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24 de mayo de 2021 0 / / /

15-M: diez años después. ¿Cuántos eran carlistas que no sabían que lo eran?

(Por Ahorainformacion.es) –

El acúmulo de una progresiva muchedumbre demandante de justicia social en la Puerta del Sol, iniciado el 15 de mayo del 2011, ha pasado a la historia contemporánea de España como el 15-M. El título no es apropiado, es una construcción anglosajona del lenguaje, pero los carlistas no cambiamos la historia que no nos gusta, como hacen los demás. El éxito de aquella movilización estuvo definido por la verdadera espontaneidad, la ausencia de todo liderazgo reconocible en el inicio de la misma y la heterogeneidad de las personas concentradas, pertenecientes a todos los perfiles sociales. El impacto informativo fue enorme en todo el mundo occidental y el suceso de Madrid se exportó a las principales ciudades de España y a otras capitales europeas, lo que dio a nuestro país un liderazgo social tan excepcional como efímero. El periodismo le puso al fenómeno un nombre ridículo pero que fue socialmente aceptado: «Los indignados».

La masa en acción clamaba poco contra las personas del poder y mucho contra su forma de ejercerlo, sin distinguir a los unos de los otros. El gobierno optó por la táctica de la permisividad total y el tiempo la dejó como acertada desde su punto de vista. El romanticismo mágico fue fugaz y el idealismo de las protestas quedó exhausto rápidamente bajo el rigor de la intemperie y la ausencia de respuesta alguna por la jerarquía socio-económica.

Rápidamente, la izquierda actuó con su estrategia secular: apropiarse de la bandera del «pueblo» en las grandes crisis sociales. No pasaron muchos días, tras aquel 15 de mayo, para que las personas sin filiación política comenzasen a abandonar una protesta cada vez más parasitada por elementos neocomunistas. Conforme los grupos acampados en el corazón de Madrid fueron adoptando una imagen cada vez más homogénea, emergieron supuestos representantes que señalaban como «enemigo» al bipartidismo, mensaje elaborado que mostraba una clara operación táctica de grupo político organizado. Aquel fue el embrión de un Podemos que nacería destinado al asalto neobolchevique del “ Régimen del 78”. Diez años después, Podemos ha cumplido su ciclo político irreversible en la partitocracia. Tocó con la punta de los dedos sus cielos paganos y sus principales dirigentes han conseguido grandes beneficios personales en altos cargos del estado. A fecha actual, siguen dominando los entes públicos de comunicación desde los que ejercen su adoctrinamiento social con considerable eficacia. Sin embargo, es un hecho su fracaso como movimiento subversivo y su fuerza electoral está en caída libre definitiva. No repetirán como partido de gobierno. Podría considerarse también como una consecuencia a largo plazo del 15-M la irrupción de VOX, un partido político populista de derechas a imagen y semejanza de los existentes en otros países europeos, grupo con el que los tradicionalistas españoles no podemos sentirnos realmente identificados por su aceptación de las premisas políticas liberal-conservadoras pero cuyos enfrentamientos con las últimas ideologías progres seguimos con interés.

La evolución socio-económica en nuestro país sigue el curso de una nación en decadencia: debilidad internacional, desmoralización generalizada, progresiva disminución de las rentas de la clase media y establecimiento de una reducida, privilegiada y oscura oligarquía económica. Tras las últimas elecciones madrileñas, todo parece indicar que el futuro político de España es la vuelta al «bipartidismo» previo al 15-M (para los tradicionalistas, no hay diferencia entre el PSOE y el PP, todo es partitocracia), para mayor gloria del Nuevo Orden Mundial. Los miles de españoles que se tiraron a la calle hace diez años pedían un cambio de sistema, pero no sabían qué sistema querían. Probablemente, muchos eran carlistas que no sabían que lo eran.

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