría “ser” y también “no ser”, podría haber contradicción; pero el “ser” carece de alternativas: la “nada” no es un estado de las cosas, la “nada” no es una posibilidad, porque posible es lo que puede “ser” y la nada no puede “ser”, «sólo es ser” lo que “es». El “ser” es único, sólo hay realidad y no puede haber nada además de realidad. Por eso el saber del “ente”, en cuanto “ente”, por eso el conocimiento, por eso hay “Verdad” (lo adecuado a lo que “es”); y por eso hay “bien” (lo que queremos que sea). El fundamento de la “Verdad”, de la necesidad, lo que presta necesidad a la conclusión, el fundamento de la certeza, el fundamento del objeto del entendimiento, es el “ser”. En último extremo esto ocurre porque todo proviene de Dios, que es el “Ipsum Esse Subsistens” (el ser subsistente por sí mismo).

El hombre, animal racional, ha de ir resolviendo cotidianamente, no las verdades eternas, que serían cuestiones más importantes, sino las cuestiones más urgentes que se presentan: alimento, vestir, cobijo, etc., por tanto, la inteligencia adquiere costumbre de pensar conforme lo que suele ser el objeto cotidiano de sus preocupaciones. La visión de la realidad va siendo, poco a poco, la visión de las cosas que nos rodean, de tal manera que lo más real pareciera que es lo que nuestros sentidos ven y tocan como real.

Los sentidos conocen a base de cambios físicos, por influencia en nuestros órganos y, por tanto, siempre son objetos que podrían ser así o podría ser de otro modo, como todo lo que es móvil, como todo lo que cambia. Por eso los sentidos tienen siempre un conocimiento contingente, los sentidos nunca dan certeza por lo que, lo más real, en nuestra vida, sin embargo, es el conocimiento de lo que pensamos y lo que queremos, eso que no vemos y no tocamos. ¡Qué cosa hay más cierta que lo que conocemos con nuestro entendimiento y que lo que queremos con nuestra voluntad!

¿Qué es lo que sí puede dar certeza? Pues aquello que es capaz de conocer el “ser”, aquello que es capaz de conocer lo real en tanto que real y no sólo un modo delsercontingente y eso es el entendimiento, la inteligencia, que sí puede conocer, saber, y puede saber porque puede alcanzar certeza. Es ese carácter esencial que tiene el conocimiento de lo real, que es el fundamento de la verdad, el fundamento de la certeza y es, del mismo modo, también, el fundamento del fin de la voluntad, que es asegurar lo que se quiere. Por eso la ciencia del “ser”, el conocimiento del “sercomo acto. No conforme a una visión animal —de sensaciones que pueden ser verdaderas o falsas—, sino fundamentado conforme a un conocimiento intelectual, conforme a un conocimiento racional [3].

Vallamos, pues, a la realidad. Los datos publicados recientemente por el Centro de Investigaciones Sociológicas del Estado Español (CIS) son demoledores y exigen una profunda reflexión.


Estudio nº3207. BARÓMETRO DE MARZO 2018; nº de muestra 2.466

[http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/3200_3219/3207/es3207mar.pdf]

Pregunta 36 aa

ESTUDIOS%
Sin estudios5,5
Primaria18,0
Secundaria 1ª etapa23,2
Secundaria 2ª etapa13,2
F.P.17,7
Superiores22,1
Otros0,1
N.C.0,2
(Nº)(2.466)

 

Pregunta 37 ¿Cómo se define Ud. en materia religiosa: católico/a, creyente de otra religión, no creyente o ateo/a? 

Católico/a70,6
Creyente de otra religión2,2
No creyente15,1
Ateo/a9,6
N.C.2,4
(Nº)(2.466)

 

Sólo a quienes se definen en materia religiosa como católicos/as o creyentes de otra religión (1 o 2 en P 37) (N=1.797)

Pregunta 37a ¿Con qué frecuencia asiste Ud. a misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales? 

