Deja que el deber y el sentido de misión te guíen
(Por Javier Manzano Franco)—
Uno de los mayores males del mundo moderno es la pérdida del sentido de propósito. Este mal nace de haber sustituido la Tradición, la Fe y el deber comunitario por una visión individualista, fragmentada y secularizada de la existencia. Durante siglos, fue la Religión Católica la que ofrecía dirección, estructura y sentido a la vida de los hombres. No era necesario “buscarse a uno mismo”: bastaba con responder al lugar que Dios te había dado en la Creación y en la sociedad.
Hoy, en cambio, se nos empuja a inventar un propósito propio, a vivir como si el hombre fuera su propio dios. Pero cuando se abandona el orden natural y espiritual lo que queda es confusión, vacío y desgana. El alma se desvía cuando deja de entender que ha sido creada para servir a un fin superior que no le pertenece en exclusiva, sino que forma parte del bien común, del deber hacia la Patria, la familia y Dios.
El Carlismo no propone la huida interior ni la búsqueda de placer como centro de la vida, sino la entrega al deber, el respeto por la autoridad legítima y la fidelidad a la tradición. Allí donde otros ven elección, nosotros vemos vocación; allí donde otros buscan satisfacción, nosotros buscamos sentido. La verdadera felicidad no se alcanza en la autoafirmación sino en el cumplimiento del deber, aunque sea arduo.
El propósito no se inventa, se recibe. Y se cumple con firmeza, humildad y servicio.