Seguir el blog (Follow.it)

19 de diciembre de 2023 5

¿Bendice el papa Francisco las uniones homosexuales?

(por Javier Urcelay)

La Sagrada Escritura presenta las relaciones homosexuales como depravaciones graves y la Tradición cristiana ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Así lo afirma el Catecismo de la Iglesia Católica en su punto número 2357. Y en el punto siguiente continúa: “Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual: ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición”.

Para concluir, en el punto 2359: “Las personas homosexuales están llamadas a la castidad”.

Esta posición, mantenida de forma constante por la Iglesia a lo largo de dos mil años, ha sido sostenida desde el comienzo de su pontificado por el papa Francisco que, consciente de la dimensión que el tema de la homosexualidad ha alcanzado en el mundo actual, ha subrayado siempre en sus intervenciones pastorales -desde aquél famoso “quién soy yo para juzgar…”- la necesidad de respetar la dignidad humana de los homosexuales y la delicadeza en el trato que merece su condición. Intervenciones oportunas frente a desprecios y discriminaciones que muchas veces han sufrido las personas homosexuales, incluso desde sectores católicos, y que repugnan a una conciencia verdaderamente cristiana.

Pero ahora el papa Francisco parece haber dado un paso más allá de la mera solicitud pastoral, alterando la doctrina al aprobar el documento Fiducia supplicans, firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández como prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el pasado día 18 de diciembre. Y no sobre el matrimonio homosexual, sino sobre lo que es bendecible por la Iglesia.

La noticia ha saltado a la cabecera de todos los medios laicistas con indisimulado alboroto: “El Vaticano bendice las uniones homosexuales”, titula El Mundo; “El Vaticano aprueba la bendición de parejas homosexuales o en situación “irregular””, lo hace La Vanguardia; “El papa Francisco, abierto a bendecir a parejas homosexuales”, dice El Mundo; o “El Vaticano aprueba bendecir a las parejas homosexuales sin equipararlas al matrimonio”, titulan, con algo más de matiz, El País, RTVE o la BBC. Varios de ellos, como también representantes cristianos del colectivo LGTBI, saludan la decisión, considerando que “vamos dando pequeños pasos”.

Aparte de la inexplicable fecha elegida para la presentación de la Declaración -cuando la Iglesia se encuentra sumergida en la preparación de la Navidad- diversos medios católicos han considerado la decisión papal como radicalmente opuesta al magisterio tradicional de la Iglesia, resucitando la cuestión de si un papa puede ser hereje e incluso trayendo a colación el caso del papa Honorio I, sepultado en los anales de historia de la Iglesia.

¿Pero ha sido verdaderamente así? ¿Ha cambiado el papa Francisco la doctrina de la Iglesia sobre las uniones homosexuales?

El prefecto para la Doctrina de la Fe ha subrayado en la presentación del documento que la Declaración de su dicasterio “se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no admitiendo ningún tipo de rito litúrgico ni bendiciones similares a un rito litúrgico que puedan crear confusión”. Lo que se aporta, según el cardenal Fernández, no es un cambio en la consideración del status de las parejas del mismo sexo, sino que “el valor de este documento es ofrecer una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones, que permite ampliar y enriquecer la comprensión clásica de las bendiciones estrechamente vinculada a una perspectiva litúrgica. Tal reflexión teológica, basada en la visión pastoral del Papa Francisco, implica un verdadero desarrollo de lo que se ha dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y en los textos oficiales de la Iglesia”.

El objetivo de la Declaración, es “ofrecer nuevas precisiones, a la luz de la actitud paterna y pastoral del Papa Francisco, sobre el Responsum ad dubium [2] publicado el 22 de febrero de 2021”, en el que el anterior prefecto para la Doctrina de la Fe, cardenal Luis Ladaria, se había opuesto a la bendición a las parejas homosexuales, limitándose a no excluir de la bendición a las personas como tales.  Dicho Responsum, según expone la actual Declaración, “ha suscitado no pocas y diferentes reacciones: algunos han acogido con beneplácito la claridad de este documento y su coherencia con la constante enseñanza de la Iglesia; otros no han compartido la respuesta negativa a la pregunta o no la han considerado suficientemente clara en su formulación o en las motivaciones expuestas”.