Casi nunca62,2
Varias veces al año12,4
Alguna vez al mes8,3
Casi todos los domingos y festivos 

13,7

 

Varias veces a la semana2,1
N.C.1,3
(Nº)(1.797)

 

Otras preguntas que revelan situación con relación a la muestra:

Pregunta 38 ¿Cómo calificaría Ud. su situación económica personal en la actualidad: muy buena, buena, regular, mala o muy mala?  

Muy buena1,5
Buena38,4
Regular46,6
Mala10,1
Muy mala3,0
N.S.0,0
N.C.0,3
(Nº)(2.466)

 

Pregunta 40 ¿Cuántas personas viven en su hogar, incluido Ud. y el servicio doméstico, si duerme en casa?  

Vive solo/a12,7
2 personas33,1
3 personas24,5
4 personas20,9
5 personas6,2
6 personas1,9
7 personas0,4
8 personas0,2
10 personas0,0
N.C.0,1
(Nº)(2.466)
Media2,84
Desviación típica1,26
(Nº)(2.463)

 

Sólo a quienes no viven solos/as (todos excepto 1 y ‘n.c.’ en p 40) (n=2.151)

Pregunta 41. La persona o personas que conviven con Ud. habitualmente son… (Respuesta múltiple. Redondear todas las que mencione la persona entrevistada)

Su cónyuge64,8
Su pareja (no casado/a)9,3
Su padre12,9
Su madre17,9
Su/s hijo/a/s4 8,1
Su/s hermano/a/s11,4
Otras personas con parentesco (suegros/as, abuelos/as, nietos/as, cuñados/as, sobrinos/as, etc.)6,4
Otras personas no emparentadas3,0
N.C.0,2
(Nº)(2.151)

 

Pregunta 42 ¿Cuál es su estado civil?

Casado/a54,4
Soltero/a30,3
Viudo/a8,5
Separado/a1,9
Divorciado/a4,7
N.C.0,1
(Nº)(2.466)

 

Sólo a quienes no están casados/as (2, 3, 4 o 5 en p 42) (n=1.122)

Pregunta 42 a ¿En cuál de las siguientes situaciones se encuentra Ud.?  

No tiene pareja59,5
Tiene pareja pero no comparten la misma vivienda16,7
Tiene pareja y comparten la misma vivienda22,1
N.C.1,7
(Nº)(1.122)

 

La lectura, entre líneas, de la encuesta demuestra una realidad social esquizofrénica y una desoladora realidad religiosa:

del 70´6% de los que se declaran católicos, con una representación familiar (un 93´2% de casados, solteros y viudos, que van desde el “vive solo” a “4 personas” (que representan el 91´2%, de los que un 89´2 son estables y sólo un 1,9 son separados y un 4,7 divorciados), sólo un 13´7%  cumple el mandato de fiestas de guardar; es decir, de una muestra  —si no hay elementos extraños ocultos—, que, teóricamente, entraría en lo que podríamos denominar “bastante normal”, los que se consideran católicos, viven mayoritariamente una religión católica “a su modo”.

Por otro lado, La Fundación Ferrer Guardia presentó, el martes 9 de abril de 2019, el Informe de 2018, octava edición, con el subtítulo “Pensamiento crítico, razón por la emancipación”, en el que se muestra una radiografía de religiosidad vs. laicidad en España. El dato más relevante del Informe indica que de cada diez matrimonios que se celebraron en 2018, ocho fueron civiles, sin concurso de rito religioso alguno, siendo Cataluña el lugar donde se celebraron más matrimonios civiles con un 90,9 % en el año 2018. Por comparar la evolución, se apunta que en 1992 el 79,4 % de los matrimonios eran religiosos, superado ese porcentaje actualmente por los matrimonios civiles.

¿Y cómo es ésto posible?

