Martin Blinkhorn y el futuro del Carlismo
(por Javier Urcelay)
El libro de Martin Blinkhorn “Carlismo y Contrarrevolución en España 1931-1939”, publicado en 1979, ha sido hasta hace un par de décadas el manual de referencia sobre la historia política del Carlismo en el período crítico de la II República y la Guerra Civil.
A pesar de su título, la historia narrada por el profesor emérito de Lancaster llega hasta la misma fecha de finalización de su obra. Contempla, por tanto, no solo los avatares del Carlismo durante el periodo de 1931 a 1939, como cabía esperar, sino también la evolución del Carlismo bajo el régimen de Franco, cuyos flecos alcanzan hasta nuestros días.
Con ese bagaje, el historiador se atreve a hacer “una prognosis muy general respecto a las perspectivas de un fenómeno tan singular como el Carlismo”, es decir, a plantear el tema del futuro del Carlismo. Asunto que tiene su enjundia.
Blinkhorn señala que cada una de las corrientes actuales del Carlismo se reivindican herederas legitimas del Carlismo histórico e interpretan la historia del Carlismo de forma que les dé la razón.
Cada visión, como suele ocurrir, tiene algo de verdad, en mayor grado unos que otros, pues la visión tradicionalista está mucho más cerca de la verdad histórica del Carlismo que las que hacen de él un movimiento popular de protesta social contra las oligarquías.
Sin embargo, apunta Blinkhorn, sacar la conclusión de que el Carlismo debe quedar congelado en la posición política e ideológica adoptada en los años 30 -y, no digamos, en el siglo XX- “equivale a considerar este movimiento históricamente complejo y único bajo una luz demasiado simplista, y, además, …reducirlo a un grupo sin ningún futuro”.
Para el historiador inglés “el rasgo más notable del Carlismo sigue siendo esa capacidad de supervivencia, que es imposible separar de su apoyo de masas … la experiencia de los españoles y la transformación del país desde la guerra civil hacen pensar que aquellos días han pasado para no volver. Si esto es realmente así, entonces el carlismo como movimiento de masas de derecha de tipo tradicionalista no tiene ninguna perspectiva”.
Un carlismo de derechas puede sobrevivir, piensa Blinkhorn, “pero muy probablemente como nada más, en el mejor de los casos, que una especie de receptáculo para albergar un número decreciente de obscurantistas católicos…”. (Naturalmente no comparto el calificativo de “obscurantistas” que emplea el presumiblemente no católico Blinkhorn).
Coincidiendo en el tiempo con la lectura del libro de Blinkhorn, he recibido un mensaje de la CTC en mi teléfono, con el texto de una campaña para conseguir afiliados: “Cuando todo se derrumba y surge el desánimo es hora de confiar en los principios de la tradición y de trabajar a su servicio. Por el respeto a la Religión; por la unidad e identidad de las Españas; por las leyes justas; por la monarquía tradicional. En la Comunión Tradicionalista Carlista tienes un puesto para ti.”
¿Es esa la fórmula? Por lo menos, una cosa parece clara: el Carlismo tiene que volver a conectar con el pueblo, con “las masas”, con la gente en definitiva. Tiene que demostrar esa capacidad que siempre tuvo de supervivencia por adaptación a las circunstancias históricas. Tiene que volver a ser la opción con la que se identifique eso que llamamos “el sano pueblo español” -cualquier cosa que eso sea-, que ciertamente no son todos los españoles de nuestro tiempo, quizás ni siquiera la mayoría de los españoles, pero que, desde luego, no son tampoco cuatro poseedores de la verdad.
Ni la Tradición puede congelarse, ni los españoles de nuestro tiempo son los de antes del Concilio. Dios no se ha equivocado poniéndonos a vivir en nuestra época. Son muchos los españoles que podrían volver a cobijarse bajo las banderas del respeto a la religión, la autoridad, la unidad, la soberanía social, la justicia y la decencia. Y también de la conservación de los ecosistemas, de la economía sostenible, del mantenimiento de la cultura propia frente al globalismo, de la defensa de la libertad frente al totalitarismo rosa del control social, de la prevención frente a los abusos de los dueños de las redes sociales y las nuevas tecnologías… A no ser que lo compliquemos después con logomaquias sobre legitimismos dinásticos hoy sin sentido, disputas de sacristía sobre la misa en latín, exigencias de limpieza biográfica de sangre o simpatías por pepito o manolito.
