Crueldad y perversión del Liberalismo en política
(Por José Fermín Garralda) –
Lo sabíamos, pero nos nos lo creímos el todo. Tal era la presión ambiental. Si lo hubiéramos creído de veras, hubiéramos trabajado mucho más en la buena política, y hubiéramos enviado al cuerno y bien lejos a los piadositos que decían que “la política (la sociedad) es para los políticos (liberales), y que lo propio son nuestras organizaciones ‘sociales’ (sobre todo las nuestras)”.
I. ¿Por qué lo realizado por el Liberalismo es cruel?, pues porque yo no quisiera ser hoy un niño formándose en el vientre materno. Este es hoy un lugar peligrosísimo. Podría ser fácilmente sacrificado sin enterarse nadie, sin lamento ni defensa de nadie, y diciendo el Estado y los constitucionalistas: “es tu suerte”. Los “derechos” de la madre… ¿si?, ya, ya… ¿y los del hijo? ¿Pero qué me cuentan? Todos los sabios tan sabios, tan académicos, tan bien situados en la sociedad, ¿y nadie ha salido durante años al campo y al ruedo para esgrimir con energía y convicción, con entereza y continuidad, argumentos de sentido común y a desvelar la gran mentira y engaño sistemáticos?
Yo no quisiera ser hoy madre y padre con problemas y muchas veces abandonados a su suerte, porque los chacales -ciertos psicólogos, abogados y jueces, feministas…- acechan.
Yo no quisiera ser un niño pequeño, porque podría ser fácilmente corrompido sin oposición de nadie, por la TV y sobre todo en la escuela, por gente con la sonrisita en la boca, sospechosas promesas, y un Estado social-comunista entrometido y opresor.
Yo no quisiera ser hoy joven con unos padres que dicen que ya no están casados ni enlazados. Ni ser un joven rodeado de mil peligros.
Doy gracias a aita eta ama, a la gente de su tiempo, al buen clero, a los buenos gobernantes de entonces, por la España que construyeron, estando todos muy bien crecidos y reafirmados, viviendo en paz y concordia, excepto los terroristas a los que hoy no pocos aclaman.
Yo no quisiera ser hoy un enfermo grave o incurable, porque no pocos me mirarán como un estorbo y un egoísta que se aprovecha indebidamente de los recursos ajenos.
Ya temo llegar a mayor porque no me buscarán para sanar, sino para que me sienta caro y pesado, rodeado de miraditas cómplices. Mejor no ir al hospital, ni a residencias, que sólo Dios basta, el buen Padre al que tanto se le silencia.
Todo esto y más es el Liberalismo, y esos son sus frutos. El Liberalismo es cruel, y el socialismo es un liberalismo agudo, nada más.
Que nada malo le pase a Vd. hoy, porque si le ocurre algo malo es sumamente posible que se quede totalmente solo. En Navarra los colegios de enseñanza diferenciada son “olvidados” por el resto de la enseñanza concertada, de gente dicen que buenísima. – “Miren: bueno sólo es Dios”-. ¿No debieran hacer todos ellos y la sociedad una protesta contundente e interminable? Pero no, nadie convoca porque nadie se sumará, ni perseverará. Aquí los únicos que perseveran son los parientes de los etarras. Y luego hablan de solidaridad y mil palabras huecas. Esto es perverso.
Concebidos y aún no nacidos, niños, jóvenes, madres y padres, familias y directivos de centros educativos, enfermos, mayores… al menos nosotros, los interesados, ¡no podemos fallar!
II. El Liberalismo es crueldad porque con lo dicho -y más que omito- quita las ganas de vivir, provoca una total inseguridad, protege y estimula el mal obrar, arruina el presente y el futuro de España y sus gentes, entroniza la mentira y el mal. “Soberanía popular”…¡ja!: con lo dicho, ¿no es tal “soberanía” más que una bobada, una fea mueca? Con el Liberalismo de 1978, todos -“buenistas”, tontos e ignorantes, o malos- estuvieron callados, sobre todo los que debían hablar porque en la Constitución NADA ESTABA BIEN FUNDADO, salvo el “todo va a valer”. ¿Cuál es la última instancia de que los derechos y obligaciones sean unos u otros?; pues la voluntad del que tiene la mayoría de escaños, que, además, si quiere, se aprovecha de que la letra , si es sólo por ella misma, es letra muerta. No sólo estuvieron callados, sino que aplaudieron a rabiar… pues con su rabia se lo coman. El Liberalismo es mentiroso y asesino de almas y al fin de cuerpos. Es perverso. Y todos contentos, votantes del PSOE, votantes del PP -que seguirán cerrando los ojos- o de otros. Contentos aunque los demás… estén deshechos.