La comunidad homosexual, y con ella sectores de los poderosos episcopados centroeuropeos, no se había sentido satisfecha en sus aspiraciones. El propósito de la Declaración de este 18 de diciembre es, precisamente, “Para salir al encuentro, con caridad fraterna, de estos últimos” (los no satisfechos con el Responsum).

Consciente de los riesgos, la Declaración puntualiza en su punto 4 que “Se trata de evitar que «se reconoce como matrimonio algo que no lo es». Por lo tanto son inadmisibles ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio, como «unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos», y lo que lo contradice. Esta convicción está fundada sobre la perenne doctrina católica del matrimonio. Solo en este contexto las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme”. Y para ello precisa en el punto 5: “Por este motivo, a propósito de las bendiciones, la Iglesia tiene el derecho y el deber de evitar cualquier tipo de rito que pueda contradecir esta convicción o llevar a cualquier confusión. Tal es también el sentido del Responsum de la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe donde se afirma que la Iglesia no tiene el poder de impartir la bendición a uniones entre personas del mismo sexo”.

A continuación, la Declaración repasa el sentido de las bendiciones como sacramentales y, en perfecta consonancia con la doctrina tradicional, se sostiene que “desde un punto de vista estrictamente litúrgico, la bendición requiere que aquello que se bendice sea conforme a la voluntad de Dios manifestada en las enseñanzas de la Iglesia”. Basándose precisamente en ello, el Responsum del año 21 señalaba que cuando “se invoca una bendición sobre algunas relaciones humanas, lo que se bendice debe poder corresponder a los designios de Dios inscritos en la Creación y plenamente revelados por Cristo el Señor. Por ello, dado que la Iglesia siempre ha considerado moralmente lícitas sólo las relaciones sexuales que se viven dentro del matrimonio, no tiene potestad para conferir su bendición litúrgica cuando ésta, de alguna manera, puede ofrecer una forma de legitimidad moral a una unión que presume de ser un matrimonio o a una práctica sexual extramatrimonial”. Lo que incluía, evidentemente, a las relaciones homosexuales.

Quedando claro todo lo anterior, el meollo de la actual Declaración se basa en la consideración del papa Francisco -inspirador evidente del documento del Dicasterio romano- de que “Se debe también evitar el riesgo de reducir el sentido de las bendiciones solo a este punto de vista (el “litúrgico”, se entiende), porque nos llevaría a pretender, para una simple bendición, las mismas condiciones morales que se piden para la recepción de los sacramentos. Este riesgo exige que se amplíe más esta perspectiva. De hecho, existe el peligro que un gesto pastoral, tan querido y difundido, se someta a demasiados requisitos morales previos que, bajo la pretensión de control, podrían eclipsar la fuerza incondicional del amor de Dios en la que se basa el gesto de la bendición”.

Tras repasar la presencia de las bendiciones en la Biblia, se propone un nuevo enfoque en el entendimiento de lo que son y significan las bendiciones. En consonancia con ello, el documento deriva que “Las bendiciones se convierten así en un recurso pastoral a valorar en lugar de un riesgo o un problema” (punto 23), añadiendo que ‴Consideradas desde el punto de vista de la pastoral popular, las bendiciones son valoradas como actos de devoción que «encuentran su lugar propio fuera de la celebración de la Eucaristía y de los otros sacramentos […]. El lenguaje, el ritmo, el desarrollo y los acentos teológicos de la piedad popular se diferencian de los correspondientes de las acciones litúrgicas». Por ésa misma razón «hay que evitar añadir modos propios de la “celebración litúrgica” a los ejercicios de piedad, que deben conservar su estilo, su simplicidad y su lenguaje característico». ‴

La conclusión final, muy en la línea del papa Francisco, es categórica: “La Iglesia, también, debe evitar el apoyar su praxis pastoral en la rigidez de algunos esquemas doctrinales o disciplinares, sobre todo cuando dan «lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar». Por lo tanto, cuando las personas invocan una bendición no se debería someter a un análisis moral exhaustivo como condición previa para poderla conferir. No se les debe pedir una perfección moral previa” (punto 25).

