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4 de noviembre de 2017 3 / /

Así deshonran a España

Cuando se publicaron las sentencias condenatorias del Juicio de Nuremberg, el diario ABC acompañó a la noticia con las reproducciones de tres obras del arte pictórico: La Rendición de Granada, La Rendición de Breda, y La Rendición de Bailén.

Quería hacer resaltar, con ello, el diferente trato que los vencedores de 1945 habían dado a los vencidos, con el que había sido habitual de los españoles, a lo largo de los siglos, con sus enemigos derrotados. España ha respetado siempre a los vencidos. No los ha juzgado, no los ha maltratado ni los ha vejado.

En estos días pasados, en Madrid se han dado unos espectáculos bochornosos. La llegada de los imputados catalanes a la Audiencia Nacional ha sido acompañada de los insultos de unos grupos (gracias a dios no muy numerosos) que les lanzaban insultos.

Eso no es de buenos españoles. Los imputados son vencidos que van a recibir el castigo que les impondrán los jueces. No tienen defensa frente a la vejación. Insultarles es de cobardes; de malos españoles. Pues el buen español siempre ha respetado al vencido.

Los que insultaban se habrán creído que así demostraban su amor a España. Que defendían su unidad. ¡Ni hablar! Lo único que han hecho ha sido dar rienda suelta a sus odios. Darse un gusto. Pero ningún servicio han rendido a España. Al contrario, la han deshonrado. Pues si los imputados son españoles, como lo proclamamos nosotros, aunque ellos lo nieguen, están insultando a hermanos nuestros. Hermanos que merecen una corrección, un castigo, pero no insultos.

A esa situación nos ha llevado la democracia imperante. Ya dijo el francés Charles Maurras que la democracia es la guerra civil incruenta. Y lo vemos ahora. Después de cuarenta años de democracia, algunos se han creído que el amor a España se manifiesta insultando a otros españoles.

Zortzigarrentzale.

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3 comentarios en “Así deshonran a España

  1. identicon

    Diego Hernández-Yllán

    Lo siento pero no puedo estar de acuerdo. Ni están vencidos (por desgracia, más bien creo que todo lo contrario, y si no al tiempo) ni son españoles aquellos que tratan de destruir a su propia patria. El desahogo de aquellos que estamos hartos de los separatistas y del lío en el que nos han metido (que no viene de ahora, que lleva decenios) es lógico y humano. Y por otra parte, llamarles traidores y cobardes no es insultarles, es hacer una descripción perfecta de lo que son. Que haya excesos no implica odio, si no indignación y hastío. También lógico y humano.

    Y para finalizar, si algo ha caracterizado al español a lo largo de la historia es llamar al pan pan y al vino vino. Sin problemas de conciencia alguno. Y si hay que llamarles traidores, cobardes, ladrones y lo que haga falta se les llama y se acabó. ¡Ya está bien de buenismos y de meapilismos! La moderación y la ponderación es precisamente lo que nos ha llevado a esta situación grave y crítica que no admite posturas timoratas o pusilánimes.

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  2. Juan Antonio Gimenez Sevilla

    Pues no estoy de acuerdo, Diego. La indignación y el hastío pueden ser disculpables por la situación, pero no son justificables. Al enemigo compatriota, aunque no crea serlo y aunque destruya su propia Patria, hay que tratarlo con el respeto que merece. Porque ni su vida ni su honor le pertenece solo al insultado ni el insulto mejora la convivencia y el interior de quién insulta. Lo lógico es que la justicia se haga cargo de él y que si hay que criticar algo sea a las autoridades judiciales si no han sido justas. A los detenidos con respeto. El cristiano debe ser un ejemplo de moderación y también de caridad. A veces no lo somos. Y no pasa nada. Pero no justifiquemos lo injustificable.

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  3. identicon

    Diego Hernández-Yllán

    En la Cruzada al enemigo republicano (antes llamado rojo) y separatista, no sólo se le insultaba. Se les combatía y hasta se le mataba. De igual manera en el s. XIX ocurrió con los liberales. Ni se andaba uno con chiquitas ni se les consideraba “compatriotas” a aquellos que buscaban la destrucción de España, ya sea troceándola, ya sea vendiéndola al extranjero. Hoy por fortuna (al menos por ahora) no hay armas por medio, pero el combate sigue. Y en el combate no se regalan caramelos ni se va de moderadito. Y repito, todos sabemos como funciona la justicia en España, todos sabemos que esto no ha terminado ni ha sido vencido nadie sino que acaba de empezar y todos sabemos que ha sido la complacencia, la ponderación y el todo por la convivencia a costa de lo que sea lo que nos ha llevado a esta situación. El cristiano es viril y varonil, lo cual no está reñido con la caridad por supuesto, pero no es un meapilas ni trata con respeto a quien no lo merece. ¿Tratarías con respeto a quien quiere robarte una parte muy importante de tu casa y de tu familia, ilegalmente y por la fuerza? ¿No tengo derecho a mostrar mi descontento, mi indignación y mi hartazgo de que, erre que erre, traten de robarme parte de mi casa y de mi familia? Y repito una vez más, llamarles traidores, cobardes y ladrones no es insultarles, simplemente es retratarles. Elevar a categoría la anécdota de los excesos no lo considero ni oportuno ni justo.

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