Regular el teletrabajo
(Ahorainformacion.es) – La “nueva normalidad” de la que hablan con gusto los políticos ha traído algunas novedades, no se puede negar. Una de ellas es el llamado teletrabajo. Una especie de conexión a medio gas con la oficina que tiene a tantos empleados perdidos y buscando su lugar en el mundo. Uno de los cambios presentados como un gran éxito por la civilización moderna había sido el dar a los trabajadores más tiempo libre y proporcionarles una nítida separación entre ocio y negocio. Uno podía trabajar para la metalurgia, o en una pastelería, o en la bolsa, pero a la hora de la diversión democrática todos los ciudadanos podían confluir en una misma sesión de cine sin revelar su empleo. Esta situación se está ahora desdibujando porque cada vez son más los asalariados que gracias a los satélites y la digitalización nunca desconectan.
Los políticos totalitarios, siempre dispuestos para aprovechar las imperfecciones de la vida moderna en su beneficio, han encontrado en el teletrabajo un vacío y pretenden llenarlo con normas. En esto consiste precisamente la nueva normalidad, en legislar sobre cosas que para la gente normal son impensables.
El afán regulador es insaciable. Ni siquiera Mao soñaba con el control de hormiguero que ilusiona a los gobernantes occidentales del siglo XXI. Ha dicho la ministra de trabajo -y tiene razón- que no solo es trabajo el empleo remunerado, sino que también es trabajo el cuidado a los niños y mayores, las tareas domésticas… Claro. En última instancia todo lo que suponga quemar calorías es trabajo. Pero ¿quién ha pedido a la señora ministra que se entrometa de esta forma en nuestras vidas? ¿No tiene suficiente con facilitar la vida de las empresas? ¿Con alentar la creación de empleo?
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