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Orgullosos ¿de qué?

(Ahorainformacion.es) – Lo que empezó siendo un meme gracioso se ha cumplido. Era necesario terminar con el “estado de alarma” para poder celebrar como se merece el día del Orgullo Aberrosexual. Que en España el mes del Sagrado Corazón se haya convertido en un tiempo para manifestar la adhesión incondicional de todos los partidos a los Principios del Movimiento LGTBP nos da una idea de hasta qué punto hemos caído. En unas pocas décadas la opinión mayoritaria de los españoles ha cambiado. Los mismos que hace 20 ó 30 años se reían con los chistes de mariquitas hacen ahora profesión de su nueva fe inclusiva y multicolor. Gracias a Dios la naturaleza de las cosas no cambia según las encuestas o las elecciones. Mientras el mundo sea mundo la homosexualidad, tal como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, será un desorden; las prácticas homosexuales serán pecado.

Todos los partidos políticos del arco parlamentario, con la excepción de Vox, han cambiado su logotipo para la ocasión. Incluso UPN, el partido regionalista navarro, en el Congreso que acaba de celebrar este domingo, ha sufrido un pulso en el que Sergio Sayas, diputado de Navarra Suma que no esconde sus simpatías por el movimiento LGTBP ha alcanzado el 40% de los votos. José Javier Esparza ha revalidado su cargo y seguirá de presidente, pero ya se sabe cómo están las cosas.

En cuanto a Vox es cierto que siempre se ha desmarcado de la chavacanería del “Orgullo”. Pero preocupan entre sus militantes más católicos ciertos gestos como el tuit de Macarena Olona en el que defendía abiertamente la normalización de la homosexualidad u otros que directamente parecerían estar buscando la creación de un “movimiento homosexualista facha” con la excusa de “dividir a los progres”. Atentos a la línea que marca el activista Isaac Parejo “infovlogger”. 

Mientras tanto la izquierda sigue haciendo gala de su doble vara de medir. Una sentencia del Tribunal Supremo acaba de prohibir expresamente que se cuelguen en los edificios públicos banderas que no sean las oficiales. Pero ellos no tienen por qué hacer caso. La ley es para los demás.

 

 

 

Mientras tanto la izquierda sigue haciendo gala de su doble vara de medir. Una sentencia del Tribunal Supremo acaba de prohibir expresamente que se cuelguen en los edificios públicos banderas que no sean las oficiales. Pero ellos no tienen por qué hacer caso. La ley es para los demás.
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