Dos artículos sobre municipalismo
(Por Antonio Urzáiz) –
Quiero presentar en primer lugar un interesante y sugestivo artículo sobre la articulación territorial de Las Españas. No comparto todo su contenido, pero sí valoro su llamada a la “reflexión” sobre “una propuesta de articulación territorial del poder en España y en Andalucía…”
Se echa de menos el no tener presente principios sociales básicos como la subsidiariedad o la solidaridad. Considero equivocada su propuesta “federal”, aunque la rebaje con la formula “federalizante”, que habría que saber qué entiende por ello el autor.
Comparto afirmaciones como la de “garantizar la mejor y más cercana prestación de los servicios públicos…” o el que “la gente, al final, vive y trabaja en un municipio…”, le ha faltado decir y no en un partido político.
Me apunto lo de la “reconexión política y también emocional de <las Españas>…”
Me apunto a la reducción del tamaño del Estado, pero no descargando “competencias hacia el nivel europeo…”, sino aplicando el, ya citado, principio de subsidiariedad. “Que no haga el cuerpo superior lo que pueda hacer el inferior…”
Más que de “construir un municipalismo fuerte de verdad…”, hablaría de reconstruir, eso sí incorporando “los avances producidos”.
Habría que replantear totalmente el artículo VIII de la CE, que ha sido un fiasco. En el caso concreto de Andalucía, tener en cuenta como se ha ido articulando a lo largo de la Historia y no basar el regionalismo en un inconsistente sentimiento andalucista, que no tiene nada de solución al modelo de articulación territorial y sí de solución fisiócrata al problema de la propiedad de la tierra. Por favor estudiemos un poco de Historia y no manipulemos al pueblo. El grito de “Andalucía libre”, nada tiene que ver con el separatismo. Tengamos en cuenta que la inexistencia de fueros territoriales, impidió la articulación de una reivindicación regionalista en Andalucía, los Fueros que se fueron concediendo a las ciudades reconquistadas, era Fueros Municipales, copia del Fuero de Toledo.
Si este artículo sirviera para abrir un debate, bienvenido sea.
Al final va el criterio autorizado de Vázquez de Mella sobre la cuestión regional y municipal. Es un texto que conviene releer.
______________________________
Un debate municipalista serio
Por José María Rueda Gómez
Artículo publicado en Diario de Sevilla el 24 de mayo de 2021
Los esfuerzos han de ir dirigidos a garantizar la mejor y más cercana prestación de los servicios públicos, pues la gente, al final, vive y trabaja en un municipio
Tan serio como lo merece una reflexión y una propuesta de articulación territorial del poder en España y en Andalucía, que conjugue la mejor fórmula de prestación de servicios a la ciudadanía, ahora que estos servicios han de prestarse eficazmente y ha de asegurarse que los mismos lleguen a toda la población que los requiera, y que, a la vez, sea capaz de responder a las aspiraciones del nivel local de alcanzar importantes cotas competenciales en un contexto que aspira a una configuración federal o federalizante de nuestra realidad autonómica.
Y que por supuesto sepa reconocer los avances producidos y parta de ellos para desarrollar las medidas legislativas adecuadas y los consensos institucionales necesarios para abordar cualquier tarea de reconfiguración del reparto territorial del poder, que es de lo que se trata. Como decía antes, los esfuerzos han de ir dirigidos a garantizar la mejor y más cercana prestación de los servicios públicos, pues la gente, al final, vive y trabaja en un municipio.
La complejidad del debate territorial (y la preeminencia que el asunto catalán tiene en el mismo) no debe impedir que observemos que en dicho debate sobrevuela una necesidad y un anhelo de justicia territorial, de reconexión política y también emocional de “las Españas”. De sus realidades autonómicas, pero también de éstas hacia sus realidades locales. Y por supuesto, de reconexión de la España urbana y la rural, de la España llena y la vaciada. Una necesidad, en definitiva, de poner fin a los desgarros territoriales existentes.
En este punto, es donde se debe reivindicar, y también recuperar, la capacidad del PSOE, como fuerza de gobierno, para garantizar con firmeza la composición de un nuevo puzle competencial y financiero a cuatro bandas: Europa, España, comunidad autónoma, entidades locales, tanto en sentido ascendente como descendente. El papel fundamental lo tendría el nivel estatal, que se “descargaría” de competencias hacia el nivel europeo y hacia el nivel regional. Y éste, a su vez, redistribuiría las competencias recibidas en las entidades locales. Igual recorrido para los recursos económicos. No es fácil, pero es necesario para construir un municipalismo fuerte de verdad.
Un municipalismo que ahora es eje de la cogobernanza, para la compleja gestión de los fondos europeos, pero que ha de ser el eje siempre. Y así ha de comprenderlo y asumirlo el nivel autonómico, no siempre dispuesto a descentralizar competencias y recursos, y muchas veces más proclive a reivindicar del nivel estatal, pero negando similar trato al nivel local. Asumir esa evidencia quizá sea el primer paso para avanzar en esa propuesta municipalista seria, que supere declaraciones rimbombantes, a veces, carentes de contenido real.
