Coronavirus: El ser o no ser de las vacunas.
(Por Porfirio Gorriti) –
22 de agosto de 2021. Año primero de la pandemia.
Durante el criminal confinamiento domiciliario al que fueron sometidos los españoles, ilegal e ineficaz para el control de la pandemia, la vacuna contra el COVID-19 fue el sueño feliz contra la pesadilla. Desde que son realidad los viales, la alienada población se ha vacunado en masa, aunque se observa una dinámica social de creciente rechazo a las inyecciones vacunales. La desconfianza está justificada: las vacunas se han elaborado a la carrera por las grandes farmacéuticas internacionales y muchas vallas científicas de seguridad han sido saltadas contrarreloj. La divulgación de conceptos biomoleculares no es el objetivo de este artículo, simplemente comentaremos sobre las vacunas que han llegado a España que son de dos tipos esencialmente diferentes: las de Pfizer y Moderna activan su proceso de acción biológica mediante el RNA, mientras que las de AstraZéneca y Janssen activan una proteína-vector. Las vacunas son los que son: vacunas. Los disparates sobre las vacunas contra el COVID-19 inundan la Red, como los temores acerca de la inoculación planificada de sustancias nocivas, los cuales no tienen base racional alguna. El quid es la insuficiente investigación clínica previa a su inoculación general a la población.
El gobierno ha apostado por la vacunación general de la población como solución fundamental del control de la pandemia. Esta medida no tendría discusión sino fuese porque el plan de vacunación está controlado por políticos y no por médicos. El gobierno monitoriza la información real, manipula los datos conforme a su estrategia y no podemos aceptar acríticamente los datos oficiales, si bien en este punto temporal de la pandemia ya existen parámetros epidemiológicos de los que no cabe dudar. El principal de ellos es que la mayoría de españoles adultos se han vacunado «voluntariamente», bajo la asfixiante presión social de la pandemia y una eficaz acción persuasiva institucional. Puede argumentarse que esta mayoría ha elegido la dudosa seguridad de la vacuna frente al potencial daño del virus, siendo una evidencia sanitaria que se está reduciendo el desarrollo de la enfermedad vírica en las franjas de personas vacunadas. Tras la verificación de un auténtico ensayo clínico globalizado en todo el mundo occidental, todo indica que el paradigma epidemiológico beneficio-riesgo de las vacunas contra el COVID ha resultado positivo para la población como conjunto.
La cara oculta de esta fase de la pandemia es la censura estatal sobre los efectos secundarios de las vacunas, a pesar del reconocimiento de casos de muerte en algunos pacientes. El debate científico riguroso sobre esta cuestión ni siquiera ha empezado y, siguiendo el hilo de un lector del blog, las dudas médicas deberían haber sido absolutas ante un proceso de vacunación coercitivo y generalizado. El plan de vacunación del gobierno, a fecha actual, sigue avanzando sobre elementos que carecen de fundamentos científicos como la vacunación generalizada de jóvenes, la de los niños o la administración general de una tercera dosis para adultos sanos. Se constituye como una auténtica ignominia la ausencia de un plan nacional de investigación sobre los efectos secundarios de las vacunas. Este agujero negro en la información sanitaria a la población ha roto muchos vínculos de la sociedad con la Medicina en su conjunto y contextualiza la negativa de muchas personas a ser inoculadas con la vacuna.
El hecho de que prácticamente todas las maquinarias gubernamentales del mundo estén ejerciendo las mismas políticas, resulta estremecedor y está afectando a la salud mental de la población ¿Dónde están aquellos profesionales de la Medicina bajo cuyas manos se salvaguardaba la salud de la sociedad? ¿Por qué no se levantan y toman las riendas del plan de vacunación de la pandemia, ahora en manos de politicastros corruptos? ¿Por qué no hay un debate científico? ¿Por qué la Plataforma de médicos por la verdad fue liquidada nada más nacer? Aunque los datos ya disponibles en la práctica indican como positiva la vacunación de la población adulta vulnerable, toda persona debería tener derecho a que un médico le ofrezca una respuesta individual sobre la indicación de la vacuna en su persona, antes de someterse a ella. La verdad es que los directivos sanitarios son unos esbirros del poder ejecutivo, bajo el silencio y la pasividad cómplices de la generalidad de los médicos españoles.
El «éxito» del plan vacunal, asimismo, ha demostrado que un sistema político cada vez más globalizado y totalitario, domina fácilmente a la masa aborregada que hoy puebla nuestra España, bajo el mando adorador de la falsa diosa Democracia. Los médicos, en España y quizás en todo el mundo occidental, tienen frente a sí el magno dilema del ser o no ser. Ser médicos o ser funcionarios al servicio de un estado, ejercer una medicina hipocrática o ejecutar una medicina filonazi.
Sagrado Corazón de Jesús: solo en Ti confiamos para que el virus se detenga definitivamente.
Un comentario en “Coronavirus: El ser o no ser de las vacunas.”
Joseph Miguel
Estimado Sr.
En relación a este artículo suyo, le recomiendo que vea la entrevista realizada hace ya casi una década al neurocirujano dr. Russell Blaylock. Proporciona datos muy interesantes.
Le dejo el enlace de la entrevista.
https://youtu.be/5o42IdmYclA
Reciba un cordial saludo.