Y el 18 de julio fue nuestro
Aunque fuera publicado en un boletín de la Asociación de Estudiantes Tradicionalistas (AET) en el año 1946, ha sido muy oportuno el reproducirlo el día 20, en esta columna.
Hoy muy pocos nos atrevemos a recordar el 18 de Julio y lo que supuso. Entre esos pocos estamos los de la Comunión Tradicionalista Carlista.
En 1946, Don Manuel Fal Conde recordaba lo que, de verdad, había sido el 18 de Julio. Era oportuno hacerlo cuando ya se veía, entre los que administraban la Victoria, interés en desvirtuarlo. Relata Don Manuel, las dificultades que hubo para que los militares aceptasen las condiciones que exigía la Comunión Tradicionalista. Se aceptaron, en un principio, por la influencia de Sanjurjo.
Pero Sanjurjo murió en accidente, como todos sabemos. No pudo hacer nada para que las condiciones que imponía la Comunión se aceptaran. Como se aceptaron y prevalecieron en el campo sublevado.
¿Por qué se aceptaron? ¿Por qué prevalecieron? Desde luego que no por el interés de los militares directores del Alzamiento. Ni por la fuerza material de nuestra organización. Prevalecieron porque respondían a las necesidades del pueblo español.
Y es que el Carlismo no es una ideología. No ha surgido de la mente de ningún profeta. El Carlismo nace de la entraña del pueblo español. De la misma vida de nuestra sociedad.
El triunfo de nuestras exigencias, demostraba que había mucho de Carlismo, aunque no fuera confesado como tal, fuera de la organización carlista. Y lo que ocurrió entonces, sucede hoy también. Y esa es la base de la esperanza que nos anima a perseverar en la lucha secular contra las ideologías venidas de fuera, hoy triunfantes.
Somos los depositarios de una Verdad arraigada en el alma de los españoles. Y cometeríamos un gran error si nuestro comportamiento fuera similar al de los partidos que hoy se disputan el poder. Luchamos por algo más alto. Luchamos por devolver a España su ser. Mostrémonos dignos de tan alta misión.