El Superimbécil
La pretensión del Presidente mejicano de que España pida perdón por la violencia de la conquista, está siendo calificada por todos como una imbecilidad imposible de superar. Estamos de acuerdo y no vamos a repetir lo que otros están demostrando con más cierto que los haríamos nosotros.
Vayamos a lo fundamental.
El Presidente de Méjico ha hecho suya una mentira de la Leyenda Negra. La Leyenda Negra ha sido asumida por el liberalismo. Para dar por verdad una mentira hay que ser tonto. El Presidente de Méjico ha acreditado su imbecilidad al manifestar una mentira como si fuera verdad. ¿Ha admitido la mentira porque, previamente, ya era tonto? ¿Se ha convertido en tonto al admitir la mentira? Como quiera que sea, podemos ver una íntima relación entre los principios de la Revolución y la imbecilidad. Una aplicación más del conocido refrán: “según la posada, los huéspedes”
Pero el tonto en cuestión no es cualquier cosa. Se trata de la máxima autoridad de un estado importante. ¿Cómo ha podido llegar al cargo? Gracias a un sistema político inspirado en los principios de la Revolución.
Y ese es el meollo de nuestras reflexiones: la Revolución es el sumun de la imbecilidad. Hace imbéciles a los hombres y eleva a los puestos culminantes a los imbéciles.