Rotundo éxito … para el “mundo“ e irreparable pérdida de almas para la Iglesia. El fracaso está más que a la vista para quien quiera verlo (decía S. Ignacio «Para aquellos que creen, ninguna prueba es necesaria. Para aquellos que no creen, ninguna cantidad de pruebas es suficiente».

Miles de sacerdotes han abandonado su ministerio; se cierran seminarios y conventos faltos de vocaciones; muchos, se avergüenzan, disfrazándose de seglares; otros pretenden una “fe a medida”; ha decaído el ascetismo y el sentido escatológico de la vida, en pos de la búsqueda de una inexistente felicidad de auto ayuda y falsos mitos orientales de meditación; escándalos diversos …

Pareciera que en esta “Nueva Cristiandad” posconciliar que se nos ha planteado, todo consistiera en que los hombres de la Iglesia no tienen ya más misión que la de ponerse al arreglar este “mundo”, la de ser meros “administradores” de “onenges” o monumentos culturales, incorporando a la religión un humanismo antropocéntrico secularizador adquirido por un voluntarista “hombre moderno”, apareciendo lo que Maritain, al que (a pesar de su conversión) su subconsciente cultural traiciona en más de una ocasión —al haber sido educado en el republicanismo francés laicista, el protestantismo y un  historicismo chovinista anti español (especialmente en cuanto al Imperio y la Contrarreforma)—, llama la «misión propia de la “actividad profana cristiana” respecto al mundo», consistente en la proposición de la “ciudad pluralista” (pluralismo económico, jurídico y político), la “tolerancia civil” y una “democracia personalista”, en una especie de intento de rescate y nueva lectura, para esta “nueva cristiandad“, de los principios del lema revolucionario «Liberté, égalité, fraternité», contrarios a lo que nos enseña la Carta Encíclica Quas Primas [4].

Trento fue la firmeza dogmática de la doctrina en la Contrarreforma frente a las herejías, que tantos males han traído al género humano: revoluciones sangrientas, guerras de religión, ideológicas, políticas y luego económicas, miserias, inmoralidad etc. Para esta “nueva cristiandad“, Trento presuponía un “obstáculo” para que el error se acercara a la “Verdad y su abandono una pretendida “modernización y progreso” que atraería al “mundo” y a los hombres a la Iglesia.

Sin embargo, NO HA SIDO ASÍ. No puede existir progreso posible en el error. A 60 años del abandono de Trento, la “Nueva Cristiandad al servicio de la Humanidad” que, esencialmente consiste en tratar de armonizar, fusionar e identificar los principios del “mundo moderno” con los principios de la Iglesia —lo que es de todo punto de vista imposible—, con la “progresista” protestización de la liturgia y lo que es peor, de la doctrina, no ha producido sino un erial y un éxodo espiritual.

«Mira  sunt  quae  dicitis,  nova  sunt  quae  dicitis,  falsa  sunt  quae  dicitis»  [Admirable lo que decís, nuevo lo que decís, falso lo que decís] (San Agustín; Contra Julianum Pelagianum; Lib. Tertius, cap. III). La herejía pelagiana está más viva que nunca en la herejía protestante, en la liberal, en la positivista, la socialista, el progresismo, …, sólo que esta vez, es desde dentro. «8Iterum assumit eum Diabolus in montem excelsum valde et ostendit ei omnia regna mundi et gloriam eorum 9et dicit illi: “Haec tibi omnia dabo, si cadens adoraveris me” [A continuación lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y sus glorias y le dijo: “Te daré todo esto si postrado me adoras”] (San Mateo 4, 8-9), —el Maligno es, a la vez, astuto y mendaz—. La Iglesia es Santa y está especialmente asistida por el Espíritu Santo de Dios. Los hombres y el “mundo” en que está, no.

