“Diez cosas importantísimas que separan al Carlismo de Vox”
(por Javier Urcelay)
Un ilustre y querido amigo, cercano a los círculos internos de Vox, me hace llegar una tabla que recoge las “Diez cosas importantísimas que separan a Vox del PP”, con la aclaración de que “si el PP recupera los valores de centro derecha/ la sensatez, sería posible la fusión PP Vox. Si no, no.”
Estas son:
1-Inmigración 100% en interés de España y legal. La que pueda acoger nuestro mercado laboral, evitando la islamización y sensatez en la concesión de nacionalidad o derechos indefinidos.
2-Recondución del estado autonómico a lo razonable en lo económico y político, con recentralización de Sanidad, Educación y Justicia, tolerancia cero a políticas separatistas, equidad fiscal de las regiones forales y unidad de mercado.
3-Feminismo radical cero, igualdad entre sexos, restricciones al aborto, y fomento de la natalidad vía familia natural.
4- Cero fomento de la transexualidad y privilegios a activistas LGTBI.
5-Tolerancia cero con la delincuencia y detención inmediata de okupas.
6-Sensatez en las políticas energéticas/climáticas, protegiendo nuestra economía, libertad y soberanía energética.
7-Reducción del gasto público para bajar impuestos, equilibrio presupuestario y buenos servicios públicos, revisando el Estado de Bienestar a lo razonable.
8-Si a la Unión Europea, pero sin cesión de soberanía en cuestiones contrarias al interés nacional.
9-Libre comercio exterior, si, pero al 100% solo con paises con las mismas cargas sociales y regulaciones.
10-Cero memoria histórica oficial.
Ignoro la autoría del documento y si el mismo representa una cierta postura oficial del partido. En todo caso, y dada su difusión en las redes sociales en círculos afines al partido de Abascal, es razonable suponer que, al menos la militancia, se encuentra identificada con su contenido.
Suscribo bastantes de las reivindicaciones contenidas en el documento, algunas plenamente y otras con matices. Ya sé que algunos carlistas preferirían despacharse la cuestión afirmando simplemente que Vox es un partido liberal, y que, por tanto, no hay nada que el Carlismo pueda ver bueno en él. Para algunos, la acusación de liberalismo parece más bien una coartada para liberarse de la obligación de pensar. Yo confieso que tengo una aproximación más práctica a la política, y que hay que tener los pies en el suelo y arar con lo que se tiene, tratando de llevar la realidad hacia el ideal, y no vivir en la pureza incontaminada e inmóvil de una burbuja que solamente vive en nuestros sueños.
La existencia de la tabla de las “Diez cosas”, sencilla y concreta, me ha animado, sin embargo, a mí también a hacer algo similar, presentándole a Vox las “Diez cosas importantísimas” -el mayestático es suyo- que separan al Carlismo de Vox, y por las que algunos carlistas podemos haberles votado -personalmente la abstención me parece una estupidez-, pero siempre conscientes de la distancia que la formación verde tendría que recorrer para que realmente pudiéramos sentirnos identificados con sus objetivos políticos.
Helas aquí razonablemente resumidas:
1-Reconocimiento por parte del Estado del catolicismo como religión propia de la nación española y del Derecho Público Cristiano y la Constitución histórica y tradicional de España como sus fuentes inspiradoras. Reconocimiento mutuo de la independencia de la Iglesia y el Estado como sociedades perfectas con plena soberanía en su ámbito propio, y la subordinación debida del fin temporal al espiritual.
2-Reconocimiento de la Monarquía como consustancial a la unidad y grandeza de España, con organización del Estado bajo un régimen de Monarquía tradicional, católica, social y representativa, opuesta tanto al absolutismo como a la monarquía liberal o república coronada.
3- Restauración del tejido social anulado por el estatismo, con recuperación del principio de subsidiariedad y la legítima autarquía de los cuerpos intermedios que componen la soberanía social.
4-Sustitución de la representación partitocrática por unas Cortes integradas por Procuradores elegidos por sufragio orgánico, representando las necesidades y aspiraciones de la sociedad civil y las actividades del país, con mandato imperativo y sujetos a juicios de residencia.
5-Unidad e indivisibilidad del Poder político, con reconocimiento de la autarquía de las personas jurídicas o sociedades infrasoberanas, tanto naturales como históricas, que le han precedido o que vivan lícitamente dentro de la nación, como las regiones, los municipios, las familias, las corporaciones profesionales, universidades etc. Reconocimiento de las regiones geográficas e históricas que componen la nación española, con respeto a sus lenguas o dialectos propios y los usos o costumbres (fueros) que las caracterizan y diferencian dentro del conjunto nacional.
