Cambiar los apellidos
Leemos que varios ayuntamientos vascos han dirigido cartas a los padres de recién nacidos incitándoles a que hablen a sus hijos en vascuence y que, al inscribirles en el Registro Civil, lo hagan de acuerdo con las normas ortográficas de la Academia.
A este respecto recordamos el ridículo en que incurrieron dos nacionalistas de nuestro pueblo en los tiempos de la República. Se apellidaban Gómez y Zatón, respectivamente. Y se empeñaron en firmar Gomezetxea y Zatonizua. Años después otro nacionalista se burlaba del hijo de uno de ellos diciéndole: “Gómez, Gómez, apellido vasco por los…”.
En Álava son típicos los apellidos compuestos de un patronímico castellano y un toponímico de la tierra. Ejemplos: Ortiz de Zárate, Martínez de Murguía, etc. Muchos nacionalistas suprimieron el patronímico quedándose en Zárate, Murguia, y demás. Otros nacionalistas firmaban con el apellido de la madre, cuando era vasco, si el del padre era castellano.
Respecto a los apellidos genuinamente vascos, dado que las normas ortográficas del vascuence tienen un siglo de antigüedad, los apellidos se han escrito con ortografía castellana o francesa. Así, el mismo vocablo se escribía con “ch” en la parte española y “tch” en la francesa. Con las normas vigentes se debe escribir con “tx”.
En las lenguas castellana, francesa y alemana, se da también el mismo caso. Muchos apellidos se escriben con una grafía arcaica, que no está de acuerdo con las normas ortográficas actuales. Los Quadra Salcedo, no firman Cuadra. Los alemanes cultos no escriben Göthe, sino Goethe. Y en muchos apellidos franceses se conserva la “s” que las normas actuales han sustituido por el acento circunflejo sobre una “e” precedente. Le preguntaron al escolapio Padre Mocoroa, académico de la Lengua Vasca, por qué firmaba con “c” en vez de hacerlo con “k”. Contestó: “por respeto a mi padre”. En las lenguas mencionadas las normas ortográficas dicen que los apellidos deben escribirse como los escribe la familia. Vemos en ello un respeto a la familia. Contra esa norma de respetar la costumbre de la familia va la petición de los ayuntamientos en cuestión, de pedir a los padres que cambien, para sus hijos, la grafía de su apellido. A pesar de la importancia que la tradición vasca ha dado a la familia (importancia que se refleja en el derecho civil foral) estos vascos de nuevo cuño pretenden imponer a las familias la forma en que deben escribir sus apellidos; lo que no ocurre con otros idiomas. Es que, para ellos, el “euskera” es más lengua que todas las demás. ¡Goza de un carácter cuasi divino!
El nacionalismo, en su afán de dotarse de una personalidad, la está inventando. Y la inventa transgrediendo el sentido común y la misma tradición vasca. Y todo ello a base de “ordeno y mando” desde las instancias del poder. ¿No es eso totalitarismo?