Hoy, más que nunca estamos en estado de alarma
(Ahorainformacion.es) – Hoy, día de Santo Tomás Moro, patrón de los gobernantes y de los políticos, estamos más que nunca en alerta frente a las manipulaciones y mentiras de los gobiernos. Ha terminado formalmente el llamado “Estado de alarma” pero el régimen partitocrático no quiere dar pasos atrás en el camino de ingeniería social que le ha llevado, como dice su propia propaganda a “salir más fuerte”. El hecho es que la Administración, respaldada por la legalidad, las instituciones y los cuerpos y fuerzas de seguridad ha alcanzado sobre la ciudadanía unas cotas de intervencionismo muy preocupantes. Cada vez hay menos espacio para la libre iniciativa, cada vez hay más cosas prohibidas. La ola legislativa que se nos viene encima en todos los niveles -desde el europeo hasta el municipal- resulta asfixiante como una mascarilla para una vida social sana. El problema no es que la “normalidad” sea nueva. El problema es que es una normalidad abusiva, exagerada en su afán regulatorio.
El gobierno quiere un funeral laico
El afán estatalista se manifiesta en todos los campos. Incluso el necesario homenaje a los miles de fallecidos en la epidemia del coronavirus aparece contaminado por este afán acaparador del los políticos. Se está generando un absurdo debate sobre cómo ha de hacerse un homenaje nacional a los difuntos.
El primer gesto de justicia sería reconocer el número, los nombres y los apellidos de todos los fallecidos. El gobierno sigue empeñado en sus 27.000 cuando todas las estadísticas nos dicen que la mortalidad ronda la cifra de 50.000.
Aparte de esto, también por pura estadística, es lógico suponer que la inmensa mayoría de los fallecidos eran católicos. Nada tendría de extraño por consiguiente que hubiera un funeral de estado, un funeral católico, presidido por el cardenal primado o, en su caso, por el presidente de la Conferencia Episcopal Española. Sin embargo el sectarismo de los partidos está planteando la organización de una ceremonia laicista. La posición de algunos políticos conservadores es más absurda todavía pues están propugnando que la ceremonia se haga con un rito sincretista o interreligioso.