El pietismo, movimiento luterano del siglo XVIII —de gran influencia en Kant—, daba más importancia a la experiencia religiosa personal que al culto y enfatizaba la lectura y estudio de la Biblia, defendiendo el principio del sacerdocio de todos los creyentes, de manera que no sólo los pastores podían dirigir la lectura de la Biblia, sino laicos sin formación teológica ¿les suena?

El Canon IX, Sesión XXII, del dogmático Concilio de Trento, enseña infaliblemente: «Si alguien dijere […]; o que la Misa debe celebrarse sólo en lengua vulgar, […]; sea anatema». Es bastante claro, no siendo posible interpretación alguna, advertido, por carta a S.S. Pablo VI, en 25 de septiembre de 1969, por el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Alfredo Ottaviani  —firmada también por el Cardenal Antonio Bacci—.

Estamos ante una tesitura: o vamos por una vía de relativismo, de la sensación, de lo placentero (como en Un Mundo Feliz, de Huxley), de lo aparente, de lo conveniente en cada caso según tiempo y lugar, o vamos por una vía de “verdad del conocimiento”, de certeza.

La transformación de la Santa Misa latina tradicional, y los otros sacramentos universales, en los que se santificaron nuestros padres y abuelos, sometidos a podas e injertos progresistas de estilo protestante, fueron impuestos sin miramientos a todo el orbe con una celeridad verdaderamente sorprendente —transición cuyo plazo fue, solamente, de seis meses— y un despotismo verdaderamente turbador, a pesar de las muchas peticiones hechas por sabios, hombres de letras y artistas, a favor de la subsistencia del Rito Tridentino, para que se conservase la Santa Misa  tradicional, el canto gregoriano, la polifonía sagrada y los ritos, que sólo pueden ejecutarse en latín. Como la petición a S.S. Pablo VI, en 1971, por carta, de un grupo de intelectuales ingleses, apoyados por europeos y americanos de hasta 84 personajes a través del entonces Cardenal Primado de Inglaterra, Mons. John C. Heenan (entre los que figuraban entre otros los hispanos Salvador de Madariaga, Jorge Luis Borges, María Zambrano o Andrés Segovia y ¡Hasta el propio Maritain!), para rogarle, en nombre de la cultura, que no dejara perecer los ritos multiseculares de la Iglesia. El Papa accedió y se autorizó el permiso, conocido como “indulto” Agatha Chistie —que escribió una segunda carta personal—. Sin embargo, el entonces Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Mons. Bugnini, encargado de comunicar la respuesta Pontificia, anexó a ésta una nota personal sugiriendo que dicho permiso se mantuviera en la mayor reserva.

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[Firmantes:

Harold Acton, Vladimir Ashkenazy, John Bayler, Lennox Berkeley, Maurice Bowra, Agatha Christie, Kenneth Clark, Nevill Coghill, Cyril Connolly, Colin Davis, Hugh Delargy, +Robert Exeter, Miles Fitzalan-Howard, Constantine Fitzgibbon, William Glock, Magdalen Gofflin, Robert Graves, Graham Greene, Ian Greenless, Joseph Grimond, Harman Grisewood, Colin Hardie, Rupert Hart-Davis, Barbara Hepworth, Auberon Herbert, John Jolliffe, David Jones, Osbert Lancaster, F.R. Leavis, Cecil Day Lewis, Compton Mackenzie, George Malcolm, Max Mallowan, Alfred Marnau, Yehudi Menuhin, Nancy Mitford, Raymond Mortimer, Malcolm Muggeridge, Iris Murdoch, John Murray, Sean O’Faolain, E.J. Oliver, Oxford and Asquith, William Plomer, Kathleen Raine, William Rees-Mogg, Ralph Richardson, +John Ripon, Charles Russell, Rivers Scott, Joan Sutherland, Philip Toynbee, Martin Turnell, Bernard Wall, Patrick Wall, E.I Watkin, R.C. Zaehner, Jorge Luis Borges, Giorgio De Chirico, Elena Croce, W.H. Auden, Bresson e Dreyer, Augusto Del Noce, Julien Green, Jacques Maritain, Eugenio Montale, Cristina Campo, François Mauriac, Salvatore Quasimodo, Evelyn Waugh, Maria Zambrano, Elémire Zolla, Gabriel Marcel, Salvador De Madariaga, Gianfranco Contini, Giacomo Devoto, Giovanni Macchia, Massimo Pallottino, Ettore Paratore, Giorgio Bassani, Mario Luzi, Guido Piovene, Andrés Segovia].