Y de ahí la recomendación pastoral final: Si «no es conveniente que una Diócesis, una Conferencia Episcopal o cualquier otra estructura eclesial habiliten constantemente y de modo oficial procedimientos o ritos para todo tipo de asuntos», la prudencia y la sabiduría pastoral pueden sugerir que, evitando formas graves de escándalo o confusión entre los fieles, el ministro ordenado se una a la oración de aquellas personas que, aunque estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida”. (punto 30).

El final del documento, una vez expuesta su tesis fundamental, se entretiene en una serie de consideraciones en círculo en torno a las bendiciones, que son una especie de si pero no y de no pero si, que no requieren nada a cambio, pero que suponen algo en el que las recibe, que no significan nada pero que tienen un profundo significado y otra serie de digresiones similares, verdadero galimatías y desafío al pensamiento lógico.

En conclusión, leído el documento promulgado por el dicasterio romano, que de hecho debe considerarse un documento magisterial del propio papa, sospecho que más que aclarar, generará una notable confusión, bienintencionada o deliberada, como ya hemos empezado a ver en los medios de comunicación. Nadie leerá el documento de la Sagrada Congregación entero, ni entrará en la distinción de sus muchos matices. La gente se quedará con los titulares de los periódicos y de las televisiones, y ya hemos visto cuáles son. Hoy la comunicación es cuestión de brocha gorda, y el papa tiene la obligación de saberlo y obrar en consecuencia. Por eso la Declaración no solo no evitará las “bodas homosexuales” que ya celebran obispos y sacerdotes disidentes en Holanda, Alemania y otros paises, sino que les proporcionará, en la práctica, la cobertura jerárquica que necesitaban.

El documento no reconoce la legitimidad de las uniones homosexuales, ni las hace en modo alguno equiparables al matrimonio. Pero si que da un giro al concepto de bendición, de forma tal que, con este nuevo significado del acto de bendecir, resulta ahora bendecible, conforme a esta nueva acepción,  lo que antes no lo era.

Mucho cabe temer que el ”pequeño paso que se ha conseguido”, como opina la comunidad homosexual, se convertirá en un alud de abusos que serán después difícilmente reconducibles. Así empezó, en la ley civil, el “picolo divorcio” y el aborto en casos excepcionales, y ya sabemos cómo hemos acabado. Lo mismo ocurrirá con la ley canónica o con las recomendaciones para la “praxis pastoral”, como la llama el papa, que no son, en este sentido, diferentes.

Comprendo la preocupación del catolicismo más fiel. El papa Francisco ha dado un paso audaz, y ha invocado para ello las emanaciones de la “pastoral popular”, muy en línea con su visión de una Iglesia sinodal. Ha arremetido contra el que llama “elitismo narcisista y autoritario” y “la rigidez de algunos esquemas doctrinales o disciplinares”, y ha invitado a evitar los riesgos de una invocada “prudencia pastoral”. Otros riesgos, o mejor dicho, tristes realidades, no parecen preocuparle tanto.

Está claro que el papa Francisco -del que damos gracias a Dios por su magisterio en tantos otros aspectos- es todo comprensión e inclusión cuando mira por un ojo, y se reserva el autoritarismo y la imposición para lo que ve con el otro, para lo que no evita los más duros calificativos.

Rezo por el papa Francisco, para que el Espíritu Santo le ilumine en su difícil misión en esta época de oscuridad, para que sus decisiones acierten al final para bien de las almas. Eso es, en definitiva, lo único que importa.

Él es Cabeza de la Iglesia y Sucesor de Pedro, y yo no quiero ser otra cosa que un hijo fiel de mi Santa Madre la Iglesia.