Como también considero que son pasos importantes, el señalar un par de aspectos (por razones evidentes de espacio no puedo dar cabida a más) de la actual regulación de los entes locales andaluces que pueden ser modificados, justamente para acercarnos a los objetivos globales que he planteado en estas reflexiones. El primero, lógicamente, sobre la financiación local. Ha de tenderse hacia la incondicionalidad de la misma. Sin rechazar de plano la existencia de fondos de nivelación y de programas de colaboración, la regla debe ser la incondicionalidad de la financiación, y el convenio entre la Administración autonómica y la local, el instrumento que articule la traslación de recursos.
Junto a lo anterior, una mayor capacidad de los entes locales para incidir en las leyes autonómicas que les afecten, hasta el punto de poder rechazarlas.
El consejo de gobiernos locales, existente en Andalucía, además de funciones de coordinación, ha de ascender un peldaño y dotarse de capacidades decisorias.
Cuestiones que afectan al núcleo esencial del reparto territorial del poder y que, por ello, demandan firmeza y convicción. Como todos los debates serios, muchos de los cuales abordaremos en el periodo ya congresual en el que está inmerso el PSOE.
Municipio autárquico
Por Juan Vázquez de Mella
Discurso en el Congreso, el 30 de junio de 1916
Yo soy partidario de una reivindicación municipal, que empiece por considerar al municipio, no como una creación legal, no como una creación artificiosa de poder ejecutivo, dividido, según todos los tratadistas de la centralización y según las leyes que padecemos, en tres partes: una, la administración general; otra, la administración provincial, y la otra, la administración municipal. No, yo reconozco que el Municipio es el primer grado de lo que llamo soberanía social; es la primera escuela de la ciudadanía que nace espontáneamente de la congregación de familias que sienten necesidades múltiples y comunes, que ellas no pueden satisfacer aisladamente y que les obliga a juntarse y producir una representación común, que es sociedad natural. El municipio es la Universidad de la ciudadanía, en aquel punto en que termina la vida doméstica interior de la familia y el hombre se lanza, por decirlo así, a la vida pública. De ahí la necesidad extraordinaria de su emancipación; de ahí la necesidad de acabar con el régimen oprobioso, tiránico y centralizador que padecemos. Hoy no existe autonomía en el Municipio; el Municipio no es más que una creación legal, no es más que una sección, una parte del Poder ejecutivo en funciones.
Cuando un Municipio trata de unirse a otro o de segregarse, no le basta la voluntad de los vecinos, es necesario que el Poder central la ratifique; cuando se trata de funcionar, el alcalde tiene dos delegaciones: una, la delegación política, en que se hace dependiente inmediato del Gobernador, que a su vez es amovible y responsable ante el señor Ministro de la Gobernación; y otra, la delegación administrativa, que queda absorbida por la delegación política. La centralización se completa con el nombramiento de los alcaldes de Real Orden, ese escándalo de los concejales y alcaldes interinos que vienen a destruir arbitrariamente la obra de los propietarios, y hasta el nombramiento de aquellos funcionarios técnicos asalariados por el municipio, y que él sólo no puede establecer sin la aquiescencia de sus superiores jerárquicos; no hay autonomía en el presupuesto municipal, porque depende, o de la Diputación o del Gobernador; y todo se cercena, y el ayuntamiento se convierte en una rueda administrativa. Si la comisión provincial, formada de acuerdo con los caciques, llega a ser lo suficientemente poderosa, por motivos y pretextos que todos conocemos y que se filtran a través de los artículos de la Ley municipal, las elecciones se anulan y los Ayuntamientos en forma interina, se establecen, y entonces el cacique cuenta con todos los medios para oprimir a los electores, para vejarles y para falsificar la verdadera voluntad electora.
Yo en este punto soy partidario de que el Ayuntamiento y el Municipio sean, no una creación arbitraria de la ley, sino el reconocimiento de una personalidad natural, formada por la agrupación de familias para defender sus mutuos intereses; que no exista la doble representación, y que, si existe, mientras no se paren, pueda fijarse en caso de conflicto, la política, hasta en el juez Municipal, pero que no se desposea al alcalde de aquella propia representación que tiene como Delegado del Municipio; quiero que exista la representación permanente y la representación variable; quiero que tenga el Municipio el derecho a formar libremente hermandad con los demás municipios; quiero que se arregle y se establezca la verdadera Hacienda Municipal, no con ese indigno y ridículo prorrateo entre el Estado y el Municipio, en que se merman mutuamente unos mismos tributos, sino que cobre la Hacienda municipal lo que resta de los bienes comunales y los de propios, y, reintegrándole de las enormes cantidades que le detenta el Estado (más de 300 millones), recobre el Municipio sus facultades y se establezca de una vez la órbita en donde los tributos municipales se recauden, sin tener la intromisión vergonzosa del Estado que los limita y los cercena: quiero que el Municipio, en toda la esfera administrativa, sea absolutamente independiente que sobre él no se levanten más que superiores jerárquicos en su aspecto externo, pero que no toquen a su vida interna.
Cuando esto suceda, cuando teniendo en cuenta, por un lado, la tradición nacional, y, por otro, se resientan las necesidades grandes, después que la Revolución haya dejado pasar su rasero sobre todos los organismos administrativos y locales desde hace un siglo, se podrán establecer los cimientos de una verdadera organización regional: mientras esto no suceda, en vano será otorgar mancomunidades ni delegaciones, porque únicamente sobre los Municipios libres se podrán establecer las regiones autónomas e independientes dentro de su propia esfera.