El modelo sanitario que se desmorona
Dos números atrás (nº 116) escribía acerca de la crisis de la Sanidad Pública universal, y de las oportunidades que se abrían para generar un modelo en la que la participación de los cuerpos sociales (desde cooperativas de salud a empresas aseguradoras) se incrementara, generando esa corresponsabilidad social necesaria para que el gasto sanitario no se dispare hasta costes inasumibles, incluso para el leviatán estatista.
Las primeras medidas del gobierno Rajoy (copago farmacológico, no financiación de medicamentos de uso común, cobro de servicios a los inmigrantes ilegales), impulsadas por la angustia de la bancarrota, han sido claramente economicistas, con interés primordial en recortar gastos y desalentar el consumo sanitario, sin medir los costes en salud pública.
Durante este mes de septiembre se han reunido el ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas para evaluar un recorte de la cartera de servicios de la sanidad pública. Esta es una oportunidad para llevar a cabo una verdadera reforma, desde presupuestos de gestión sanitaria, y no simplemente por la urgencia financiera. Por de pronto, según informa Diario Médico (07/09/2012), se plantea eliminar cinco áreas: el estudio genético preventivo (incluyendo el diagnóstico preimplantacional), los cribados de detección de enfermedades en fase presintomática (como las mamografías de rutina), los tratamientos de reproducción asistida, las terapias de rehabilitación y algunas prótesis quirúrgicas no esenciales.
En este paquete, que actualmente las autonomías están estudiando junto a expertos de la organización médica colegial y las sociedades científicas de la salud, hay algunas buenas noticias, como el golpe duro que se puede dar a la industria de la reproducción artificial, el aborto y la eugenesia. También es interesante regular con mayor firmeza el universo de las prótesis, donde existe no poco despilfarro y corrupción. En cambio, eliminar pruebas diagnósticas en grupos de riesgo o financiación de tratamientos rehabilitadores, puede conducir a un deterioro general de la salud pública.
El modelo de sanidad universal socialista (implantado, irónicamente, durante el franquismo), se desmorona por quiebra estatal. Veremos si surgirá una sanidad pública más pequeña y eficaz, en coordinación con otras iniciativas de salud social, o dará paso al imperio de las empresas sanitarias y su ánimo de lucro, que devendrá en una desigualdad de atención y prevención sanitaria en función de los ingresos del usuario.