El consumo crece en Navidad: no tanto la salud mental ni el espíritu cristiano
La Confederación Española del Comercio (CEC) ha elevado la previsión de crecimiento del consumo en la presente campaña de Navidad. El crecimiento del 5 al 6% en el pequeño comercio junto al correspondiente al Viernes Negro y el Puente de la Inmaculada es uno de los datos más positivos. Cada español, según la misma organización, gastará más de 700 euros en alimentación, regalos, lotería y decoración, lo que supondrá un incremento en 22.000 empleados para las grandes superficies. Los contratos por días y por horas crecen al ritmo de 330.000 nuevos puestos de trabajo, siendo un dato agridulce porque se incrementa la temporalidad y la precariedad. En conjunto, IMF Business School afirma que el consumo ha crecido un 20% y que el turismo, el comercio, el transporte o la hostelería son los sectores con más demanda. Las afiliaciones a la Seguridad Social suman 30.000 nuevos afiliados en el sector durante la que se estima que será la mejor campaña navideña de los últimos 8 años.
El crecimiento del consumo es un dato positivo en lo que a bienestar se refiere, pero la mejora en el sector del turismo, comercio, transporte y hostelería influye también en materia de ahorro, precariedad laboral, estructura económica, salud mental y pervivencia del espíritu de estas fiestas.
Papa Nöel, Reyes Magos, los regalos y la salud mental de los niños
Uno de los motivos para el crecimiento del consumo son las cenas navideñas de Nochebuena y Nochevieja y los regalos de Papa Nöel y los Reyes Magos. Un incremento del 20% en el consumo influye indudablemente en el número y el tipo de regalos que se hacen a los niños estas navidades. Según algunos estudios de la Unidad de Pediatría de Instituto Aragonés de Servicios Sociales y de Top Doctors, el nivel elevado de regalos en los niños puede conllevar a un nivel bajo de tolerancia a la frustración. El nivel elevado de regalos hace disminuir el nivel de atención en lo que representa el regalo, un detalle de afecto por parte de la familia, y también impide un control sobre los deseos y su satisfacción en los niños. Unido a que regalar mucho puede suponer para los padres un modo de sustituir niveles de baja autoestima por medio de la satisfacción en sus hijos, lo que puede resultar dañino para el correcto desarrollo del menor.
Empleo precario y mayor consumo: una formula explosiva
Los contratos por horas y días están íntimamente relacionados con el desempleo previo o con la necesidad de más ingresos para hacer frente al nivel de vida que se está teniendo. El número de 950000 contratos por horas o días es preocupante de por sí en cuanto que supone poca estabilidad laboral. No obstante, puede ser positivo si no está combinado con un incremento del consumo. El consumo navideño también significa una fuga del dinero de las familias. Actualmente la conjunción de ambos datos pone en cuestión la sostenibilidad de muchas familias, que dependen de salarios esporádicos y que invierten su dinero en bienes que tienen muy alta depreciación o poca utilidad económica. El flujo del dinero hacia el consumo navideño disminuye el empoderamiento económico de los ciudadanos y fortalece a las empresas y al estado por medio del IVA. Puede llegar a ser un círculo vicioso por el que los ciudadanos están sometidos a empleos de temporada que no tienen en cuenta la situación vital del empleado (edad, sexo, enfermedad…), ya que sus fondos los invierten en realidades que no les promocionan para adquirir una posición económica estable e independiente de los vaivenes económicos.
No obstante, gracias al consumo se ha incrementado precisamente el empleo y se pueden hacer contratos temporales, por lo que estos datos, más que indicar la necesidad de reformas concretas en el plano de la contratación, lo que requieren es un cambio en el modelo productivo.
La disolución del espíritu cristiano
El incremento en un 20% del consumo es preocupante en cuanto que se diluye la presencia cristiana en estas fiestas. Los más de 700 euros de media al mes que gastan los españoles suponen una amenaza a los valores simbólicos y culturales que puede aportar la religión católica. La pobreza en la que se desarrolló el nacimiento del Hijo de Dios en la ciudad de Belén supone un alegato cultural a favor de la austeridad y la importancia del amor frente al materialismo práctico. Al margen del contenido espiritual, fundamental para los cristianos, la presencia de la Sagrada Familia está disminuyendo a favor de modelos laicos de familia y fraternidad, coincidiendo con la transformación de estas fiestas en una fecha recaudatoria. Es muy común, en todos los regímenes políticos hacer coincidir las fiestas con recaudaciones de impuestos y la venta de productos manufacturados. Responde a la economía de mercado explotar esta constante histórica. No obstante, la presencia de virtudes cristianas en la sociedad puede dificultar las prerrogativas del comercio a gran escala. Es, por tanto, presumible una enemistad cultural entre los intereses de la patronal comercial y del Marketing con las ideas que hacen gala de la pobreza evangélica.
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