(Visited 619 times, 1 visits today)

5 comentarios en “¿Bendice el papa Francisco las uniones homosexuales?

  1. Javier, estás justificando lo injustificable. Y llama la atención que no emplees lenguaje católico como “sodomita”, “pecado nefando”, “uniones contra natura”… Parece que prefieras que el enemigo ponga las reglas del juego y a partir de ahí hacer componendas.

    Hace 3 años publiqué este artículo sobre este tema. Esta es la única respuesta válida ante este tipo de escándalos, vengan de donde vengan: https://reinodegranada.blogspot.com/2020/05/la-sodomia-es-un-crimen-abominable-no.html

    Responder
    1. José Enrique Florencio Domínguez

      Totalmente de acuerdo contigo, Rodrigo.
      Aprovecho para desearte una santa y feliz Navidad a ti y a los tuyos.

      Responder
  2. Alfredo

    Muy ungido este artículo. Gracias por la finura espiritual que desprende que sí representa el catolicismo más fiel, que no es el que más condena sino el que más ama.
    un saludo

    Responder
  3. I. Caballero

    El objetivo de los comentarios en los diarios de HONOR, como Ahora Información, es aportar conocimiento con educación y respeto y, en ciertos casos, corregir al autor.
    En este excelente trabajo de Javier Urcelay se aprecia el afecto como buen cristiano, al papado.
    Los comentarios precedentes con los que estoy de acuerdo, y el de Alfredo que resalta de Javier “su catolicismo más fiel” pues, en mi caso; mi “catolicismo fiel” se inclina por escribir que el Papa deriva hacia una zona donde a Satanás le encanta sumergirse.
    El primero que sacó los truenos fue Pablo VI con su célebre frase de que “el humo de Satanás ha penetrado en la Iglesia”.
    Como no soy teólogo, ni filósofo, ni jurista pongo una idea en el tablero y es lo que el difunto cardenal belga, Gotfried Danneels fallecido en 2019 y en su biografía oficial publicada en 2015 reconoce que, con otro grupo de varios cardenales, el denominado “Grupo de Saint-Gall”, complotó primero para evitar la elección de Benedicto y luego para sacar adelante a Francisco…
    Lo pueden leer, en parte en el enlace.
    https://infovaticana.com/2015/09/26/el-cardenal-danneels-admite-ser-parte-de-una-mafia-contra-el-papa/
    La pregunta que lanzo y, creo que, las normas del Cónclave impiden esa “concertación” entre los asistentes para modificar el nombramiento de un Papa, se trata de, en base, a esas “normas” del Cónclave, si la elección de Francisco, seguro que los votos alterados por ese grupo de Saint-Gall liderado por el citado Danneels, hace que la elección de Francisco sea NULA…
    Nos encontraríamos con un Papa elegido en fraude y, por tanto, la Iglesia de Cristo – de la que soy fiel hasta la muerte – se encontraría sin cabeza visible desde el fallecimiento de Benedicto XVI….
    Ni que decir tiene que entre los lectores, comentaristas y colaboradores de Ahora Información habrá personas más capacitadas que este humilde servidor para aclarar y completar este comentario.
    Os lo agradezco
    DIOS, PATRIA y REY LEGITIMO

    Responder
  4. Juana de Beira

    Con todos los respetos al artículo y al autor, el cual continua en su línea posiblista y de adaptación a las circunstancias. Como soy católica, hasta donde humanamente me es posible, considero que Doctores tiene la Iglesia; personalmente solo puedo o podemos los católicos rezar por la conversión de Jorge Mario Bergoglio.

    Responder

Deja tu comentario

Ahora Información agradece su participación en la sección de comentarios del presente artículo, ya que así se fomentan el debate y la crítica analítica e intelectual.


No obstante, el equipo de Redacción se reserva el derecho de moderar los comentarios, sometiéndolos a una revisión previa a su autorización.


Aquellos comentarios que lesionen el honor de terceros o incluyan expresiones soeces, malsonantes y ofensivas no serán publicados.


Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*
*