31 de julio de 2024 1 aberraciones / carlismo / carlistas / defensa de la fe / francia / inauguración juegos olímpicos / lgbti / paris / política católica / Política cristiana / sacrilegios / sodomia / transexuales

La deleznable inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024.

(Tomás José Díaz de Villegas Aranaz-Maldonado) – Hechos: en los Juegos Olímpicos sale en la ceremonia de inauguración un conjunto de travestis con un niño, cada cual vestido de una forma más exhibicionista y depravada, con posturas pervertidas incluidas, detrás de una mesa. Una mujer u hombre en el centro lleva una aureola. Claramente la fotografía hace alusión a una mofa de la última cena. Un acto como el de los Juegos Olímpicos, que tiene función, en teoría, de hermanar

Consecuencias de momento: hay una reacción general de rechazo. En las redes sociales se habla de blasfemia. Varios obispos se posicionan, el de Cuenca, Munilla, etc. El Papa no ha dicho nada aún.

Aberraciones: el hecho de que salgan travestis en esa ceremonia inaugural ya es una aberración en si misma. Si bien encima salen imitando una escena central en la fe católica: la última cena. Cuando Cristo parte el pan, símbolo de su muerte. Cristo murió por el pecado de soberbia, de vanidad de los fariseos, por el traidor judas que le vendió por dinero, por el silencio de los apóstoles, por todo un pueblo judío inmóvil ante la injusticia. Por nuestros pecados. Los mismos que cometemos hoy en día. El único pecado por el que Dios ha destruido ciudades en la Biblia es la Sodomía. Es una tergiversación grave de la realidad decir: que los apóstoles y Cristo eran travestis o LGBTIs. Lo más sagrado: Dios mismo y los que son ejemplo a seguir de nuestra fe apostólica, lo convierten con esta foto, en lo más alejado del ejemplo a seguir. Lo más dócil, el que iba a morir sin matar a sus asesinos, lo convierten en el orgullo LGBTI. De primeras es mentir, a parte es mentir sobre lo más sagrado, a parte es hablar mal del bien, a parte es promover el pecado. Y no sólo eso, sino encima en un evento de tirada mundial. Y tiene más culpa del pecado quien lo promueve, que quien lo ejecuta.

Comparación de lo idóneo con lo que ha sido: Lo idóneo habría sido una inauguración normal, promoviendo la paz, el entendimiento, la concordia, la superación que supone el deporte, etc. Si bien, ha sido soltar una mentira muy grave contra algo muy Sagrado para los católicos, el acto de inauguración. Te están diciendo a la cara: todos los que organizamos esto, los Juegos Olímpicos (El mundo en definitiva), estamos obsesionados con esto: la perversión de las perversiones y con los católicos, con darle la vuelta a la fe católica, con cambiar el significado de lo sagrado en la fe católica. Queremos meter el LGBTI, hasta en la última mesa, hasta en la última cena, con calzador. Y nos da igual a quien ofender, es más… si ofendemos a los católicos mejor, pero ya lo ha visto todo el mundo: lo que somos, lo que vendemos y la fuerza que tenemos.

Lo bueno: Lo mejor de todo esto es que ha habido una respuesta espontánea de los católicos, llevo días viendo a todo el mundo publicar un rechazo contra esto. Hasta Fernando, el de supervivencia moderna (no le pone el nombre con idea de lo que significa modernidad), que no se ni si es católico, ha dicho que se han pasado 4 pueblos.

Un análisis un poco más profundo: en el orgullo gay no son demasiados los católicos que se quejan, ni cuando en todas las multinacionales ponen las banderas del orgullo, ni cuando los homosexuales se llevan niños de los centros de adopción. No he visto por desgracia ahí demasiada queja. Sin embargo, aquí, gracias a Dios, ha saltado la gente. Una bendición. ¿Por qué se ha dado este salto? Por la notoriedad mundial del acto, porque se mete con lo más sagrado, etc. No lo se del todo bien. Supongo que por la trascendencia. Lo vio mucha gente, alguno saltó, esté lo compartió y todo el mundo le siguió. Algo así. Las otras aberraciones del día a día a lo mejor pasan más desapercibidas.

Mi petición ante todos estos casos: que un católico se queje en redes sociales me parece lo mínimo, ante estas cuestiones, compartir la queja, mostrar nuestra disconformidad debería ser lo mínimo que hagamos. Ejemplo: que vergüenza, que desfachatez, me opongo. Así ayudamos a todo nuestro entorno a saber canalizar el descontento, les damos ejemplos de descontento para sus otras conversaciones sobre el tema, y disminuimos el impacto de toda esa argamasa de palabras positivas en torno al hecho concreto, que fomentarían que la gente siguiera desarrollando dichos comportamientos.

Más reflexiones: este hecho me ha hecho reflexionar sobre la necesidad de la Torre Eiffel. Ninguna. No es necesaria, ya que es conmemoración de la revolución francesa.

Hechos sobrenaturales o no: consuela bastante ver como se produjo un apagón en todo París y sólo quedó iluminado el Sagrado Corazón.

Cómo última reflexión: los que dominan el mundo ahora mismo, son los que dominan los medios y este tipo de eventos. Y ya nos están dejando claras sus intenciones: quieren fomentar la perversión, la pedofilia, el LGBTI y van a por la fe católica y sus signos. Van a por ellos. Y parece ser que usarán hasta el último evento, sin importarles que una, divida, etc. Es nuestra labor: formarnos más que nunca y luchar por defender los signos de nuestra fe. Si nos quitan los signos de la fe, nos minarán la fe. Quien deja de arrodillarse delante del Santísimo, tiene mucha más probabilidad de perder la fe, si te quitan la capilla ¿Dónde rezarás?, si le quitan la solemnidad a la celebración ¿Te generará admiración, sorpresa y respeto? ¿O será más bien algo… atacable, destruible, cuestionable, devaluable?