¿POR QUÉ LOS “REPRESENTANTES DEL PUEBLO” … TIENEN QUE BLINDARSE DEL PUEBLO? (G-7, G-12, G-20)
LAS VERGÜENZAS DEL SISTEMA
Periódicamente comprobamos cómo, cuando los representantes de los gobiernos de los países se reúnen, su aislamiento es total, se “blindan”, se dice.
Se blindan los gobiernos, se blindan los parlamentos, los organismos supranacionales e internacionales. Se blindan hasta cuando se van de “vacaciones”, rodeados de ejércitos de perros guardianes “con licencia para matar”, para salvaguardar sus encuentros, comilonas y escarceos en lujosísimos recintos, donde ningún ojo —u oído— indiscreto pueda tener acceso. Aquí no habrá auditorias, ni tesoro o hacienda pública controlará gasto alguno, que como “bien nos han ilustrado”, y hemos tenido que aprender «el dinero público no es de nadie».
En estas “cumbres” —como eufemísticamente las denominan— y en otras, los tan cacareados “derechos inalienables e inviolables” del ciudadano son mancillados, vulnerados y pisoteados, sin atisbo ninguno de pudor.

Se montan parapetos de alambradas de espino, se bloquean autopistas; el libre acceso a la propia vivienda o la libre circulación por calles y carreteras, queda restringido; la justa presunción de inocencia del sufrido ciudadano, ¡de todo ciudadano!, prescribe, convirtiéndose en “bulto sospecho” que puede ser tiránicamente sometido, sin causa evidente, a “identificación”, registro y “cacheo” arbitrario, abusivo y vejatorio y hasta
¡¡¡se colocan cientos de francotiradores!!!
«Más madera, es la guerra».
Así es como se “protegen” los “representantes del pueblo”, … del pueblo al que representan.
Nunca en la Historia de la humanidad, ni en imperios, ni siquiera en el más furibundo absolutismo, hubo tanto aislamiento del pueblo, ni tanta inaccesibilidad de los que dicen ser sus representantes.
Representantes que el propio sistema determina como temporarios y … sustituibles —eso sí, ejerciendo un poder absoluto, según el caso, durante cuatro, cinco o seis años —, por lo que se hace incomprensible tanto afán protector, como no sea por ocultar la adopción de secretos y oscuros acuerdos económicos de los que, desde luego, no se dará cuenta, ni están ordenados al bien común (ni siquiera a esa cursilería hortera liberal del “interés general“), que sólo a unos pocos beneficiará (las grandes corporaciones, dueñas de sectores estrategicos, a agencias financieras internacionales, bancos y aseguradoras, con sus respectivos “lobbies“, que tanto alardean hipocritamente de “libre mercado”), aunque a todos afectará.
«Es el fin de la servidumbre», decían; «Los representantes del pueblo, son del pueblo y accesibles al pueblo», decían; «Luz y taquígrafos», nos decían …
No obstante, es la última de las servidumbres, sufragar el exorbitante gravamen de la extorsión impuesta y callar bajo control absoluto de miles de lacayos de los arrogantes “venidos a más”, prepotentes “representantes del pueblo”, que se blindan para aislarse del pueblo.
Lo más preocupante es que nos han convencido de que esta barbarie “es normal”, y ¡nos lo hemos creido!, asumiendolo.
Es lo que tiene el «mandato representativo» impuesto por el sistema que suplantó al legítimo tradicional y natural «mandato imperativo», hoy proscrito.