El primer ministro español debe ser juzgado por alta traición
extorsión a empresarios para que contribuyeran económicamente a su sostenimiento, el secuestro de los que se resistieran o de agentes del orden, y las acciones terroristas incluidas la colocación de artefactos explosivos para matar militares, miembros de fuerzas de seguridad y civiles (principalmente políticos y periodistas) o los asesinatos selectivos. Asimismo ha mantenido contactos y colaboración con otras fuerzas políticas y bandas criminales que compartían su objetivo de destruir España. Durante más de 30 años las provincias vascongadas han vivido bajo el miedo a ser víctimas del terrorismo, aplastados por la bota de una banda mafiosa y criminal, que ha recibido soporte moral y económico de los gobiernos nacionalistas de la comunidad autónoma vasca. Más de 30 años de opresión nacionalista y revolucionaria ejercida por medio de la violencia y la coacción. Desde el ascenso a la secretaría general del PSOE de José Luis Rodríguez, el partido socialista ha orientado su política al acercamiento con los nacionalistas revolucionarios de toda España. Inicialmente con Esquerra republicana de Cataluña y el Bloque nacionalista galego. Por la intermediación de José Luís Carod Rovira, secretario general de ERC, el partido socialista de Euzkadi inició conversaciones secretas con ETA desde finales del año 2003, con el objetivo de reinsertar en la política a la izquierda nacionalista revolucionaria criminal vasca a cambio de concederle algunas de sus peticiones. Tras el triunfo electoral del PSOE en las elecciones del 14 de marzo de 2004, influidas poderosamente por los brutales atentados terroristas de Madrid acaecidos 3 días antes de las elecciones, José Luis Rodríguez accedió a la presidencia del gobierno de España. Como primer ministro de España su deber es trabajar por la seguridad, unidad, prosperidad y grandeza de su Patria. Desde entonces hasta la fecha presente las negociaciones entre el PSE y ETA han continuado ininterrumpidamente con conocimiento y aliento de la presidencia del gobierno y la ejecutiva del PSOE. Tanto el primer ministro Rodríguez como los portavoces socialistas del parlamento y del partido han mentido repetidamente negando que tales conversaciones estuvieran teniendo lugar. Esas conversaciones han concluido en un pacto secreto, negado ante todos los españoles y que se irá desarrollando poco a poco, por el cual el estado español, en vez de combatir el crimen que asola las provincias vascongadas y el reino de Navarra, garantizando que los criminales son puestos ante la justicia y que son las leyes las que rigen España y no la violencia, ha optado por conceder a los nacionalistas revolucionarios varias de sus exigencias a cambio de formar parte ambos de una alianza electoral en la que PSE, EB y ETA desbancaran del gobierno vasco al PNV-EA, logrando así el poder. Estas concesiones son: 1- Su legalización política, para que puedan alcanzar concejalías y escaños en el parlamento regional y de esa forma desviar fondos públicos al sostenimiento de su movimiento y sus acciones criminales. 2- La amnistía carcelaria y rehabilitación política de los criminales pertenecientes a la organización que habían sido detenidos por las fuerzas del orden, juzgados y condenados por sus delitos. 3- La creación de una llamada “mesa de partidos”, sustitución de los parlamentos autonómicos vasco y navarro actuales, que reincide en la misma perversión liberal de considerar que los partidos políticos representan fielmente a la ciudadanía, pero además hecha bajo el patrón del nacionalismo antiespañol: creando de facto una parodia de Euskalerría política que niega y ataca sus raíces españolas y católicas. 