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Texto traducido de la carta:

Si algún decreto insensato llegase a ordenar la destrucción total o parcial de las basílicas o las catedrales, obviamente serían las personas beneficiadas por la cultura -cualesquiera fuesen sus creencias personales-, quienes se alzarían horrorizadas en oposición a una posibilidad tal. Ahora el hecho es que las basílicas y catedrales fueron construidas para celebrar un rito que, hasta hace unos meses, constituía una tradición viva. Nos estamos refiriendo a la Misa Romana Tradicional. Aún así, de acuerdo a las últimas informaciones provenientes de Roma, existe un plan para hacer desaparecer dicha Misa hacia fines del año en curso. Uno de los axiomas de la publicidad contemporánea, tanto religiosa como secular, es que el hombre moderno en general, y los intelectuales en particular, se han vuelto intolerantes a toda forma de tradición y están ansiosos por suprimirlas y poner alguna otra cosa en su lugar. Pero, como muchas otras afirmaciones de nuestras máquinas publicitarias, este axioma es falso, Hoy, como en los tiempos pasados, la gente culta está a la vanguardia, allí donde es necesario el reconocimiento del valor de la tradición, y son los primeros en dar la voz de alarma cuando ella es amenazada. No estamos considerando en este momento la experiencia religiosa o espiritual de millones de individuos. El rito en cuestión, en su magnífico texto latino, ha inspirado una pléyade de logros artísticos invalorables -no solo obras místicas sino la de poetas, filósofos, músicos, arquitectos, pintores y escultores de todos los países y épocas. De este modo pues, el Rito pertenece a la cultura universal, tanto como a los hombres de Iglesia y a los cristianos formales. En la civilización materialista y tecnocrática de hoy con su creciente amenaza para la mente y el espíritu en su expresión creativa original -la palabra- parece especialmente inhumano privar al hombre de formas verbales que han alcanzado su más excelsa manifestación. Los firmantes de éste pedido, que es completamente ecuménico y apolítico, proceden de cada una de las ramas de la cultura europea y de otras partes. Quieren llamar la atención de la Santa Sede sobre la apabullante responsabilidad en la que incurriría en la historia del espíritu humano si se negara a permitir la subsistencia de la Misa Tradicional, incluso aunque esta subsistencia tuviera lugar junto con otras formas litúrgicas»].

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Pero, en cierto modo, ésto no es lo importante, no deja de ser símbolo anecdótico, pero sintomático, de lo auténticamente fundamental:  ésto responde, en cierto sentido, a la dejación u omisión que ha llevado a una debacle espiritual. Hace décadas que los enseñantes de los colegios religiosos —e incluso alguna catequesis y hasta seminario— cedieron, en la doctrina, ante los programas de estudios del “mundo” ideados para la secularización, «vendiendo la primogenitura por un plato de lentejas» (Génesis, 25, 24-34), lo que es esencial para el tipo de vida, tanto personal como pública, que se quiera tener, porque según lo que se cree, así será la sociedad en que se vive.

Se pretende una vida animal, que consiga una sensación de bienestar, que es falsa, que no puede ser la realidad, pero que se presenta como agradable. Todos advertimos que refugiarse en sensaciones agradables, en la búsqueda obsesiva de una felicidad humanista inexistente, huyendo de la realidad de las cosas, olvidando una realidad profunda difícil, para vivir una realidad virtual ficticia, no es una elección humana. El hombre no es meramente un ente animal intuitivo que tiene sensaciones, tiene, además, entendimiento y voluntad, porque el fin del entendimiento y la voluntad es la realidad. Si el hombre se refugia en la vida animal, no vive una vida auténticamente humana.

