Más “Hojas de acanto” (5): Lizasoain
Estuvo unos 15 días con nosotros, en Lizasoain – desde allí aún se oye la campana María de la Catedral de Pamplona – y fue entonces, en aquellos días, cuando compuso, en nuestra visita al Monumento a los muertos en la Cruzada, el poema ECO Y VOZ DE LOS MUERTOS. Le gustó el pueblo, su gente, pueblo en el que no había entrado AÚN el furor proetarra y separatista, donde, en expresión mía, lo digo con orgullo, pero con toda la humildad posible, iban a Misa hasta los que no iban a Misa. Y las fiestas eran una pura fiesta, fiesta. Y GRANDE para un pueblo chiquito. Así definió al pueblo D. Martín Garrido.
Felipe Vives
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LIZASOAIN – Navarra
“Lizasoain”: seis u ocho casas,
tu menguada población,
presidida – ya se sabe –
por la Casona de Dios.
“Este vecino” no piensa
jamás en la emigración,
porque vive entre los suyos
derrochando paz y amor.
En el cuartel de sus armas
su divino Corazón
y San Lorenzo – su paje –
dándole guardia de honor,
con su parrilla entre manos
en el retablo mayor.