Yo también lo lamento
Por Carlos Ibáñez
En estos últimos días, los medios de comunicación de la derecha están criticando severamente una manifestación de Pedro Sánchez en el Senado. Se trata de unas frases dirigidas a los senadores de Bildu HB, con las que ha lamentado profundamente el suicidio, en la prisión donostiarra de Martutene de un preso de ETA.
No estoy de acuerdo con esas críticas. Pedro Sánchez merece ser criticado por otras muchas cosas. Pero no por lamentar un suicidio.
En mi ánimo pesa mi educación cristiana. En mi niñez conocí casos de suicidas a los que se negó sepultura en sagrado y exequias fúnebres. Después se impuso la idea de que los suicidas padecían una enfermedad psíquica que les hacía irresponsables de sus actos. Por ello no se les podía tratar como posibles condenados.
No lo discuto. Pero no puedo evitar ver el suicidio como una gran ofensa a Dios. Un desprecio a su misericordia. En suma: una elección voluntaria de pecado y del infierno. No todos los suicidios son iguales y ese juicio no se puede aplicar a todos. Pero no me puedo librar del temor que en el suicidio del etarra hayan concurrido las circunstancias que apunto.
Y con tales antecedentes yo también lamento el suicidio. No como lo lamenta el Sr. Sánchez. Ni como una expresión de condolencia hacia los políticos de Bildu HB.
Porque yo habría preferido que el etarra en cuestión hubiera aprovechado su reclusión para reflexionar sobre el crimen, o los crímenes, que le llevaron a la cárcel. Que se hubiera arrepentido de ellos. Y que hubiera cumplido su pena con resignación y agradecimiento al Señor por la gracia de la conversión.
Como hijo de la Iglesia, pido al Señor frecuentemente por la conversión de los pecadores. No porque se suiciden desesperados. Por eso yo también lamento el suicidio del etarra de Martutene. Y dirijo estas líneas a todos los carlistas recordándoles que el Señor nos manda, y lo dijo bien claramente, que debemos rezar por nuestros enemigos.
Supongo que las razones por las que Sánchez ha lamentado profundamente la muerte del etarra, tienen muy poco en común con lo que he expuesto. A pesar de ello, no puedo sumarme al coro de los que le critican.