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12 de enero de 2021 0

Gibraltar: la historia de una negociación onerosa y un desastre diplomático

(Por Miguel Ángel Pavón Biedma)

En Junio del 2016 tiene lugar el plebiscito sobre el Brexit. Por un estrecho margen triunfan los partidarios de abandonar la Unión Europea.  En Marzo del 2017 se inicia formalmente el mecanismo de abandono de las instituciones europeas. Hay, entonces, una cierta tensión en Irlanda y en Gibraltar. El 2 de Abril del 2017 Lord Howard alardea de un posible conflicto militar con España con tal de mantener “su roca”.  Sus manifestaciones causan, más bien, hilaridad pero tiene algún seguimiento en diarios sensacionalistas como “The Sun”. Incluso el contraalmirante Chris Parry llega a diseñar cómo sería el posible enfrentamiento bélico. Afirma que las fuerzas armadas británicas triplican las capacidades de las españolas. Lord Howard fue ministro de trabajo en la era Thacher y, probablemente, se quedó ansioso de nuevas aventuras bélicas capaces de reavivar el imperio desplomado. En Julio del 2017 tiene lugar una curiosa visita de los reyes de España. Llegan a Londres en un momento mezcla de tensión e hilaridad. Algunos lo vimos como un acto de sumisión impropio.

El problema de la Irlanda del Norte se resolvió con el acuerdo consistente en que los ciudadanos de Irlanda del Norte pudieran optar a la nacionalidad irlandesa, compartida con la británica. No existirán fronteras “duras” y sí un control en los puertos y aeropuertos efectuado, obviamente, por funcionarios británicos. De esa forma para un ciudadano con doble nacionalidad el Brexit es una pura anécdota y puede llegar a ser hasta ventajoso. Sin embargo es muy probable que, en unos años, los ciudadanos de la parte norte de la isla sean al mismo tiempo británicos e irlandeses. Es, en la práctica, una coosoberanía.

En el caso de Gibraltar no se contempla posibilidad alguna de doble nacionalidad. Se establece en el artículo 184 que la problemática tendrá que ser resuelta en una negociación entre Gran Bretaña y la Unión Europea. Es cierto que existe una declaración institucional de “los 27” en la que se afirma que en ningún caso se tomarán medidas sin la aprobación del Gobierno de España. Esa es una medida interna de una de las partes que la otra, los británicos, ni siquiera consideran y que los gibraltareños consideran “papel mojado”. La frontera de Gibraltar tampoco será “dura” sino que existirá un control del puerto y del aeropuerto por funcionarios de una agencia de la Unión Europea, una institución casi desconocida, con poco personal y presupuesto (la citada agencia). Finalmente España pierde cualquier esperanza de coosoberanía y los gibraltareños podrán moverse por toda Europa hasta sin pasaporte. Además queda claro que nada hay que hablar con el Gobierno de España. En vano la ministra de Asuntos Exteriores españolas anuncia medidas fronterizas provisionales en espera de una reunión con los representantes de Gran Bretaña. No ocurrirá nunca. Lo provisional se hará definitivo. La hilaridad diplomática ha sustituido a la hilaridad de los nostálgicos de una guerra absurda e imposible. Quizás los españoles deberían ser conscientes de este ridículo internacional perpetrado durante estos años. Como siempre, tal como es habitual, la historia al completa suele ser silenciada.

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