Se preguntará el lector, ¿y cuál es, entonces, la conclusión sobre el futuro del Carlismo?
Una gran pregunta para que cada uno trate de responderse. Yo no estoy de acuerdo con la insinuación de Blinkhorn que parecía echar un capote al revisionismo ideológico en pro de un carlismo de signo progresista. Pero si lo estoy con que convertirlo en un reducto de purismo ideológico cerrado -contra todo y contra todos y girando en torno a las mismas ideas cien veces repetidas-, no conduce más que a devenir en esa especie de “pequeño receptáculo”, como le llama el citado historiador, para albergar un número decreciente de católicos intransigentes.
Y esa no puede ser la vocación de un movimiento político, aunque sea una dignísima opción benedictina.
La cuestión del futuro del Carlismo como movimiento político es una gran cuestión. Y no estaría mal que se dedicara algún esfuerzo a pensar sobre ello, porque el pensar debe siempre preceder al obrar.
4 comentarios en “Martin Blinkhorn y el futuro del Carlismo”
Juana de Beira
Como si no tuviéramos suficientes historiadores afines a la Causa, con todos mis respetos, el autor nos pone como referencia a un “profesor” de la pérfida Albion, para que nos preguntemos que camino debe tomar el Carlismo en el siglo XXI. Unos estamos en el Carlismo siguiendo los pasos del Sociedalismo de Juan Vázquez de Mella y Fanjul y del Movimiento Obrero Tradicionalista para reivindicar y establecer justicia social, y otros por mantener los principios religiosos abandonados en la sociedad, los motivos y caminos a seguir buscados por ambos son necesarios además de compaginables; juntos son el camino a seguir por el Carlismo del siglo XXI. Lo que no resulta viable para la Causa, es tomar referencias de autores ajenos a ella o buscar coincidencias con personas foráneas al Carlismo.
José Fermín Garralda
Muy bien planteado, querido amigo. Lástima que el libro de Blinkhorn (ed. Crítica Grijalbo) fuese anterior al Congreso de la unión de 1986, y que no viese la desaparición del llamado huguismo, o bien, algo posteriormente, las dos plazas de toros simultáneas que la CTC obtuvo en las elecciones al Senado en España. La verdad es que a RENACE no le presta casi atención -aunque les reconoce como antifranquista- y sí excesiva a los de Fuerza Nueva que se ponían la boina roja. Ya son otros tiempos.
Ignacio Marti
Buenas tardes,
Hoy primero de año, escribo para decir que EL CARLISMO como doctrina es lo más complicado del mundo. Por nuestra concepción global del mundo y sus problemas…
Ayer, noche vieja, quise divulgar nuestro pensamiento y procure dar la solución a cada profesional preguntándoles como se solucionaría lo que no está bien en su problemática. .
Pero acabo la discusión- tertulia con la pregunta
Pero tu a quien votas????
Pero tu votas???
Si no votas, porque te quejas??? No tienes derecho a quejarte…
Yo les conteste :
Yo pago impuestos y participó de esta sociedad tanto o más que vosotros porque no sólo pago impuestos sino que tengo 3 hijos y voy a misa… por todo ello puedo gritar y quejarme. Y a lo mejor ellos no… porque no son familia numerosa y defraudan…
Al final, ni siquiera ser honrado padre famili nos habilita para ser una voz digna para ser tenida en cuente. Como les dije ayer a nis contertulios, ser catedrático, saber 2 idiomas, haber publicado w libros sobre nuestrasociedad y su estado, no nos habilita para opinar.. pero salir en la tele,liartecpn una ee la tele, y demostrar estar con wl regimen lo más estrictamente posible eso, nos habilita parat9do, y todo es todo
Un saludo en CTO Rey
Carlos Ibáñez Quintana.
En mi juventud leí una frase en francés que decía. “Cachez la nature et revient aun galop”.
El Carlismo está asentado en la naturaleza. El liberalismo viene pisoteando la naturaleza desde hace dos siglos. Varias veces vencido, el Carlismo ha resurgido. Y resurgirá mil veces más. Ignoro las firmas que adoptará en el futuro. Pero resurgirá.
En mi lucha de juventud contra la Revolución, nunca pude imaginar que ésta llegaría al grado de descomposición que estamos viendo. El vacío que se está produciendo tiene que ser llenado por algo. Este algo tiene que ser lo que venimos defendiendo los carlistas.