Discurso en la concentración: “Basta de impunidad”, en apoyo a los Mossos leales
Esta mañana fría de invierno, estamos aquí presentes los que aún sentimos en nuestros corazones calor y afecto por los Mossos d´Escuadra que son fieles a su deber y que con toda honestidad lo ejercen.
Como representante de una de tantas asociaciones cívicas, vengo a prestar mi voz a todos los que por su situación profesional, no pueden hablar claro y alto; o simplemente deben callar para no ser represaliados en su propio cuerpo policial. Vengo también a manifestar la preocupación y desaliento de buena parte de la sociedad catalana por la deriva que ha tomado el cuerpo de Mossos d´Escuadra, que es uno de los más veteranos de toda Europa y que forma parte indeleble de nuestra tradición.
Todos hemos de reflexionar sobre esta concentración. Cuando se tienen que celebrar actos como éste, para recordar las verdades más elementales a nuestra clase política, tal y como que la policía no puede transformarse en un instrumento político, es que algo ha dejado de funcionar en nuestra sociedad.
Una de las verdades fundamentales que queremos formular es bajo la pregunta de qué nos une en cuanto miembros de una comunidad. ¿meros sentimientos comunes o intereses patrióticos? ¿acaso una administración burocrática o una triste agencia tributaria? Evidentemente estas no pueden ser las causas.
Lo que cohesiona las sociedades es la comprensión de la existencia de un Bien Común (que los cursis llaman “interés general”). Los clásicos siempre han expresado que la manifestación del Bien común reside en la paz (“La tranquilidad en el orden”, que diría San Agustín).
De ahí que toda autoridad tenga como finalidad garantizar el Bien Común y para ello cuenta con tres funciones: la ejecutiva, la legislativa y la judicial. Y los cuerpos policiales, principalmente están al servicio del poder judicial, siendo así policías judiciales.
Entonces la policía empieza politizándose y acaba siendo una “policía política”. Y éste es el caso que están padeciendo los Mossos d´Escuadra.
Uno de los síntomas de la perversión de una democracia es cuando sus cuerpos policiales, empiezan a estar influidos por el poder ejecutivo que acaba primando sobre el judicial. Entonces la policía empieza politizándose y acaba siendo una “policía política”. Y éste es el caso que están padeciendo los Mossos d´Escuadra.
La historia ya nos ha enseñado de sobras las dinámicas perversas de las policías políticas. En primer lugar, hacia la sociedad a la que deberían servir. Por eso en Cataluña, la casta política separatista nos ha dividido en ciudadanos de primera y de segunda. A unos se les perdonan delitos fragantes y a otros se nos denuncia simplemente por limpiar el espacio público de lazos amarillos. Por no denunciar que muchos hemos sido investigados y espiados sin ningún tipo de mandato judicial.
Pero la segunda víctima de una policía politizada, es el propio cuerpo policial. Los “enemigos” son perseguidos con más tesón entre compañeros que no entre ciudadanos, llegándose a crear una neurosis colectiva. Y así empiezan sutiles pero demoledoras acciones.
Primero se administran privilegios para unos y se relega al ostracismo a otros. Se acaba imponiendo la arbitrariedad y la fidelidad política a la hora de ascender en los cargos. La meritocracia es sustituida por la mediocridad y se altera toda la jerarquía del cuerpo.
Luego se crean las categorías de “los nuestros” y de los que “no son de los nuestros”; la de los amigos y los sospechosos de ser enemigos; por fin, la de los puros y auténticos y los que no deberían haber entrado en el cuerpo.
Ya sólo queda dar paso a crear listas negras, delaciones, imponer el miedo y el silencio a quien no comulgue con las tesis separatistas. Y, como lógica última, las purgas -eso sí democráticas- a través de aperturas de expedientes, cambios de destinos, mobbing, que acaba produciendo bajas psicológicas, asqueo y ganas de dejar el cuerpo.
No hablamos de teorías, sino de una realidad que impregna a la organización de los Mossos d´Escuadra que ha impuesto el miedo y la sospecha sistemática, la desmoralización colectiva y -lógicamente- la pérdida de eficacia y pundonor de pertenencia al cuerpo.
Ya sólo queda dar paso a crear listas negras, delaciones, imponer el miedo y el silencio a quien no comulgue con las tesis separatistas.
Una policía así, sólo crea desconfianza en la sociedad, pierde su legitimidad y prestigio. Y ello arrastra a poner en entredicho a la clase política, al sistema judicial, a los partidos y al sistema político en sí mismo.
Entonces, un cuerpo policial deja de ser tenido como un organismo al servicio de la sociedad, sino que se transforma en parte de una maquinaria de opresión de unos pocos para imponer su adoctrinamiento y sus quimeras políticas.
¡Y esto es lo que queremos evitar! Por eso hemos venido esta fría mañana a protestar ante esta conselleria que en su balcón luce lazos amarillos y una pancarta a favor de los golpistas que no han respetado la ley. La sola presencia de estos símbolos, dan la razón a nuestra protesta, denuncia, acusación y advertencia.
Sabemos que buena parte de los agentes de este cuerpo policial autonómico son gentes honradas cuyo timbre de honor es servir a la ciudadanía; y que les repugna que los políticos se sirvan de ellos.
Hemos venido a decir BASTA DE IMPUNIDAD a la casta política que ha manipulado y pervierte la función policial. ¡Basta de acosos, de arrinconamientos, de amenazas, injusticias y purgas, a los Mossos honrados que aman nuestra tierra! Ellos sólo pretenden servir a nuestras gentes, tal y como les pide el corazón y les exige la ley.
Queremos que los Mossos puedan cumplir con su deber sin tener que traicionar su conciencia y permanecer fieles al juramento que realizaron como servidores de lo público.
Queremos que los Mossos puedan cumplir con su deber sin tener que traicionar su conciencia y permanecer fieles al juramento que realizaron como servidores de lo público. Y, por último, queremos que se acabe con la IMPUNIDAD de los políticos separatistas sectarios y los Mossos colaboracionistas, que sistemáticamente incumplen su deber para con la legalidad vigente.
¡Gracias a los que, con gallardía, temple y tesón, estáis sufriendo esta prueba! Sabed que muchos catalanes estamos con vosotros.
¡VIVA CATALUÑA!
¡VISCA ESPAÑA!
Javier Barraycoa