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6 de agosto de 2020 1 / /

El colmo de lo absurdo

Remota justicia, quid sunt regna nisi magna latrocinia?

Suprimida la justicia ¿qué son los reinos sino grandes latrocinios?

San Agustín. La ciudad de Dios.

Está causando una verdadera conmoción el abandono de España por parte de Don Juan Carlos.

La izquierda extrema le ha tomado como blanco de sus más duras críticas. La izquierda integrada en el sistema se abstiene de atacarle. Da la sensación de que comprenden que la figura de don Juan Carlos ha sido capital para la desespañolización de España. Que tal es la situación actual.

El sino del liberalismo es moverse entre continuas contradicciones. La afirmación de que todas las ideologías son aceptables da lugar a ello. A que se anule la justicia y el reino se convierta en un inmenso latrocinio. Por eso no es extraño que un sector de la España partidaria de la Revolución critique hoy a Don Juan Carlos.

Si fuéramos liberales cubriríamos de elogios a su figura. No le criticaríamos porque ninguno de los actos de su vida le está vetado a un auténtico liberal.

Prescindiendo de otros muchos, que no es preciso mencionar por ser notorios, fijémonos en lo que ahora se le acusa: de poseer dinero oculto al fisco español. A cualquiera se le ocurre que el primer deber de un buen demócrata es pagar sus impuestos. Pero en la realidad vemos que todo el que puede elude esa obligación. Para ello el sistema democrático mundial permite la existencia de pequeños estados que se han constituido en paraísos fiscales. Es notoria la existencia de despachos de abogados especializados en asesorar a sus clientes sobre la manera de evitar impuestos. La consecuencia de ello es que en toda democracia sólo pagan impuestos quienes no tienen medios para contratar los servicios de tales expertos. Don Juan Carlos ha cometido algo que cometen todos los demócratas.

Por lo demás, desafiamos a cualquiera de sus críticos a que nos mencionen una acción o afición de don Juan Carlos que no le esté permitida por los preceptos de la democracia. A ellos ha ajustado su viva con una fidelidad digna de admiración por quienes se califican de demócratas. Si en el campo democrático tuvieran cabida los altares, a don Juan Carlos habría que dedicarle uno. Para nosotros, don Juan Carlos representa en la democracia, el mismo papel que Santa Teresa de Calcuta entre los católicos. La fidelidad a unos principios llevada hasta el extremo.

Su conducta ha sido consecuencia de los principios que profesa. Y que profesan quienes le critican. A éstos se les aplica el dicho, es viejo entre los carlistas, de que levantan tronos a los principios y cadalsos a las consecuencias.

En la historia de España, el primer rey que llevó el nombre de Carlos, abdicó y se apartó del mundo. Pero fue al monasterio de Yuste. No creemos que en un centro similar se haya escondido el Emérito. Pero eso es lo que le recomendaríamos si tuviéramos acceso a él.

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Un comentario en “El colmo de lo absurdo

  1. Ramón de Argonz

    Me parece muy acertado lo que Vd. afirma. Y muy bella la máxima de San Agustín. Si al final la vida misma se reduce a tres grandes verdades…

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