Ayer en la privilegiada celebración de la Inmaculada en Pamplona por la fiesta de la juventud carlista tuve la suerte de compartir mesa con la más joven de las margaritas.

Con sus 80 años la vi llegar andando a la iglesia bajo la lluvia, solica. Había venido en autobús desde su pueblo: Echarri Aranaz. Que maravilla de perseverancia, sencillez y sabiduría.

Sin quejarse de nada agradecia cualquier detalle con ella y estaba en silenciosa observación con una mirada limpia y fresca como de niña.

Por el barullo del comedor le pedí que me repitiera una frase que había dicho y dijo: “Quien mucho habla puede, sin querer, faltar”. En un castellano perfecto aunque su lengua materna es el vascuence (que no batua), ….. puede, sin querer, faltar. A mí corto entender es la versión más católica del “quien mucho habla, mucho yerra”. El refrán afirma y sentencia, ella condiciona y salva la intención. No se puede decir o corregir más suave ni dulcemente. Ni con más verdad y caridad.

Gracias Margarita Maiza, para mi has sido un regalo y un ejemplo. Gracias