O vamos por el camino de la filosofía del “ser” o vamos por el camino de la apariencia, de la sensación y en último extremo del no saber. Los planteamientos que se denominan “progresistas”, de raíz ilustrada, no se basan en el conocimiento de la realidad, sino en supuestos futuribles que, a la hora de verdad, nunca se dan, porque van cambiando. Por eso los planteamientos, de “posturas progresistas”, cambian constantemente de opinión, porque su fundamentación no es el conocimiento presente, sino un supuesto bien material futuro, en el que, la índole, la naturaleza de las cosas, no es tan importante como lo que, en un momento determinado, se considera que ha de venir bien en el futuro. Y los planteamientos nihilistas, de raíz nietzscheana, mantienen una postura todavía peor, porque lo importante es más lo que se desea, que lo que las cosas son realmente o, en un momento dado, solamente lo que es bueno para mí o lo que no lo es.  Ambos caen del lado del relativismo y el subjetivismo, lo que es intrínsecamente contrario a la certeza, al saber, a la verdad. En estos tiempos volver al realismo es volver al bien verdaderamente humano, atender a la naturaleza real de las cosas, tratar de ver, pese a nuestras limitaciones, como el fundamento del saber y la certeza estriba en el “ser” de las cosas.

Se ha extendido, la idea de que, de Santo Tomas de Aquino, y el realismo, que representa por antonomasia, son cosa del pasado —especialmente desde los años del Concilio Vaticano II—, y que hoy día lo que hay que hacer es reinterpretar, opinar, no atenerse a lo que dice un texto, sino a la interpretación actualizada del texto, no a como son las cosas, sino a lo que conviene en cada momento, como tan desafortunadamente hizo Jaques Maritain y que desgraciadamente tanta fortuna ha tenido. La postura de que se ha ido abandonado, progresivamente a Santo Tomas y de que las publicaciones, prácticamente han desaparecido o han disminuido muchísimo es errónea, no ha sido así y no corresponde con la realidad [5].

Poco a poco, sobre todo en estos últimos 15 años, se ha ido produciendo un incremento en el número de publicaciones, no sólo en ámbito filosófico, sino también en el teológico —dónde había estado algo más ignorado por largo tiempo—, asumiendo la importancia de la exégesis bíblica y la teología sistemática de Santo Tomás, que cada vez ha ido cobrando más fuerza y de donde ha venido fundamentalmente el incremento de publicaciones, viviendo, los estudios tomistas, un renacimiento, tanto en el ámbito de la filosofía —por la visión de la realidad fundamentada en el “ser”—, como en teología —fundamentalmente gracias a la exégesis bíblica—. Santo Tomás sigue siendo muy actual, porque la “Verdad” es actual y no contingente.

Cuando los hombres de la Iglesia acomodan sus principios, por mimetismo, a las “modas del mundo”, dejando de lado la esencia ascética de lo espiritual, el resultado es el del “mundo”, esto es, la frustración y la resignación. La falaz búsqueda de la felicidad meramente humana está basada, sobre todo, en lo sensitivo, en el “estado de ánimo”, en definitiva, en la apariencia, fundamentalmente, en “sentirse bien (en cualquiera de sus acepciones que van del mero bienestar a la euforia), a la que, de forma convencional, se le concede el “derecho” de obtener, lo que los clásicos denominaban derechos subjetivos —eso que ahora llaman derechos humanos—, y que, ante la frustración, van creciendo exponencialmente (¡ya va por la quinta generación de “pretendidos derechos”!), como si, por el hecho de positivarse esas “ocurrencias”, al ser puestas en papel (o en formato digital), la realidad del Universo pudiera acomodarse a los deseos y no se rigiera en virtud de la naturaleza de las cosas y del más elemental sentido común, esto es, en los hombres de Iglesia, tenemos la necesidad de certeza de la doctrina, que son saber y no los vaivenes de corrientes relativistas del “mundo”.

«Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda» (Santa Teresa de Jesús).

 

_________________

 

[1] PLUTARCO, Vidas Paralelas, TOMO I, Vida de Teseo. Procrustes, o Damastes, era un bandido y posadero en Ática que atacaba a las personas estirándolas o cortándoles las piernas para adaptarlos al tamaño de una cama de hierro. El “lecho de Procusto” se usa, por tanto, para describir situaciones que son forzadas a que se ajusten a un estándar arbitrario.

[2] AVICENA. Tuvo una influencia capital, pues sus obras se tradujeron al latín en el siglo XII y se le supone la presentación del pensamiento aristotélico a los pensadores occidentales de la Edad Media (junto con Averroes  posteriormente), reforzando la doctrina aristotélica en Occidente, si bien, él mismo declaró haber leído en más de cuarenta ocasiones la Metafísica de Aristóteles sin llegar a entenderla del todo (ya que, desde un principio, ante las dificultades que encontró en el estudio de la Metafísica acudió al tratado de Farabius  [Al-Farabi]), matizando el pensamiento de Aristóteles y adaptándolo a las creencias del mundo musulmán. Con el estudio del Corán (verdad revelada directamente al profeta y por lo tanto no cuestionable), en el que metafóricamente se habla de la creación por Dios desde la “nada”, Avicena, invade con esta idea, también, el pensamiento occidental, de tal manera, que al final se llega a la situación donde la ”gran cuestión metafísica”, formulada por Leibniz sería «¿por qué el “ser” y no más bien la “nada”?», coincidiendo con el conocido comentario de Heidegger: «He aquí la pregunta de todo verdadero preguntar: ¿por qué el “ser” y no más bien la “nada”?», lo que, en sí mismo, es intrínsecamente contradictorio. Kant, a contrario, en el prólogo de la Crítica de la Razón Pura, dice que el “ser” «es un estado que todavía hay que demostrar», siendo así que el “ser”, propiamente, es la única posibilidad.

[3] Santo Tomás sigue siendo, hoy en día, el autor por antonomasia, más importante para la fundamentación de la ciencia Para el conocimiento del conjunto de la realidad, fundamenta una visión de la realidad basada en el conocimiento de qué es el “ser”, del “sercomo acto. Esto requiere de un buen conocimiento filosófico y también de un buen conocimiento teológico.

[4] S.S. Pío XI, Carta Encíclica Quas Primas, § 33):

«Para la sociedad civil. La celebración de esta fiesta [de nuestro Señor Jesucristo Rey], que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes.

»A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del juicio final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres. Es, además, maravillosa la fuerza y la virtud que de la meditación de estas cosas podrán sacar los fieles para modelar su espíritu según las verdaderas normas de la vida cristiana».

[5] Para la conmemoración del IIIer  Centenario de la Biblioteca Nacional de España, en el año 2012, se hizo un trabajo sobre qué se estaba publicando en el ámbito de la filosofía, COMPRENDIENDO EL PERÍODO 1962 – 2012. Atendiendo a las variaciones del número de publicaciones filosóficas de las grandes bases de datos bibliográficas, el incremento de publicaciones de autores contemporáneos ha sido 0,01% anual, es decir, más o menos se publica el mismo número de libros, artículos, referencias, hoy en día que hace 50 años. Sobre Aristóteles o sobre Kant ha habido un crecimiento que se denomina natural, esto es, el mismo crecimiento que ha habido del número de publicaciones en general, aproximadamente un 9% anual. Sobre Santo Tomás de Aquino, desde 1962 al año 2012, el incremento de publicaciones fue del 18 % anual.

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