Cooperativas sanitarias
Ya he hablado en anteriores artículos de romper la dualidad entre prestación sanitaria clásica estatalizada (ineficaz y desplifarradora) y los nuevos aires de privatización (codicia accionarial y deterioro de la calidad asistencial). Existen otras fórmulas que pueden sustituir y complementar a aquellas: institutos sanitarios municipales, fundaciones, órdenes religiosas, etc. Hoy voy a tratar de una fórmula poco conocida: la cooperativa sanitaria.
Cataluña ha sido pionera en esta fórmula. Hace 17 años se creó la primera (llamada “entidad de base asociativa”- EBA) en un centro de salud de Vic. Desde entonces, impulsadas por el Colegio de Médicos de Barcelona, se han creado 11 de ellas, todas concertadas con el Instituto de salud catalán (ISC). En principio se trata de sociedades cooperativas de profesionales de la salud (médicos y enfermeros, principalmente) que aportan el dinero para equipar y gestionar el centro de salud, y cobran cánones fijos por cupo de pacientes. Los beneficios (o las pérdidas) se reparten entre los socios, y normalmente son empleados sobre todo en incentivos tanto para los socios como para los trabajadores contratados. El ojo del amo engorda el ganado: los socios trabajan en la cooperativa. Según Joan Aranalde, presidente de ACEBA (la asociación de EBA), en 2012, los 6 centros de salud con mejor relación coste-efectividad en gasto farmacéutico de Cataluña estaban gestionados por EBA. Si ampliamos el ranking a todos los parámetros de salud (añadiendo accesibilidad, efectividad y capacidad resolutiva), 4 de los 10 primeros puestos en el principado estaban ocupados por EBA.
En las evaluaciones comparativas realizadas por el Instituto de Estudios de la Salud catalán, las EBA destacan particularmente en satisfacción de usuarios y profesionales. Naturalmente, la fórmula tiene sus puntos débiles. El principal se está viendo con la crisis: el retraso en los pago del ISC obliga a los socios a adelantar dinero de su patrimonio, mucho más débil que el de una aseguradora. Ya ha habido tanteos por varios grupos de capital para ingresar como accionistas, pero de momento los cooperativistas se han resistido a convertirse en sociedades anónimas y perder así el espíritu de las EBA. Veremos si la continuación de la crisis financiera acaba quebrando su capacidad de aguante.
El modelo se va a exportar a Madrid, donde 10 sociedades profesionales limitadas (empresas limitadas a sus socios capitalistas) van a optar a la gestión de 4 centros de salud que el gobierno de la Comunidad quiere sacar a concurso. La cooperativa no es la solución universal: de momento parece eficaz para centros primarios y tal vez secundarios (centros de especialidades), pero no está claro que se pueda a día de hoy gestionar un centro terciario (hospital) con este sistema. Asimismo, no todas las personas están dispuestas a arriesgar su patrimonio en esta fórmula, y prefieren ser asalariados aunque cobren menos.
Se trata sobre todo de explorar otros métodos de gestión sanitaria, donde el profesional se vea más valorado y tenga capacidad para decidir, y donde el paciente sienta que la atención sanitaria es algo propio, humano y arraigado en su lugar de residencia.