4- La promesa de respetar un futuro referéndum en el que los vascos y navarros, convenientemente manipulados, optaran por independizarse de España, rompiendo por la vía de los hechos consumados y la fuerza la unión de todos los reinos hispánicos, surgida en el año 589 del III Concilio de Toledo y reunida durante el reinado de los Reyes Católicos en la Patria común e indivisible de las Españas, para sustituirla por una república popular socialista vascongada enana, tiránica y revolucionaria. República popular nacida del asesinato, el secuestro y el robo, y de la actuación vergonzosa y entreguista del gobierno actual, decidido a hacer partícipe a la banda criminal nacionalista de su proyecto de una nueva España revolucionaria. Pasando por encima de la voluntad de los navarros y la mayoría de los vascongados, faltando gravemente a sus obligaciones, el presidente del gobierno español, señor Rodríguez, está en trámite de entregar aquellos hermosos y nobles reino y señoríos a sus aliados nacionalistas, utilizando los fondos públicos que su puesto le ha procurado y la mentira y la demagogia para ocultar este plan el mayor tiempo posible a los españoles (a los españoles que aún se quieran seguir engañando, se entiende). Todo ello para obtener el gobierno autonómico vasco y disfrutarlo el tiempo que los criminales tarden en imponer su diseño de república revolucionaria vasca. El camino seguido para esa capitulación ante la banda terrorista ha comenzado con la adopción del hipócrita y cínico lenguaje de los asesinos y sus amigos nacionalistas. Se habla de paz cuando se debería hablar de fin del terrorismo, pues ¿qué guerra hay desatada que precise de una paz? ¿la guerra contra los vascos? ¿la guerra contra ETA? ¿Si estamos en guerra porqué no ha intervenido el ejército para vencer esa guerra? ¿realmente se han hecho todos los esfuerzos para vencer esa guerra que nos ha sido declarada? Asimismo se le llama “izquierda abertzale” a los criminales revolucionarios, o se habla de “partes afectadas” para referirse a verdugos y víctimas. Todo el manual del nauseabundo, inmoral, falso, desalmado y repugnante entorno etarra para enmascarar el nuevo reino del Terror, ahora en labios de nuestro primer ministro, de su portavoz, del ministro de interior o del de justicia. A día de hoy nuestra desgraciada Patria asiste a la descomposición de todos sus resortes de poder: el parlamento no es más que un teatrillo en el que se hacen discursos vacíos sabiendo que la votación está decidida de antemano; la justicia, postrada por la infame politización, se ha convertido en un simple brazo armado del poder, con un fiscal general que no es más que un comisario político y renuncia vergonzosamente a acusar de delitos a los políticos delincuentes y un gobierno de los jueces que debe su nombramiento al teatrillo del parlamento y que sirve de correa de transmisión del gobierno. Un puñado de jueces, y cada vez menos, apenas nos salvan de la deshonra por el simple y a la vez heroico gesto de aplicar la ley. Todo está ya en manos de la partitocracia española, principalmente del partido en el poder, de sus aliados mediáticos y sus financiadores económicos, en un entramado de poder y corrupción que nos ha dejado en manos de una plutocracia de poderosos que deciden nuestros destinos mientras nosotros creemos vivir en una democracia. En vez de servir a la prosperidad, unidad y grandeza de España, como es su obligación por su cargo, el primer ministro de los españoles se ha entregado al proyecto de destruir España entregando varias de sus porciones a partidos revolucionarios socialistas, a debilitarla económica y políticamente ante el conjunto de naciones del mundo, y a minar sus bases morales y patrióticas, de forma que estas no obstaculicen sus planes de crear una nueva sociedad, totalitaria y postmodernista en la que el estado domine todos y cada uno de los resortes de la sociedad. Nuestro primer ministro ha entregado a los muertos en manos de sus asesinos, ha vendido España a sus enemigos. Más tarde o más temprano se habrá de juzgar en España al primer ministro Rodríguez por el delito de alta traición a la Patria. Una traición grave y dolosa, la peor que un dirigente puede cometer: la de faltar a su principal deber, el bien de sus dirigidos, y lo ha hecho por alcanzar un poder omnímodo, el absolutismo de nuestros tiempos. La de entregar España a sus enemigos por odio a la misma Patria a la que debería servir. Una traición que precede a la tiranía y que los buenos españoles no han de dejar impune. Artículo originalmente publicado en el Portal Avant! de los carlistas valencianos. |