El Liberalismo es asocial con el pretexto de que el Estado nada haga. ¿Quién te va a ayudar? Si tienes hambre, sólo te ayudará Cáritas y por el momento y según circunstancia, y le estaremos muy agradecidos. El Liberalismo as amoral, pues sesga la realidad a beneficio siempre de la voluntad: no tiene verdad. El Liberalismo es la deriva de la sociedad y el triunfo de la fuerza del dinero y el número, de la agitación, el anonimato y la trampa. Aquí no hay libertad ni rostro. En el Liberalismo la verdad, el bien y la virtud están en una gran inferioridad de condiciones: decir otra cosa es engañar y dejarte conquistar por quien tan mal te quiere. El Liberalismo dejó el campo a los activistas que ya conocemos, lo que es el principio de todo mal. Las dos morales son el mayor mal práctico, por lo que ya sólo nos queda decir todita la verdad.
El Liberalismo es relativista, materialista, y hoy arranca las flores de la vida. Como para callar, cruzarse de brazos y resignarse. Dicen que es fácil criticar como lo hacemos, pero a pocos les he oído o leído que lo hagan. No, no entrarán en crisis psicológica por ahora, pero perderán todo lo que les queda. Y también dicen que hablamos y nada hacemos, aunque desde críos hemos echado una o dos manos cuando todos sesteaban. Ahora se reúne un clamor social, ¿dirigido hacia dónde? ¿Sólo es “anti”? ¿Y los masones que hay en el PP deben ganar de nuevo, es decir, para sustituir a Pedro Sánchez?
Yo creo que el Liberalismo, como el nacionalismo separatista del que procede, se convierte en una enfermedad. La verdad y el bien, liberan, es libertad; el error y el mal, atan, esclavizan. Lo mismo que la ley civil que apoya lo primero, o lo segundo respectivamente. Las leyes liberadoras y las corrupciones de la ley que son esclavizadoras.
III. ¿Cuáles son los orígenes constitucionales de aquello a lo que se ha llegado? Sabíamos que, expulsado -ignorado- el Dios encarnado fundamento de todo, expulsados -ignorados- los Diez Mandamientos necesarios para la sociedad, y también expulsada -arrinconada y como una más- la ley de la Iglesia en un país de gran mayoría católica en 1978, expulsado todo ello como Norte en la Constitución, las cosas iban a ser como han sido. Lo avisaron ocho señores Obispos con el Primado de España a la cabeza, a quienes recordamos con gran afecto y veneración. Esta minoría estuvo a tono con el episcopado español de siempre en los grandes acontecimientos (1869, 1876, 1931, 1936 y 1953) , en los que había sido mucho más pastoral que político. La Asamblea Conjunta en 1971 y la Constitución en 1978, mostraron el cambiazo en el conjunto del episcopado, que aceptó el Liberalismo, que finalmente ha mostrado toda su crueldad, y redujo la política católica -que existe en sentido amplio, no nos confundan- a política eclesiástica.
La gran mayoría de la clase política calló, y mintió en 1978. Los errores de J. Maritain se han pagado demasiado caro, a un alto precio, . ¡Oh los hombres de moda, las grandes inteligencias, los grandes sabios y filósofos, ensayistas, afrancesados y europeístas acomplejados, que nos acercan al enemigo de la civilización cristiana, como es el Liberalismo! La mayoría de los Obispos calló -allá ellos con sus silencios, miedos y falsos entendimientos, pues en la intención no me meto-, calló salvo el grupo selecto que hemos dicho, pequeño pero heroico por ser tiempos de prueba.
Han sido y son -ya se están dando cuenta- crueles quienes se deben a la galería del qué dirán, los que buscan colocarse bien a toda costa, a veces con motivos buenísimos que se convierten en pretextos, porque ser tan importante… ¿para qué? ¿No es para servir la propia vanidad, a nosotros mismos? Callados y por ello indignos durante tantas décadas a pesar de la opresión de los débiles, los inocentes, los enormes ataques a la verdad… todos han fallado a la hora de defender la libertad que les queda… a algunos
IV. Para terminar: creemos que es vejatorio poner tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias, pues el Liberalismo es cruel y nosotros -por la gracia de Dios- no podemos fallar a quien nos necesite.