17 de mayo de 2018 1 la verdad

17 de mayo: Información y desinformación. Homofobia y transfobia

17 de mayo, San Pascual Bailón.

Hoy, según la ONU, es el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información. O sea, un día dedicado a celebrar o cuando menos a pensar un minuto sobre internet. Dicen los forofos de lo digital que existe una “brecha” en esta cuestión que separa a los que se supone que están muy bien informados gracias a internet de los desconectados. Sería absurdo negar la realidad de que una buena conexión y uso de internet permite estar bien informado. Ahora bien, ¿es lo mismo estar informado que saber? El bueno de Pascual Bailón, pastor ignorante y pobre frailecillo, no necesitó tanta información para llegar al meollo de las cosas y vivir una vida plena. Cuando no podía buscar respuestas teológicas en la wikipedia tenía el privilegio de la ciencia infusa que Dios concede a los más humildes. Me temo que  hoy necesitaríamos otra clase de ciencia infusa, la ciencia de discernir el trigo de la paja, las “fake news” de los buenos virales, el arte de reducir la hiperinflacción informativa para seleccionar sólamente aquellas informaciones que nos ayudan a verlo todo, los árboles y el bosque en su conjunto. Ese es el trabajo con el que, humildemente, esperamos servir a nuestros lectores desde ahorainformacion.es

Además. Hoy, 17 de mayo, uno de los tentáculos de la ideología de género, el comité IDAHO, promueve en todo el mundo la celebración del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia. No celebran que se haya encontrado una cura contra desórdenes sexuales como la homosexualidad o la disforia de género, no, lo que dicen celebrar es que el 17 de mayo de 1990 se eliminara a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales de la OMS. Ojalá fuera así de fácil acabar con los problemas y sufrimientos de la humanidad. Se quitan de la lista y todos contentos ¿No? Pues no. Porque el hecho es que las víctimas de los mencionados desórdenes siguen sufriendo aunque ya no les llamen enfermos. Y en algunos casos mayor es su sufrimiento cuando la versión políticamente correcta es que no pasa nada, que no tienen ningún problema. ¿Y quién se ocupa de ellos más allá de la utilización interesada de los lobbys ideológicos? La homofobia o la transfobia, en algunos casos absolutamente condenables, podría significar una falta de caridad hacia esas personas, pero hoy en día ese ya no es el problema número uno. Hoy, entre nosotros, la verdadera “fobia” que nos paraliza -como con la aracnofobia- es el temor que en mayor o menor grado todos tenemos de molestar al poderoso lobby aberrosexualista.

Y, por cierto, felicidades a los cocineros en el día de su Santo Patrón.