6-Afirmación de la familia natural como primera célula de la sociedad –“seminario de la república”, decía Cicerón- y base de la Patria, protegiéndola y defendiéndola por todos los medios: derechos de los padres respecto a sus hijos y a su educación, protección del patrimonio familiar inalienable y su transmisión por herencia, promoción de la natalidad y protección de las familias numerosas, defensa de la moralidad pública y protección de la infancia.
7-Recuperación y mantenimiento de una política internacional definida y soberana, dentro de la Unión Europea, cuyos ejes sean la promoción del español, la alianza con Portugal y el hermanamiento con las naciones que constituyen el mundo iberoamericano, así como el control del Estrecho mediante la recuperación de la soberanía de Gibraltar y la amistad con las naciones vecinas del Norte de África.
8-Imposición y mantenimiento por parte del Estado de una inexorable justicia social, por medio de la Magistratura del Trabajo, la promoción de las clases populares, la protección de los más débiles, el fomento del cooperativismo y la participación de los trabajadores en los beneficios empresariales, ejerciendo el Estado el control de la codicia de los poderosos, en especial de la banca y las grandes corporaciones multinacionales.
9-Reforma total y dotación suficiente de la administración de Justicia, administrada en toda España en nombre del Rey, reglada y gobernada por sus propios órganos para asegurar su radical independencia respecto a cualquier influencia política o injerencia de otros organismos del Estado, de forma que sea solo estricta cumplidora de la Ley y amparo del Derecho, rápida y accesible para todos los españoles, por pobres que sean.
10-Simplificación, eficiencia económica y descentralización de la administración estatal, mediante la plena responsabilidad de cada parte de ella. Fiscalidad progresiva, evitando dobles imposiciones, con rebaja de la presión fiscal, especialmente de las cargas sobre los elementos primarios de la vida de las familias, como propiedad, alimentación y transporte, y persecución de la economía sumergida. Política económica orientada al pleno empleo y productividad de los capitales. Especial atención al desarrollo de nuestra agricultura, favoreciendo el desarrollo del mundo rural -a través de las infraestructuras, la redistribución de los recursos hídricos y la teleconectividad-, y de la reindustrialización de España con criterios de competitividad, eficiencia y respeto al medio ambiente, reduciendo la dependencia del sector turístico y los servicios.
Personalmente soy de los que se alegran de que exista Vox, y de que tenga claras sus diferencias con el PP, porque he escrito y repetido que la única diferencia entre el PP y el socialismo es que el primero avanza más lento, pero por la misma senda. Es decir, que el PP es igual que el PSOE, pero diez años más tarde.
Respecto a Vox, está claro que simpatizo más con lo que le separa del PP, que con lo que les pueda unir. Pero, en todo caso, reconozco su esfuerzo para tener una propuesta, un programa político y una estrategia.
Eso también les diferencia del Carlismo, pero en este caso para mal de este último. Porque es cómodo repetir siempre las viejas ideas de siempre, sin tratar de encontrar respuestas para el aquí y ahora, que es la función de la política. Haciéndolo así, el riesgo es la fosilización, que no es fidelidad a la Tradición, sino exactamente su contrario.
Así que, ahí quedan esas diez “cosas importantísimas” que ponemos hoy encima de la mesa. Para propagar y defender lo que hoy querríamos para España.
Y que nos gustaría que Vox considerara, para que su laudable afán patriótico conectara con la veta profunda y fecunda de nuestra tradición nacional.
8 comentarios en ““Diez cosas importantísimas que separan al Carlismo de Vox””
Juana de Beira
Con todos los respetos al autor del artículo. Porque precisamente, como la mayoría de carlistas pienso, no tenemos nada en común con VOX ni con el PP. No hay que menospreciar a los que no toleramos posibilismos y nos mantenemos en la intransigencia doctrinal. Cualquier cesión es un paso atrás, en el freno al avance de la revolución liberal y esa revolución, por las injusticias sociales y económicas que comete, nos lleva al marxismo político y cultural.
“La derecha española ha sido tradicionalmente cobarde y aprovechada, proclamando un Dios en el que no cree y una patria que no ama, intentando mantener sólo sus privilegios”
Juan Vázquez de Mella y Fanjul. 08/06/1861 – 26/02/1928.
Javier Urcelay
Gracias, Juana, por tu comentario. Posibilismo: lo que no es posible, es imposible. Y lo imposible, por definición, no tiene el menor interés para la política.
Somos posibilistas en todas las facetas de nuestra vida: cuando hacemos la compra, cuando escogemos sitio para ir de vacaciones, cuando educamos a nuestros hijos o elegimos a nuestra esposa o esposo, cuando optamos por una dedicación profesional. En ninguna de esas facetas aplicamos el “todo o nada”, u “o lo óptimo o no hay nada de lo que hablar”. Pues si así aceptamos que es la vida, no entiendo por qué en la política se defiende la intransigencia y la negación de que hay una realidad de la que partir. Posibilismo no es liberalismo, es tener los pies en el suelo y no vivir en una burbuja. Lo posible no es una forma de claudicación, es la única forma de poder cambiar las cosas.
