Miguel Ángel Blanco, 25 años
(Por Gonzalo García)
Hoy se cumplen los 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco (aunque la muerte se certificó ya el día 13).
Suele decirse que es una tragedia que muchos jóvenes de hoy no sepan quién era Miguel Ángel. Y aunque estoy de acuerdo, lo estoy sólo en parte.
Porque cada víctima tiene muchísima importancia, pero antes de Miguel Ángel fueron otros muchos. Podríamos hablar de ello, pero no es lo que me mueve ahora.
Hace un par de días les expliqué a mis hijos todo lo que pasó con el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, ya que ellos no habían nacido. Mis hijos saben quién es, saben que es una de las víctimas del terrorismo y que además su caso fue retransmitido y su asesinato anunciado, lo que de cara al público lo hizo más angustioso.
Pero les he hablado de más cosas. Porque cuando personajes públicos aparecían en público hablando del espíritu de Ermua quise explicarles qué fue eso.
Y entonces les expliqué cómo, desde que se anunció el secuestro y el ultimátum sobre Miguel Ángel (o el anuncio, en la práctica, de su próximo asesinato), algo cambió. Y donde hasta entonces los palmeros de los asesinos habían paseado y chuleado de manera impune, de repente se veían señalados y denunciados. De repente los matones del casco viejo de San Sebastián corrían a pedir ayuda a la policía a la que días antes amenazaban. Las herrikotabernas echaban las persianas ante la visita decidida a cobrarse muchas deudas de gente harta de estar harta. Que cuadrillas de proetarras que gustaban de dar la nota sin que nadie les tosiera en Pamplona durante las fiestas de San Fermín tuviesen que preocuparse menos de los pitones de los toros que de los que ahora les organizaban un buen y merecido encierro.
Todo eso les contaba, y cómo un puñado de sicarios, mercenarios, manipuladores y malnacidos, de todos los partidos políticos, vieron que aquello no podía permitirse. Que no podían dejar que gran parte del pueblo despertara y buscase justicia -que cuando el encargado de aplicarla no lo hace es justo que venga de abajo- y la situación escapase al maldito consenso y a la malnacida partitocracia. Y esos políticos pusieron todo su empeño en desarticular la reacción popular, en volver a adormecer al pueblo, en volver a engañarlo.
En mi explicación a mis hijos les puse como ejemplo algo que sí vieron cuando ocurrió y que -con otros matices- tenía mucho que ver con aquella desactivación. Les expliqué cómo cuando en Cataluña y particularmente en Barcelona se gestó una reacción a la mafia partitocrática , nacida de las filas de Somatemps o del balcón de Jaume y del sentimiento popular, reacción que fue INSULTADA Y DESPRECIADA por gentuza como el PP o Ciudadanos, la partitocracia, al ver que esa reacción crecía, tomó medidas. Y lo que era una protesta justísima y popular se abortó ¿cómo? poniendo a un miserable tan grande como Josep Borrell en la tribuna a callar a la gente que reclamaba justicia, para decir que “nosotros” (o sea, ellos) lo que querían era consenso, democracia, y todos los blablablás que esa chusma suele manejar.
Descanse en paz Miguel Ángel Blanco. Sigamos elevando oraciones por su alma y por la de todas las víctimas, así como por la conversión de sus asesinos. Pero no nos acoplemos a relatos falsos.
El verdadero espíritu de Ermua fue la reacción popular en las calles, que los políticos, de TODOS los colores, prostituyeron para seguir manteniendo su relato.