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2 de noviembre de 2020 0

Gil-Robles, rey

Por Jose Bustinza

Sucedió antes de que la República  tuviera  la amabilidad de acoger a mi abuela en uno de sus centros, del cual consiguió salir gracias a una mediación de la Cruz Roja, junto a otras damas de España. Pero andaba ya el país revuelto y en sus esquinas se olía la pólvora y el humo. Muchos de aquellos españoles vivían temerosos y es entonces cuando cualquier solución parece valer. Así, aquel día subió a casa mi abuela de la plaza y narró a mi abuelo su encuentro con una vecina. Ésta, clavándole la mirada y dándole golpecitos en el antebrazo, le había compartido el hallazgo de su esposo: “Ayer mi Josemari tuvo la solución: Gil-Robles, rey”

Imagino las risas de ambos, en las risas de mi padre recordándolo. En mi casa, ese “Gil-Robles, rey” quedó como ejemplo de la audacia que puede tener un majadero. Y hoy en día, los josemaris abundan como tertulianos, como los que gobiernan y como los que opositan a los que gobiernan. Y asustados son más josemaris que nunca.

Se han puesto de acuerdo en que los restaurantes abiertos son un posible foco de contagio de los virus, y como uno de ellos se ha demostrado especialmente díscolo, han resuelto que los establecimientos adelanten su hora de cierre, con lo que evitan la aglomeración de los clientes. Simultáneamente, como esa disminución de clientes genera una disminución de ingresos que los lleva a la quiebra, nos aconsejan adelantar el horario de cenas y acudir más pronto… con lo que la aglomeración se dará, pero eso sí, a horario fetén y europeo, no como antes.

Hasta en el clero, Monseñor ¿Josemari? Omella celebra la gran oportunidad de sumarse al horario europeo cenando a las 19h. Pareciera que el peligro del contagio reside en qué numeritos marquen los relojes. Si así fuera, hubiera bastado que el reciente cambio de hora hubiera sido de 4 horas, sin cambiar nuestras rutinas, para tenernos a todos a salvo. Más parece un problema de sacrificar las neuronas al discurso dominante, y es general.
Me atrevo a lanzar otra propuesta del mismo estilo que conseguiría sacar a España de la lista que encabeza: Cambiar el nombre oficial y llamárnos… no sé…Bélgica. Problema para España resuelto.

A ver qué dice su majestad Gil-Robles.

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