¿Pensiones? ¿Qué pensiones?
Informa Carlota Fominaya en ABC sobre los datos demográficos oficiales en España, y lo hace presentando una realidad absolutamente desoladora: Las cifras de nacimientos de nuevos españoles en el año 2017 se sitúan en niveles similares a los del siglo XVII. Teniendo en cuenta que la población de la España peninsular rondaba entonces los 7 millones de habitantes y que ahora superamos los 46, hagan ustedes mismos la cuenta que a mí me da no la risa sino el llanto.
Estrenamos hoy una encuesta en AhoraInformacion.es sobre posibles medidas para garantizar, o al menos intentarlo, el sistema de pensiones. Pueden ustedes encontrarla en la parte inferior derecha de la web si la visitan desde un ordenador, o abajo del todo en la versión móvil. Sinceramente creo que este informe hace que la última de las opciones de dicha encuesta sea incluso optimista. En una columna publicada ayer en Hispanidad.com, Eulogio López ponía el dedo en la llaga: Sin familias numerosas el sistema de pensiones quiebra.
Podríamos señalar la inquietud que me causa que aquellos que más estupendos y serios se ponen exigiendo medidas administrativas no solamente no tienen hijos sino que en muchos de sus discursos destilan una aversión a la maternidad y a la familia, señalándolas poco menos que como cruel opresor de la libertad humana y particularmente de la mujer.
Podemos demandar medidas de apoyo a las familias, de ventajas fiscales a las mismas, de prestaciones por hijo, de… Pero, con la mano en el corazón, díganme: ¿Alguno de ustedes ha tenido a sus hijos después de informar una excel con los criterios fiscales que se nos aplican en función de tenerlos o no tenerlos?
No creo que nadie en su sano juicio haga cálculos sobre la rentabilidad económica de su paternidad. Independientemente de que nos aliviaran las cargas fiscales -que sería de agradecer, oiga- no son esas las cuentas que hay que echar. Porque ningún padre (o ningún padre decente, al menos) sería capaz de medir la manutención de su familia como una inversión contable para en función del rendimiento añadir o no más miembros a esa familia. Por tanto, aunque defiendo y pido esas medidas no ya de apoyo, sino de alivio en el estrangulamiento y expolio de las familias (oiga, mire, que por ejemplo gravar los pañales con un 21% es eso, estrangulamiento y expolio), no podemos pensar que así la gente se va a dedicar a tener hijos.
Porque la gente no tiene hijos porque tiene una escala de valores y preferencias distintas. Y eso no se arregla con medidas administrativas. Aunque es cierto que éstas, al menos, pueden aliviar la carga de aquellos que sí han puesto algo de su parte para evitar no ya la ruina de las pensiones sino la extinción de la sociedad. Mientras otros defienden esa extinción quejándose porque no se la hacemos placentera.