El tonto del pueblo. El zorro y las uvas
Si el tonto dice que nada va a cambiar, el voto independentista engorda. Al principio votaban los que creían en eso. Ahora, como nada va a cambiar, se añaden todos los descontentos. Allí se apuntan los que no están contentos con su trabajo, aquellos a quienes la familia no les va bien, los fracasados en la universidad, los trileros, etc. Es el momento de vengarse, de mostrar descontento. Ese que preside ha hecho una fantástica campaña a favor del independentismo. Ha engordado la lista de independentistas con falsos independentistas, simplemente con descontentos.
Y luego está lo de hacer las cosas a medias. Si asumes el poder muéstrate poderoso. Si no lo haces así, te tomarán por tonto. Realmente pienso que lo eres. Antes te creía simplemente un buen administrador que no servías para la política. Ahora ya sé que eres bobo, bobo consumado. Lo peor de todo es que todavía muchos seguirán creyendo en ti. Es decir, seguirán creyendo en humo, en nada, porque una cabeza sin ideas y un corazón sin valor no es nada en política.
Si aplicas una ley es para poner orden y, más adelante, retomar el tema. Si no das tiempo para cambiar nada, ¿para qué lo haces? Será acaso para proporcionarles publicidad gratuita. Está claro que eres su mejor pregonero.
Ahora tendrás que cambiar las leyes para hacer una votación decisiva, clara, concisa. Esa votación ellos la perderán, lo sabes, pero con eso has malgastado caudades públicos y pondrás en duda tus instituciones. Eso último me importa bastante poco, pero que las ratas salgan de las cloacas sí es molesto. En resumen, no se puede poner a un par de ciegos guiando a un pueblo: un mudo y un tonto.