Juana de Beira
Con todos los respetos al autor del artículo. No se puede defender lo indefendible, lo que no es Carlismo y Tradición es traición. Allá cada uno con su conciencia.
José F. Garralda
Su aportación parece muy ilustrativa a interesante. Muchas gracias por su posición. Pues adelante.
LUIS MARÍA SANDOVAL PINILLOS
¡¡¡muy bien!!! Al conjunto y a muchas ideas y frases por separado
Heriberto Martínez
En el mitin de cierre de campaña.
Santiago Abascal lanzó una afirmación. Si a la civilización cristiana.
Pertenecer o no a la UE, pasa por ese reconocimiento.
Estando de acuerdo con los 10 puntos, añadiría la urgente necesidad de mejorar la ley electoral.
Gracias por sus reflexiones tan necesarias en estos momentos.
Y no estaría de más que el jefe del estado tuviera un gesto de afirmación de su catolicismo si es que representa la razón de España.
Viva Cristo Rey
Zuma
Heriberto no espere afirmación católica alguna de este ” Jefe del Estado’. No la hará y puede estar seguro. Dinastía usurpadora, defensora activa de la Agenda 2030, etc ..y desde luego como razón de Estado es opuesto
a la “Autotitas católica”
J. Auseva
Estimado Sr. Urcelay,
Felicitándome por el tono abierto y razonado de su discurso, quiero llamar su atención sin embargo al punto número 4 de su lista.
Sustituir la representación partitocratica es una necesidad cada vez más evidente.
Ahora bien, sustituirla por una representación orgánica podía ser lo correcto en tiempos de “paz institucional”, tiempos en que los representantes no estuvieran sometidos a la presión feroz de intereses foráneos ilegítimos. Por ejemplo durante el Antiguo Régimen o más recientemente durante el Régimen de Franco.
En un periodo como el actual, en que esa presión ilegítima sobre las instituciones se siente de forma agobiante, no es aventurado pensar que de la misma forma que los partidos son corrompidos, lo serían los candidatos de una representación orgánica, y por la misma razón: su número pequeño y sus identidades ciertas y casi siempre las mismas. Eso los convertiría en objetivo fácil de las mismas fuerzas corruptoras que operan ahora.
Afortunadamente ese asunto ya fue solucionado en la Grecia clásica, donde tenían el mismo problema de corrupción de partidos y candidatos que nosotros ahora.
La solución que encontraron y que hizo de Grecia la potencia dominante en los 200 años siguientes fue la democracia ateniense. Los cargos pasaron a ser nombrados por sorteo entre los ciudadanos, eliminando así los partidos y las camarillas cerradas y corruptas de candidatos propias de las democracias representantivas.
Es decir, los cargos, por ejemplo los procuradores, dejarían de pertenecer a círculos cerrados. Se acabaría así la necesidad de una élite de “representantes”, cosa tan propicia a la corrupción. Y la democracia pasaría así a ser directa, sin representantes, tan solo ciudadanos. Un verdadero “gobierno del ciudadano” en vez de un gobierno de los “representantes” (que casi nunca representan al ciudadano).
Creo que este matiz no es menor, ya que es más que dudoso el “posibilismo” de la democracia orgánica, que pese a ser un desarrollo de la 2a. republica, no parecería que la llamada izquierda estuviera en condiciones de entender ni apoyar. Lo que a su vez trunca toda posibilidad de la tan deseada como necesaria unidad de la nación para abrir una época “post-partidista”, “post-representativa” y deseablemente “post-corrupta”.
Un modelo así no sólo sería aceptable para el sector bienintencionado de las llamadas “izquierda” y “derechas”, apuntando decisivamente por tanto en dirección a la imprescindible unidad y superación de ideologías manipuladas. Sino que bajo dicho modelo subyacen todos los valores cristianos de igualdad ante la ley, búsqueda de la verdad y por tanto de la libertad, etc, que son los que dan lugar a Occidente. Y es que sólo estos lo pueden reconstruir.
Cada época tiene sus condicionantes y sus necesidades, y es la labor de los actores políticos de cada época saber adaptarse a ellos dentro de lo posible sin perder las esencias.
A ellos corresponde dejar atrás planteamientos inmovilistas para incorporar lo que de útil pueda ser a cada situación histórica.
¿Podria tal vez hacer algún comentario al respecto?
Con agradecimiento en cualquier caso,
J. Auseva