“Aberri Eguna”: se repite el calendario
En este año de 2018 se repite el calendario de 1923. La Pascua de la Resurrección cae en el 1º de abril. Exactamente igual que en el mencionado año.
En Baracaldo había surgido una disidencia nacionalista con el PNV. Con el ánimo de eliminarla, el Partido organizó un mitin en dicha localidad. El mismo día, lo anunciaba el diario oficial del PNV, Euzkadi; con el siguiente párrafo: Ha llegado el gran día. El día de la Resurrección es nuestro. En él, la patria se yergue gloriosa, pisando la tumba preparada en siglos de ceguera infinita, Se levanta vencedora, burlándose de la muerte, la nación más antigua de Europa, engalanada con los esplendores de una juventud eterna.
Era autor del mismo Engracio Aranzadi, “Kikitza”, director del citado diario. Se trataba de un católico fervoroso que en todos sus escritos hacía constar su condición de oblato benedictino. Estaba tan íntimamente convencido de que la causa de la independencia vasca era la misma que la se la Religión Católica, que no dudaba a la hora de aplicar a su Euzkadi lo mismo que en los púlpitos se decía de N. S. Jesucristo, en su Resurrección.
Desde 1932 los nacionalistas celebran el “Aberri Eguna”, coincidiendo con la Pascua de la Resurrección. Más abajo veremos en qué circunstancias se comenzó a celebrar la fiesta. Pero nosotros vemos la raíz de la misma en el mitin de Baracaldo que se había celebrado nueve años antes.
A principios de 1932 se había celebrado, con gran éxito, un mitin tradicionalista en Bilbao, en el frontón Euzkalduna, en favor de la libertad de enseñanza. Los nacionalistas estimaron oportuno celebrar algo que superase al citado acto y demostrase la capacidad de su partido a la hora de mover masas.
Así idearon celebrar el “Aberri Eguna”, Día de la Patria. Adujeron para ello que, en un Domingo de Resurrección de 1882, cincuenta años antes, Sabino de Arana había tenido la inspiración de que la patria de los vascos era Euzkadi. Se basaban el lo que había dicho Sabino en su “juramento de Larrazábal”, cuando Sabino y Luis expusieron sus ideas independentistas a un grupo de liberales fueristas de Bilbao. Cierto era que Sabino había determinado el año. Pero en ningún momento del discurso figura que el día fuera en del Domingo de Resurrección.
Y aún así nos permitimos dudar de que el año de 1882 fuera el de la “conversión” de Sabino. Aunque él lo proclamara después.
Nos basamos en un artículo que Don Juan Olazábal publicó, por las mismas fechas, en su diario “La Constancia” de San Sebastián.
Don Juan había conocido a Sabino cuando ambos estudiaban en el colegio de jesuitas de Orduña. Se habían hecho muy amigos, pues coincidían en sus ideas políticas: eran carlistas. Esa amistad perduró hasta el fallecimiento de Sabino. En 1888, ambos siguieron a Nocedal y se hicieron integristas. O sea que en 1882 no había recibido Sabino ninguna inspiración nacionalista. Eso ocurrió después. Pero Don Juan mantuvo su amistad con Sabino. Esperaba de la fidelidad de Sabino a la Iglesia, que abandonaría sus sueños separatistas y volvería al seno de la Tradición española.
Como quiera que sea, el ferviente catolicismo de los peneuvistas de 1932, les llevó a celebrar una fiesta política en el día más sagrado para los cristianos. Han pasado los años. El PNV ha abandonado su confesionalismo primitivo y hoy defiende, entre otras aberraciones, el aborto y el matrimonio de homosexuales. Y sigue celebrando el “Aberri Eguna”, al que han quitado toda connotación religiosa.
Zortzigarrentzale