Al hilo de las próximas elecciones.
A pesar de que uno quisiera abstraerse del circo electoral que tenemos encima para alimentar al gran Leviatán, es imposible conseguirlo. Y por lo que he podido oír o leer, echo de menos una voz que diga claramente que, ninguna de las candidaturas que tienen posibilidad de obtener algún escaño, cumple en su programa con los requisitos mínimos que el enunció el Papa Benedicto XVI; Defensa de la vida, libertad de enseñanza, defensa de la familia y defensa del bien común. Ninguno de los partidos que gozan de tribuna en los medios cumple con este mínimo a partir del cual se podría considerar la posibilidad de votar al mismo.
Se oyen muchas voces de católicos, tanto del clero, como de seglares, diciendo que hay que votar a tal o cual partido, que va regenerar España, que es la salvación de España. ¿Regenerar España? Si ni siquiera cumple con los cuatro principios no negociables, ¿alguien se puede esperar que ese partido (el que sea) va a ser capaz de regenerar nada? Habría que decirle el consejo de “médico cúrate a tí mismo?.
Pues sí señor hasta miembros del clero llenos de terror ante lo que se avecina, nos piden que renunciemos al mensaje evangélico y a las normas bien claras y tajantes de Benedicto XVI. Y es que también ignoran las palabras de otro Papa, Juan Pablo II: “No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo”.
Y es que parece que los Papas escriben para que no se les lea y hablan para que no se les escuche. Y mientras sigamos así los católicos esto no tiene arreglo se mire como se mire pues, estamos dejando de ser la sal de la Tierra y la luz del Mundo.
Parecería que, a estas altura deberían estar ya escarmentados del malminorismo y del voto útil pero, no. debe ser una enfermedad muy difícil de curar pues, no es una enfermedad del cuerpo sino, del alma. Y, ¿quién va a curarla si los propios “médicos del alma” son los primeros que padecen esa enfermedad. Y volvemos a lo mismo: “Médico, cúrate a ti mismo”.
Un comentario en “Al hilo de las próximas elecciones.”
José Fermín G.
Es duro lo que dice, amigo mío, pero es la verdad. No obstante, ¡aúpa!