“Reflexiones en torno al Día europeo de las Víctimas del terrorismo”
Javier Barraycoa
Conferencia dictada el 11 de marzo de 2019 en Barcelona, durante el acto organizado por Convivencia Cívica Catalana en la Ciudad Condal
PARTE 1 – INTRODUCCIÓN: “LA BANALIDAD DEL MAL”
A raíz de los terribles atentados -aún no aclarados- acontecidos en Madrid el 11 de marzo de 2004, ese mismo día el Parlamento Europeo votó una resolución, en cuyo punto 6 declaraba su solidaridad con las víctimas del terrorismo, sus familiares y asociaciones que las amparaban. Y solicitaba a la Comisión Europea fijar un día en memoria y recuerdo a las víctimas del terrorismo[1]. El 25 de marzo del mismo año, el Consejo Europeo aprobó la propuesta del Parlamento Europeo instituyendo el 11 de marzo como el “Día Europeo en Memoria de las Víctimas del Terrorismo”. Una de las aspiraciones de tal declaración era que la jornada se celebrara en las 27 capitales de la UE y acabara siendo una jornada internacional en memoria de las víctimas del terrorismo.
No obstante, no consta ningún documento ni gestión de la UE por internacionalizar esta jornada ni esfuerzos por promocionarla siquiera entre las capitales europeas.De hecho, salvo en Madrid, algunas localidades españolas, y esta nuestra Barcelona, dicha celebración queda inmersa en el olvido. O lo que es peor, sumergida en lo que Hannah Arendt denominaría “la banalidad del mal” esto es en la eliminación de la pregunta por las causas y efectos de las acciones que producen el mal.
el ateo positivista Augusto Comte en el que proponía sustituir igualmente el santoral cristiano por un nuevo conjunto de celebraciones que consagraran a un nuevo dios: “La Humanidad”.
Es de todos conocido el origen de la tendencia de las instituciones globales y globalistas como la ONU o la UE de proclamar días especiales para la “veneración laica” preludio del laicismo. Ya lo encontramos como praxis en los orígenes de la Revolución Francesa, con el ánimo de sustituir el calendario cristiano por una nueva religiosidad encarnada por “Ser Supremo” venerado por el padre del terror político: Robespierre; o bien teorizado años después por el ateo positivista Augusto Comte en el que proponía sustituir igualmente el santoral cristiano por un nuevo conjunto de celebraciones que consagraran a un nuevo dios: “La Humanidad”.
Inmersos en este “calendario laico”, mañana 12 de marzo se celebrará el Día Mundial del Glaucoma o el 14 el Día Europeo para la Prevención del Riesgo Cardio vascular o el Día del Número Pi. O antecedido el 10 de marzo por el día internacional de los arrecifes de coral. El riesgo de que nuestra celebración quede diluida en la inmensidad de banalidades nos llevan a varias reflexiones motivadas por sus correspondientes preguntas. ¿Por qué hasta 2004 la UE apenas denunció el terrorismo en el continente? ¿Sería por que principalmente el terrorismos de las décadas anteriores fue principalmente revolucionario de ultra izquierda? O, incluso, sorprende en el caso español la persistente resistencia de políticos e instituciones siquiera a poner una placa o realizar conmemoraciones, en recuerdo de las víctimas terrorismo que han fallecieron trágicamente durante la transición española.
¿Por qué hasta 2004 la UE apenas denunció el terrorismo en el continente? ¿Sería por que principalmente el terrorismos de las décadas anteriores fue principalmente revolucionario de ultra izquierda?
Esos silencios contrastan con la valentía que, desde 1996, en toda Italia el 21 de marzo -primer día de primavera-, se recuerda a las víctimas inocentes de la mafia. Una violencia que produjo, durante el siglo XX, 800 muertos “colaterales” y unos 1.600 entre mafiosos[2]. A la cabeza de estas movilizaciones en Italia está la Iglesia católica. Tras 2004, y los relatados atentados de Madrid, el terrorismo yihadista ha emergido con fuerza y brutalidad en Europa, pero aún así, parece que las instituciones europeas se mantienen en la mencionada “banalidad del mal”, como si buena parte de la clase política fuera incapaz de preguntarse por las causas profundas y los efectos morales, no sólo psicológicos o físicos, que produce el terrorismo. En el subconsciente europeo, las elites dominantes paracen querer dejar posar un sentimiento de autoculpabilización por nuestras constantes “tentaciones de intolerancia” y falta de “solidaridad de la ciudadanía”. Al menos eso es lo que sutilmente se deja caer en la declaraciones políticas, comentarios periodísticos y otros mecanismos de inculcar un pensamiento único.
En el subconsciente europeo, las elites dominantes paracen querer dejar posar un sentimiento de autoculpabilización por nuestras constantes “tentaciones de intolerancia” y falta de “solidaridad de la ciudadanía”
La actual exclusión de la Teodicea del ámbito de nuestras reflexiones metapolíticas, filosóficas o teológicas nos aboca a una situación que podríamos definir como culturalmente catatónica, sin capacidad de respuesta. La Teodicea es la disciplina teológica que se plantea tanto por la creación del Mundo como el sentido del Mal en contraposición del Bien en el mismo. Pero … ¿cómo condenar el terrorismo -un mal objetivo- en un mundo relativista? Si el a priori es que es imposible una Teodicea (o explicación de las causas del mal) ya que todo es relativo, el terrorismo no podría ser condenado, como mucho justificado o denostado, pero no comprendido.
De hecho, todo el lenguaje político, actitudes, declaraciones institucionales que pretenden abordar la tragedia del terrorismo se estrellan ante una realidad sobre la que parecen no querer afrontar y cuyo único recurso es caer en tópicos y frases hechas. En el trasfondo se trasluce la contradicción de lo que Benedicto XVI denominó la “dictadura del relativismo”, pues ¿cómo condenar las acciones terroristas en una sociedad que justifica el aborto o la eutanasia? Muchos justifican que el aborto es un bien para la salud física o psicológica de la madre o que debe ser reconocido como un derecho intrínseco de autoafirmación de su libertad e independencia. Pero estos serían los mismos argumentos que expondría un terrorista: “el terror es necesario para la liberación, autodeterminación o salvación de un pueblo, aún a costa de injusticias o la vida de inocentes”.
@JBarraycoa
NOTAS
[1] «Declara su apoyo y su solidaridad con las víctimas del Terrorismo y sus familiares, así como con las organizaciones y colectivos que los amparan; por ello, recomienda que la Unión Europea tome la iniciativa a escala mundial para instituir un Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo y, en éste sentido, pide a la Comisión que transmita al Consejo de Justicia y Asuntos Interiores la propuesta de fijar de inmediato un día europeo en memoria y recuerdo a las víctimas del terrorismo, y propone la fecha del 11 de marzo para su celebración»
[2] Sorprende que en menos de la mitad de tiempo ETA haya asesinado a la misma cantidad de inocentes que la Mafia italiana; y que en el imaginario popular sea la Mafia la que tenga fama de ultraviolenta.