CORRUPCIÓN POLICIAL
Los bufones, en la Edad Media, tenían la prerrogativa de hablar libremente, además de recibir todas las burlas. En esta España “ruín, zaragatera y triste”, convertida en eso por los Partidos, no cabe más remedio que ser un bufón o parecerlo al menos.
Hace poco asistí a un acto singular en uno de mis últimos viajes al extranjero. Era un país hispanoamericano (desde luego no era España). Había, en esas lejanas tierras, tres tipos de policías. Una de ellas, la más honrada, controlaba el tráfico, y las cuantiosas multas, de las carreteras interurbanas. La segunda controlaba toda clase de delitos penales, las fronteras, custodia de edificios oficiales. La tercera era llamada policía de las municipalidades. A esa última accedían más bien personas provenientes de los sindicatos al uso. Esa última, además de otras funciones controlaba el tráfico dentro de las ciudades.
En ese país, que repito no era España, la segunda policía, que se llamaba algo así como Policía Estatal, se sentía discriminada porque ellos no atendían a las sanciones de tráfico. Y eso era mucho dinero. La Policía de las Municipalidades ganaba al mes, por el concepto de “productividad” una cuantiosa cantidad por la cantidad que imponía en reales o supuestas, o sobrevaloradas multas. Afortunadamente no era España ese desafortunado país que tampoco quiero nombrar por pura vergüenza ajena.
Pues bien, observé como en la capital (ignoro si en todo su territorio) los policías de la estatalidad se dedicaban, no siendo esa su competencia, a perseguir presuntas infracciones de tráfico, reales, inventadas o exageradas (menos mal que en España no ocurren estas cosas), inmovilizaban al conductor y llamaban a la policía de las municipalidades. Éstos últimos se excusaban por infracciones inexistentes pero afirmaban no poder contradecir a sus hermanos de la policía de la estatalidad. De esa forma los conductores tenían que abonar una cuantiosa cantidad en dólares o en pesos, pues ambas monedas se empleaban allí. Mi pregunta es ¿por qué tanto interés en meterse en el tráfico y sus sanciones? No quiero pensar mal, pero donde hay dinero en juego todo es posible. Y lo repito en este nuestro día de la Hispanidad qué suerte tenemos los españoles de que estas cosas no ocurran en España, de tener policías tan honradas y qué tristes estamos muchos porque en algunos países hermanos ocurran estas cosas. Desde luego no era España.