José Antonio Aguirre e Indalecio Prieto
En estos días anuncia la prensa de Bilbao la presentación de un libro que se refiere a los personajes arriba citados como los creadores del Estatuto Vasco y el consiguiente gobierno de Euzkadi en 1936. La calidad de la obra viene avalada por la de los autores, catedráticos universitarios.
Recordamos un diálogo que mantuvimos con un compañero de estudios de bachillerato, por el año 1945. Yacíamos enfermos de gripe en camas próximas. Teníamos mucho tiempo para charlar. En un momento determinado la conversación derivó a la guerra, aún próxima en el tiempo, nuestro compañero manifestó: “al pobre José Antonio Aguirre, que era muy joven, le engañó Indalecio Prieto, viejo zorro”. Se nos grabó la frase. Poco valor tenía como pronunciada por un adolescente de diez y seis años. Pero mucho si tenemos en cuenta que se trataba del hijo de un dirigente nacionalista, alcalde de una villa de Vizcaya, que se hallaba exiliado en Sudamérica. Indudablemente que nuestro compañero repetía lo que había oído a su padre.
Diferencias que hubo de salvar.
La enemiga de los nacionalistas vascos con los socialistas, al principio de la República era evidente. Se reflejaba en algo tan elemental como las pullas que se lanzaban mutuamente. Con música de la conocida habanera “La Paloma”, cantaban los socialistas: “si a tu ventana llega Sabino Arana, pégale cuatro tiros, que es bizcaitarra”. Y los nacionalistas les replicaban con el mismo texto y música cambiando “Sabino Arana” por Indalecio Prieto y “bizcaitarra” por “maketo”.
En el desfile previo a los actos del primer “Aberri Eguna” de 1932, ocupó un lugar preferente, portando la bandera de Galdácano, un joven nacionalista a quien titulaban “el Ciego de la Patria”. Había perdido la vista como consecuencia de las heridas sufridas en un enfrentamiento con socialistas.
El primero de mayo de 1936, un grupo de socialistas de Mondragón se trasladó a Oñate y arrasó el batzoki.
Por relatos de los protagonistas, sabemos que, en los primeros días del Alzamiento, los jóvenes nacionalistas no sabían a qué bando les correspondía unirse. Conocemos casos de quienes no aceptaron la decisión del Partido y unos se pasaron al campo nacional mientras otros se quedaron en casa.
Proclamado el Estatuto y en marcha las operaciones militares, los batallones de gudaris miraban con recelo a los socialistas. Y ese recelo se acabó traduciendo en la rendición de los gudaris a los italianos en Santoña.
Prieto convence a Aguirre.
A los pocos días del Alzamiento, la guerra parecía perdida para los sublevados. Los objetivos previstos no habían sido alcanzados. Más de la mitad de las fuerzas militares no secundó la revuelta. Las regiones más pobladas quedaron en poder de los rojos. Así como la industria. Y la capital con las reservas de oro del Banco de España.
Nos consta que José Antonio de Aguirre estaba convencido de la victoria del gobierno. En un intercambio de palabras con un amigo personal, éste dirigente de uno de los grupos del Requeté de Bilbao, le dijo: “No haremos el tonto, como vosotros”.
Prieto, que ya llevaba años ofreciendo a los nacionalistas un estatuto, le garantizó a Aguirre su aprobación en Madrid, a cambio de su apoyo en la lucha al Gobierno. Aguirre vio la oportunidad: la victoria militar estaba segura y le ponían el estatuto en bandeja. Sería el primer paso para la independencia.
La marcha de los acontecimientos no tardó en demostrar que la guerra la perdía el gobierno. Entonces entre los nacionalistas surgió el desánimo. Los que habían aceptado a regañadientes la decisión de Aguirre pensaron en la posibilidad de una rendición por separado. Y comenzaron las gestiones. Intervino la Secretaría de Estado del Vaticano. La Santa Sede estaba preocupada no solamente por el hecho de que un partido declaradamente católico estuviera luchando en el lado marxista, sino por la suerte que le esperaba después de la derrota, que se veía venir.
El Vaticano consiguió que el gobierno de Salamanca se mostrase propicio a la negociación. Y envié un telegrama al gobierno de Euzkadi dándole cuenta de las gestiones. Por un error, el mensaje fue enviado a Bilbao vía Barcelona sin ser encriptado. El funcionario de Barcelona, al ver el contenido, lo desvió a Valencia. Así llegó a conocimiento del gobierno rojo.
Prieto salva el acuerdo.
La existencia de las negociaciones suponía un delito de alta traición. Así lo entendió el gobierno de Valencia. En la primera reunión del mismo se discutió las medidas a tomar, pues daban por segura la ruptura con los nacionalistas. Intervino Indalecio Prieto y calmó los ánimos. Por su consejo, decidieron ignorar la existencia de tales negociaciones. Prieto salvó la vida de su criatura. La unión con los nacionalistas siguió vig ente.
A cualquiera le parecerá que el hecho exigía una inmediata acción para evitar los males que acarrearía la rendición separada de los nacionalistas. Pero para Prieto lo primordial era conservar las buenas relaciones con ellos. Que las fuerzas del PNV siguieran en su campo. Que continuara la alianza que todos consideraban antinatural.
Y Prieto, tuvo razón, desde su punto de vista. La no ruptura, en aquellos momentos, logró, a la larga, que el PNV, un bastión católico cinco años antes, desapareciera como tal.
Han pasado los años. Con la vuelta de la democracia, el PNV reanudó su actuación legal. Su primera acción fue abandonar la confesionalidad católica que había mantenido desde su fundación. Hoy es un partido anticatólico que ha aceptado todas las aberraciones antinaturales que nos ha traído la democracia. En el orden social, la masa de los vascos ha abandonado la Religión. Algunos se atreven a diagnosticar que el Catolicismo está en extinción en nuestra tierra.
En el acuerdo de Prieto y Aguirre, que dio vida al gobierno de Euzkadi, rompiendo barreras que se consideraban infranqueables, la victoria fue del dirigente socialista. En lo que podemos afirmar cuando han transcurrido ochenta años.
Un comentario en “José Antonio Aguirre e Indalecio Prieto”
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El que a escrito este texto sea sobre el pnv o cualquier partido politico “Hoy es un partido anticatólico que ha aceptado todas las aberraciones antinaturales que nos ha traído la democracia”., no es periodista como mínimo se merece una denuncia por incurrir al odio. Aquui lo unico antinatural es no respetar las ideas o pensamientos de los demás con insultos despreciables ni tan siquiera cuando esa costitución que defendeií cuando os da la gana os recuerdo que tambien trae los derechos de los gays lesbiana transesuales y otros terminos que no mencionare porque por su ignorancia seguro que ni las conoce.El periodismo no objetibo si que es antinatural y tan agrabante que deberia de ser delito. respeto es lo que le hace falta a esta sociedad y amuchs plataformas y periodicos.