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La imposición de la ideologia aberrosexual empieza a cansar a muchos

(Ahorainformacion.es) –La normalización del homosexualismo político en todo Occidente, y de forma especialmente llamativa en España, es uno de los signos de los tiempos que no tiene nada de fatídico pues ha sido procurado de forma planificada y consciente. El pensamiento políticamente correcto en materia de educación sexual tiene a su favor todas las herramientas de un estado quasi-totalitario: el BOE, las multas, la censura en los medios, la propaganda, los cursos de formación del profesorado…

Este año ha sido noticia la inversión que ha hecho la empresa estatal de Correos, en plena crisis, y mientras pedía créditos para pagar el sueldo a sus empleados,  para decorar algunos buzones y furgonetas. Y no solo se han atrevido con Correos. Algunos cuarteles de la mismísima Guardia Civilaunque este hecho haya podido ser un experimento o “globo sonda”– han recibido los correspondientes vinilos multicolor para decorar sus vehículos.

 

Sin embargo todo tiene su límite. Cada vez hay más voces que se atreven a protestar sin miedo ante las aberraciones, la ridiculez, el lenguaje inclusivo, la imposición de las banderas aberrosexualistas, etc. En el ayuntamiento de Ajofrín (Toledo) unos vecinos decidieron quemar la bandera de los seis colores. Como era de esperar, los progres han estallado en quejas y lamentos como si fueran representantes de un colectivo perseguido por fuerzas que actúan al margen de la legalidad. La realidad es la contraria porque lo que es ilegal es la colocación de banderas no oficiales en los ayuntamientos. En una sentencia que se ha dado a conocer apenas hace un mes, la Sala tercera de lo Contencioso-Administrativo, del Tribunal Supremo ha fijado como doctrina “que no resulta compatible con el marco constitucional y legal vigente, y en particular, con el deber de objetividad y neutralidad de las Administraciones Públicas la utilización, incluso ocasional, de banderas no oficiales en el exterior de los edificios y espacios públicos, aun cuando las mismas no sustituyan, sino que concurran, con la bandera de España y las demás legal o estatutariamente instituidas”. ¿La alcaldesa socialista de Ajofrín y otros políticos progres quieren presumir de cumplidores de la ley? ¿Por qué no cumplen entonces esta sentencia del Tribunal Supremo y dejan de agredir a sus vecinos con su simbología ideológica y sectaria?

El empeño del homosexualismo preocupa especialmente por sus intenciones, nunca ocultadas, de entrar cada vez más en el sistema educativo. Por pura discriminación de la cruel biología es difícil que homosexuales y lesbianas tengan hijos. De ahí el empeño que ponen ciertos colectivos en querer educar a los hijos de los demás. Y lo peor es que dentro del amasijo de ideas desordenadas se está tratando de colar la mismísima pedofilia. Hoy por hoy los portavoces oficiales del llamado movimiento LGTB lo niegan pero hay indicios evidentes de que esta y otras aberraciones acabarán por integrarse en el mismo lote.

Por último, molesta especialmente a muchos la ya típica doble vara de medir que emplean las ideologías revolucionarias para sus cosas. Es muy llamativa la hipocresía de los que presumen de ser sensibles con las “minorías”, de los que se molestan por los conguitos o el brazo de gitano pero admiten por ejemplo -como ha sucedido en círculos pro-etarras de Pamplona- que se dibuje la cara de un asesino como Patxi Ruiz en una pancarta sanferminera. Desde hace años, en las entradas de la ciudad de Pamplona, hay unos letreros que dicen: “Pamplona no tolera las agresiones sexistas”… ¿y qué pasa con las agresiones nazionalistas?

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