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10 de septiembre de 2019 0 / /

El divino euskera

En el siglo XVIII hubo algún autor que llegó a afirmar que el vascuence fue la lengua hablada por Adán y Eva en el Paraíso. Hoy no creemos que haya nadie que se preste a tal afirmación. Pero se están comportando como si el vascuence fuera una lengua de categoría superior a las demás. Veamos algunos ejemplos.

Han conseguido que, hablando castellano, se la denomine “euskera”, que es el término con que la designa su propio idioma. Cuando hablamos del alemán no decimos “deutsch”. Ni al francés lo llamamos “français” o al inglés “english”. Pero el euskera es distinto, piensan los que tal propugnan.

Dado que la escritura vino con el latín, los apellidos vascos se han escrito con la grafía latina según las leyes fonéticas del latín o el romance que le sucedió. Las normas de ortografía del vascuence se empezaron a dictar a finales del siglo XIX. Y se han modificado posteriormente en distintas ocasiones. Creemos que todavía anda la academia modificando normas.

En la lengua castellana, la norma es que los apellidos no siguen las prescripciones de la ortografía, sino que se han de escribir como lo viene haciendo la familia. Y es que esos apellidos se escribieron así antes de que entrasen en uso las normas de ortografía vigentes. Así, en estas mismas páginas, aparece un Quadra Salcedo. Lo mismo ocurre en francés y en alemán. En el primer idioma, se usa la “s”, en apellidos, que corresponden a palabras que hoy llevan acento circunflejo (^). Nuestro profesor de alemán se indignaba cuando veía escrito Göthe, en vez de Goethe, que es como el poeta alemán firmaba.

Hube de dirigirme al Museo de Zumalacárregui de Ormaiztegui. Y fue inevitable que justificara que escribo el apellido del ilustre General como lo hago, porque él mismo firmaba así. El responsable del establecimiento me contestó indicándome la fecha en que se había decidido cómo hay que escribir los apellidos.

¡Asombroso! ¡En la era de la libertad nos dicen hasta cómo tenemos que escribir!

Hace unos pocos años, me decía un amigo de la niñez que su apellido había cambiado. Que ya no se escribía con “x”, sino con “s”. Y que no terminaba en “i” sino en “e”. No me precisó la fuente de los cambios. Pero me maravilló cómo la lealtad a unas siglas políticas impone a unas personas cambios en la grafía de su apellido.

Es cierto que don Resurrección M.ª. de Azkue, cambió la grafía de su apellido ajustándola a las nuevas (en aquellos momentos) normas. Pero el escolapio P. Mocoroa, que también se ocupó del cultivo literario del vascuence, firmaba tal y como lo hemos escritos. Aclaraba que lo hacía “por respeto a mi padre”.

Por respeto a los padres, o a las familias, es por lo que al principio hemos indicado, las reglas de ortografía no rigen en los apellidos en ningún idioma.

¡Pero en el euskera no es así! ¡El euskera goza de una categoría superior a todos los idiomas!

Lo sucedido en nuestra tierra con la grafía de los apellidos vascos es el resultado de dos realidades. Por un lado, la ya apuntada de la sobrevaloración del vascuence. Por otro, de la minusvaloración de la familia y de la persona.

Pero lo gordo del caso es que las normas ortográficas del vascuence no son nada permanente. Desde que nos iniciamos en su estudio nos las han cambiado una media docena de veces. Mis parientes “Hornes”, suprimieron la “h” del apellido, cuando en los escritos vizcaínos no aparecía tal letra. Pero posteriormente se introdujo y la vemos incluida en apellidos que nunca la usaron.

Insisten los libros proféticos de la Biblia en que los dioses falsos son imágenes que los mismos hombres fabrican y luego se postran ante ellas. Los profetas que lo denuncian se detienen en el absurdo que ello supone.

Así vemos que las normas ortográficas son dadas por los mismos estudiosos. Y luego las imponen a las familias, pisoteando el respeto a los padres. Una forma más de la idolatría en que caen los hombres cuando se apartan de Dios.

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